13/02/23

Rebelión contra los rankings en EE. UU.: ¿seguirá en América Latina?

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Escuelas de ciencia, leyes y medicina de universidades como Harvard, Stanford y Columbia han comenzando una revuelta contra los rankings universitarios. Crédito de la imagen: Hippopx, imagen en dominio público.

De un vistazo

  • Universidades de élite de EEUU reaccionan contra tradicionales rankings académicos
  • En América Latina hace años que las universidades critican los sesgos de estos sistemas de medición
  • Expertos afirman que deben crearse otros modos de medición académica

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[BOGOTÁ] Algunas de las escuelas de ciencia y medicina más prestigiosas de Estados Unidos, como las de Pennsylvania, Harvard, Stanford, Columbia y la de Washington en St. Louis, decidieron rebelarse contra los rankings universitarios. Las universidades latinoamericanas por años han planteado críticas respecto a los sesgos de estos sistemas de medición educativos.

De hecho, las críticas contra los rankings no son una sorpresa. Podría decirse que nacieron casi a la par de ellos en la década de los 80 hasta globalizarse. La novedad esta vez radica en que son algunas de las escuelas mejor rankeadas las que lideran la deserción.

Hoy existe una gran variedad de rankings con diferentes criterios y gran influencia. Entre los internacionales más populares figuran el de Shanghái (creado en 2003), el QS World University Ranking (2004) y el Times Higher Education Supplement (2010).

Holden Thorp, editor en jefe del grupo Science, en un reciente editorial sobre el fenómeno catalogó a los rankings como “una tiranía” y celebró la decisión que tomaron varios centros académicos.

“La mejor alternativa educativa para unos estudiantes no es la misma para otros. Una de las mejores cosas de la educación superior es que hay muchas opciones”.

Holden Thorp, editor en jefe del grupo Science

En entrevista para SciDev.Net vía email, Thorp comentó que lo “mejor sería que los rankings desaparecieran por completo” porque generan, principalmente, dos problemas.

Uno es que las clasificaciones numéricas sufren de falsa precisión. ¿Existe realmente una diferencia entre el N° 10 y el N° 11 en las clasificaciones de las escuelas de pregrado?, pregunta Thorp en su editorial.

El otro problema es que los rankings recompensan a aquellas escuelas que mejoran las mediciones al admitir estudiantes que han tenido las ventajas de una mejor educación preuniversitaria y preparación para exámenes.

Thorp insiste en que “la mejor alternativa educativa para unos estudiantes no es la misma para otros. Una de las mejores cosas de la educación superior es que hay muchas opciones”.

Uno de los casos más llamativos de esta revuelta contra los rankings lo protagonizó la Universidad de Columbia (EEUU). Todo comenzó en febrero de 2022 cuando uno de sus profesores de matemáticas, Michael Thaddeus, publicó en un blog un documento en el que expuso inconsistencias en los datos presentados por Columbia al U.S. News & World Report, el más popular de los rankings en EEUU creado en 1983.

Datos como el tamaño de las clases de pregrado, gastos en instrucción y el nivel educativo de los profesores, según su investigación, se alteraban para favorecer la valoración del ranking. El escándalo se avivó cuando en septiembre de 2022, Columbia cayó del puesto 2 al 18 en ese ranking.

Para Nina Faraoni, docente de la Universidad de Granada (España) y autora de la tesis doctoral Reputación y rankings universitarios: análisis de sus debilidades y aplicaciones, publicada en 2022, resulta interesante que “que sean algunas de las universidades norteamericanas las que deciden no aparecer en los rankings cuando son ellas las que tradicionalmente están mejor posicionadas”. En su opinión, esta revuelta puede ser un síntoma de la enorme presión y competencia entre ellas.

Diana Lucio Arias, directora del Departamento de Ciencia de la Información de la Universidad Javeriana en Colombia, cree que un gran problema con los rankings es que “homogenizan” los sistemas universitarios anulando la diversidad que los debe caracterizar sobretodo en contextos sociales como los latinoamericanos.

“Cualquier universo entre más diverso es mejor. Necesitamos respuestas de las universidades a distintas demandas sociales”, comentó a SciDev.Net.

Mario Albornoz, investigador principal del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas de Argentina en el área de políticas de ciencia y tecnología y coautor de la investigación Rankings de universidades: calidad global y contextos locales, dijo ser un “defensor de los indicadores de ciencia y tecnología y de educación superior” y afirmó no estar “en contra de los rankings”.

Sin embargo, opinó que los rankings distorsionan la realidad al elegir unos indicadores por sobre otros. “En Argentina hay universidades que hacen un esfuerzo muy grande para mejorar en los rankings. Pero no es un esfuerzo necesariamente académico sino de relaciones públicas con las empresas que organizan los rankings”, añadió.

Albornoz considera que un elemento central en esta discusión es que los rankings no tienen en cuenta los contextos locales de las diversas universidades.

¿Existe un ranking ideal? Albornoz cree que tal vez no, pero el que sea debe ser capaz de dar cuenta de la relación de las universidades con sus contextos locales.

Andres Molano, director del Instituto Colombiano para la Evaluación de la Educación (ICFES), comentó a SciDev.Net vía telefónica que le “alegra que la idea de rankings como listas ordenadas estén desapareciendo”, pero advierte que esto no puede traducirse en una claudicación ante el esfuerzo por buscar formas de medir la calidad educativa.

“Necesitamos medir”, dice. Para él, los esfuerzos de medición deben ir encaminados a descubrir el valor que agrega cada institución a sus estudiantes. En esa medida, es deseable que existan sistemas que permitan comparar universidades que reciben poblaciones de estudiantes similares y medir cuánto le aportan en sus procesos de aprendizaje.

“Hay que encontrar un sistema alternativo. Me interesa intelectualmente descubrir ese sistema en América Latina. Un sistema de evaluación que considere las características de nuestro continente, que tenga otro sistema referencial, que no se compare con Cambridge”, remata Albornoz.

Este artículo fue producido por la edición de América Latina y el Caribe de SciDev.Net