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[BUENOS AIRES] Mundo globalizado, trabajo en equipo entre investigadores, laboratorios reales o virtuales pero seguro multiculturales: la ciencia del siglo XXI se caracteriza por la cooperación entre países y la acumulación de millas de avión.

Pero Iberoamérica está (algo) rezagada respecto a otras regiones y a la vez existe una alerta entre los políticos —que en definitiva son quienes deciden los financiamientos— de no correr riesgos de financiar un cierto “turismo cultural”.

Así lo expresó en el panel “Programas iberoamericanos de movilidad de científicos e investigadores” Hugo Camacho, del programa multilateral Pablo Neruda, en el marco de la jornada de cierre del Congreso Iberoamericano de Ciencia, Tecnología, Innovación y Educación que se lleva a cabo en Buenos Aires (12-14 de noviembre).

También hubo ponencias sobre el programa de movilidad para formación de profesorado Paulo Freire de la OEI, a cargo de Belén De la Torre; sobre las iniciativas del portugués Instituto Gulbenkian de la Ciencia enfocados a los países lusoparlantes de África, a cargo de Joana Goncalves Sá; y sobre el programa argentino de formación de científicos de toda la región, a cargo de Karina Pombo.

En ese sentido, Pombo se refirió especialmente a una novedad que encara el Ministerio de Ciencia de Argentina, conocido como programa Celfie. Se trata de un proyecto de formación de recursos humanos de América Latina en centros locales de excelencia para los años 2015-2021.

En sentido, mencionó la intención de que “la ciencia esté al servicio de las necesidades de la región”. “Queremos becar a estudiantes e investigadores entre 15 días y 4 meses, para cursos intensivos, en centros de la Ciudad Universitaria de Buenos Aires y el Instituto Balseiro y el Invap en Bariloche”, dijo. Añadió también que el gobierno argentino ya tiene un presupuesto inicial asignado de 1,2 millones de euros.

El resultado (de las becas) es increíble en cantidad y calidad de publicaciones. A veces un pequeño intercambio es un punto de partida para grandes cosas

Karina Pombo

Respecto del “turismo cultural”, que volvió a surgir en la breve ronda de preguntas post-presentaciones, hubo unanimidad respecto al valor de los intercambios y a la defensa de la movilidad. Para Goncalves Sá, no se trata ni de un tema para discutir, específicamente en el caso de los recursos y los investigadores que financia el Instituto Gulbenkian: son ad honorem y muchas veces premio Nobel o investigadores consagrados que van a África, en cansadores viajes que duran hasta tres días. “Y al volver les cambia la mirada hacia las cosas de todos los días”, dijo.

Por último, para Pombo, aunque se combine trabajo con recorrida de lugares nuevos y cierto placer, “el resultado (de las becas) igual es increíble en cantidad y calidad de publicaciones. A veces un pequeño intercambio es un punto de partida para grandes cosas”, dijo y mencionó el trabajo en colaboración de Argentina con el Instituto Max Planck, una de cuyas investigaciones acaba de recibir un premio Nobel.