19/03/14

Aprendizaje activo fomenta habilidades nuevas y vitales

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Crédito de la imagen: NASA/Goddard Space Flight Center/Debbie Mccallum

De un vistazo

  • Para tener estudiantes preparados en ciencia, la educación debe incluir el razonamiento
  • Durante años se ha probado en todo el mundo la educación científica basada en la indagación
  • Nuevo centro mundial podría imbuir a profesores en prácticas científicas y educativas

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Proyectos piloto motivan educación científica ‘revolucionaria’ que nutre destrezas de razonamiento, dice Pierre Léna.
 
Durante casi un siglo, la educación básica en el mundo en desarrollo ha estado dirigida a mejorar la lectura y la escritura, y a saber contar. Pero como la ciencia y la tecnología son ahora la clave del desarrollo humano, a esta mezcla se debe añadir la capacidad de razonamiento.
 
El componente de las ciencias naturales en los planes de estudio es una herramienta poderosa para desarrollar dicha capacidad, beneficiando a todos los niños independientemente de su futuro profesional. Puede proporcionarles nuevas oportunidades para desarrollar el potencial de su inteligencia y creatividad.
 
Esto implica una revolución en la manera como se enseña la ciencia en el mundo en desarrollo. Los proyectos piloto, en ejecución por casi una década, ya están mostrando el camino. El reto hoy en día es convencer a las autoridades educativas para que adopten este enfoque educativo exitoso (pedagogía) y garanticen su implementación a gran escala.
 
Aprendizaje memorístico
 
En las escuelas primarias y con frecuencia en las secundarias de muchos países de escasos recursos, los niños estudian las ciencias naturales memorizando hechos. La observación y la experimentación no tienen cabida en el aula. Esto significa que los estudiantes no desarrollan prácticamente ningún conocimiento ni habilidades de razonamiento.
 
Además de no involucrar a los estudiantes, esto conduce a tener ciudadanos sin educación, a perder talentos potenciales para la investigación y la industria, y a un mayor desempleo.
 
En vez de ello se requiere un enfoque activo de aprendizaje. La educación científica basada en la indagación (ECBI) lo tiene y ha demostrado que funciona. El método desafía a los estudiantes a investigar fenómenos naturales mediante el cuestionamiento, la observación, la experimentación, la formulación de hipótesis y el debate. Y se les obliga a recoger datos, a construir evidencias que apoyen sus ideas y a desarrollar la capacidad de aplicar esas ideas a nuevas situaciones.
 
Pero en muchos países en desarrollo los profesores no están capacitados para practicar el ECBI y las autoridades de educación son reacias a aceptar las razones para adoptarlo.
 
Pilotos exitosos
 
Durante dos décadas he trabajado con colegas en reforma de la enseñanza de la ciencia a través de la acción internacional de la fundación francesa La main à la pâte, en el proceso, apoyo y observación de proyectos piloto de educación científica en los países en desarrollo.
 
Por ejemplo, el programa Educación en Ciencias Basada en la Indagación de Chile, en marcha desde 2013, ya ha transformado el aprendizaje de la ciencia en miles de colegios, especialmente en zonas pobres. Concebido y apoyado por científicos, y dirigido a lograr cohesión social, el programa se enfoca en suministrar capacitación y recursos a los profesores.
 

“Los cambios sistémicos y sostenibles en la educación requieren tiempo y tenacidad. El impacto de la ciencia y tecnología en todo el mundo y la promesa del ECBI están allanando el camino para que esto ocurra”.

Pierre Léna

Desde 1999, el proyecto INNOVEC (Innovación en la Enseñanza de la Ciencia) de México ha capacitado a más de 30.000 profesores, desarrollando los métodos y prácticas de ECBI para implementar la ciencia y tecnología en las aulas. Aquí, los ingenieros están contribuyendo al cambio tanto como los científicos.
 
Desde 2010, la Fundación para la Ciencia de Pakistán ha formado un núcleo de 100 docentes capacitados en ECBI en un esfuerzo para contrarrestar el aprendizaje memorístico.
 
En Camerún, una escuela comenzó a experimentar con ECBI en 2003. Con el apoyo del gobierno, este proyecto piloto se fue ampliando paulatinamente hasta incluir más de 150 profesores y hoy sirve como guía al gobierno para un cambio en el plan de estudios.
 
Una asociación similar desarrollada en Camboya comenzó con tres escuelas en 2002. Y, al igual que en Camerún, una alianza internacional entre La main à la pâte y la Red Global de Academias de Ciencia (IAP)  ayudó a superar la falta de apoyo científico local.
 
El gusto por la experimentación
 
En todos estos países, observé que es universal la curiosidad de los niños sobre los fenómenos naturales, su gusto por la experimentación, su cuestionamiento incontenible, su habilidad para investigar, su gran imaginación para formular hipótesis y para buscar palabras, dibujos o construcciones técnicas apropiadas para expresar sus descubrimientos o su comprensión.
 
En todo ello subyace la esencia de la capacidad de razonamiento. He visto progresar hacia el pensamiento abstracto tanto a niñas como a niños mediante los programas ECBI. Y he visto la universalidad de la ciencia felizmente expresada a través de diferentes culturas o religiones.
 
Los profesores ponen en práctica con entusiasmo este enfoque cuando se les explica adecuadamente. Los científicos y los ingenieros activos cumplen un papel singular: pueden colaborar con los expertos en educación para la puesta en marcha del ECBI, y pueden transmitir a las autoridades educativas  el proceso a través del cual las matemáticas demuestran las teorías sobre el mundo, la ciencia ayuda a entender la naturaleza y la tecnología construye productos que usan las leyes de la naturaleza.
 
Estrategias futuras
 
Sin embargo, más allá de los necesarios proyectos piloto, ¿cómo se pueden cambiar los sistemas educativos en el mundo en desarrollo?
 
En primer lugar, los países en desarrollo podrían crear alianzas con los países desarrollados que adelanten proyectos más avanzados destinados a la transformación global, ya sea estableciendo un piloto o ampliando alguno ya existente. Un ejemplo es PrimaryConnections, creado por la Academia Australiana de Ciencias y La main à la pâte de la Academia de Ciencias de Francia.
 
La cooperación sur-sur es, asimismo, una vía prometedora; por ejemplo, el programa ISTIC (siglas en inglés del Centro Internacional de Ciencia, Tecnología e Innovación para la Cooperación Sur-Sur) liderado por la Academia de Ciencias de Malasia.
 
En segundo lugar, si bien las academias de ciencia y otras entidades internacionales (como ICSU, el Consejo Internacional de Ciencias) pueden promover el mensaje, solamente las organizaciones intergubernamentales pueden influir en las políticas educativas. La UNESCO (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura) debería estar a la vanguardia de este reto.
 
El Programa de Evaluación Internacional de Estudiantes (PISA por sus siglas en inglés), dirigido por la OCDE (Organización de Cooperación y Desarrollo Económico), puede proporcionar datos, como la comprensión en matemáticas y ciencias alcanzada por los estudiantes adolescentes.
 
Por último, cuando veo el fantástico impacto que el Centro Internacional de Física Teórica Abdus Salam de Italia ha logrado en el desarrollo de la investigación, sueño con un Centro Internacional de Enseñanza de la Ciencia, apoyado por la UNESCO y financiado por los países desarrollados. 
 
Este centro acogería a los formadores de docentes de educación primaria y secundaria, que interactuarían diariamente con científicos de alto nivel durante estancias cortas.
 
Promovería las ciencias y la práctica de su enseñanza en los profesores, y desarrollaría cursos abiertos masivos en línea para ayudar a que las autoridades de educación creen el apoyo a distancia para los docentes, un ingrediente esencial para un cambio duradero.
 
Los cambios sistémicos y sostenibles en la educación requieren tiempo y tenacidad. El impacto de la ciencia y la tecnología en todo el mundo, y la promesa de ECBI, están allanando el camino para hacer que este cambio ocurra.
 
Pierre Léna es astrofísico, profesor emérito de la Universidad Diderot de París, miembro de la Academia Francesa de Ciencias, cofundador y presidente de La main à la pâte y ex presidente del Programa de Educación Científica IAP. Se le puede escribir a: [email protected]
 
La versión original de este artículo se publicó en la edición global de SciDev.Net