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El periodismo científico usualmente se centra en artículos publicados en revistas especializadas. Sin embargo, esto reduce el foco sólo a lo que dicen las publicaciones científicas y hace perder de vista la riqueza que otros actores o elementos pueden aportar a la divulgación de la ciencia.
Así lo plantean en el Journal of Science Communication (14 de diciembre) Carlos Fioravanti, periodista científico brasileño, y Lea Velho, profesora de políticas de ciencia y tecnología en la Universidad Estatal de Campinas, Brasil.
Para revertir esa dependencia, señalan, se puede recurrir a la Teoría de Redes de Actores (ANT, por su sigla en inglés), la cual valora no sólo a los científicos, sino también a otros actores, sus motivaciones, intereses y conflictos.
La ANT ofrece una serie de herramientas que permiten una escritura más diversificada, un reporteo de la ciencia más lleno de vida y una forma más emocionante de dar a conocer la información.
La teoría apunta a rescatar dos pilares de un hecho científico: los actores de la información, que pueden ser humanos o no humanos (un texto, una máquina, una institución), y las redes, que son flujos, circulación, alianzas y la habilidad de cada actor de hacer que los otros actores hagan algo inesperado.
El principio ANT más famoso es “sólo sigue a los actores”. Otras recomendaciones incluyen: seguir las conexiones, lo que implica explorar cómo y por qué fue hecha la investigación; ir lento: no aceptar las conclusiones más fáciles o los actores más evidentes, sino buscar tras bambalinas.
Otras dos sugerencias son: mirar de cerca para tener una visión detallada, en vez de ir a lo general; no saltar o cambiar la forma de moverse, para así presentar un panorama lo más completo posible, incluyendo actores, máquinas, instituciones y espacios, para ayudar al lector a entender cómo evolucionan los logros científicos.
Y, finalmente, mantener todo uniforme, de manera de eliminar las distinciones entre lo que al principio parecía estar distante, separado u opuesto, y así ver sus conexiones e interacciones.
Así, dicen Fioravanti y Velho, “el narrador de la ciencia podría examinar a los actores más obvios, pero también buscar a sus colegas silenciosos, sus socios, colaboradores, opositores, así como el equipamiento, las máquinas y las instituciones a las cuales están conectados”.
Estas conexiones o redes son esenciales para explicar la historia y la perspectiva de cualquier logro. “Y lo más importante, cualquier punto en la red es un buen lugar para comenzar la descripción del caso y producir la noticia”, concluyen los autores.
References
Jcom 09(04) (2010) A02.