21/04/15

Radar latinoamericano: Ministerios de Ciencia, ¿para qué?

Instituto de Limnologi0301a de La Plata
Crédito de la imagen: Ministerio de Ciencia de Argentina

De un vistazo

  • ¿Es necesario tener un Ministerio de CyT para diseñar y ejecutar políticas públicas que las involucren en gran escala?
  • Dotar a autoridades de mayor autonomía para tomar decisiones o, al contrario, aumentar la burocracia son argumentos a favor y en contra de la creación de este ente
  • Algunos expertos señalan que más que un cambio burocrático se necesita un giro hacia la cultura científica

Enviar a un amigo

Los detalles proporcionados en esta página no serán usados para enviar correo electrónico no solicitado y no se venderán a terceros. Ver política de privacidad.

Costa Rica generó toda su electricidad con fuentes no fósiles de energía durante los primeros 75 días de 2015, según el Instituto Costarricense de Electricidad, la empresa estatal autónoma del país centroamericano. Fue un período notable, pero no extraordinario: en 2013, 87 por ciento de la electricidad generada en Costa Rica provino de fuentes renovables, según el reporte “Líderes en Energía Limpia” que WWF dedicó a Latinoamérica .

Uruguay, segundo en ese reporte detrás de Costa Rica, no desentona: “Uruguay es ahora capaz de cubrir más de 80 por ciento de sus necesidades eléctricas con energía limpia”, informa WWF .

Cifras así no se alcanzan por casualidad sino por políticas públicas. Según WWF, Uruguay invirtió 3 por ciento de su PIB de 2012 en energía renovable, y en 2014 fue el país de Latinoamérica con la mayor tasa de crecimiento de inversiones en energías limpias. Costa Rica, por su parte, “está aprovechando cualquier oportunidad para explotar sus recursos renovables”, festeja WWF. Con un potencial hidroeléctrico colosal, su vulnerabilidad al cambio climático es también de escala mayor. En consecuencia adoptó políticas para diversificar las tecnologías de generación, apuntando a sus abundantes recursos geotérmicos y eólicos para solucionar, preventivamente, problemas nacionales mayúsculos.

Que las soluciones de estos problemas son alcanzables sólo con ciencia y tecnología es una noción posiblemente en boga. El gobierno de Chile formó una Comisión Presidencial “Ciencia para el Desarrollo de Chile”, cuyo primer objetivo será “presentar una propuesta (…) para que la investigación científica sea un pilar de nuestro desarrollo nacional y de nuestra inserción internacional” .

Pero en su discurso, la presidenta Michelle Bachelet fue más allá: “Es necesario (dotar a la ciencia) de un piso institucional de más alto nivel, y es decisión de mi Gobierno avanzar a la creación de un Ministerio de Ciencia y Tecnología” .

Costa Rica tiene un Ministerio de Ciencia y Tecnología (CyT). Uruguay no.

¿Es “necesario” tener uno para diseñar y ejecutar políticas públicas que las involucren en gran escala?
 

Medio que sí… Medio que no

Decidí enfrentar la pregunta haciendo un ejercicio periodístico. Pasé algunas horas hurgando la Biblioteca en línea de la CIA . Mi pesquisa arrojó resultados de interpretación ambigua:

De las 33 naciones desde México hasta Argentina, 14 tienen un Ministerio de CyT. Y parece haber un patrón cultural histórico: 8 de esas 14 naciones comparten raíces culturales por la presencia británica en el Caribe . Lectura complementaria: sólo Cuba, República Dominicana, Costa Rica, Venezuela, Brasil y Argentina, con raíces culturales ibéricas, se han dotado de un Ministerio de Ciencia y Tecnología. Es decir que mientras que 75 por ciento de las ex colonias británicas tienen a la CyT en el gabinete, sólo 6 de las 18 ex colonias ibéricas (33 por ciento) crearon un ministerio comparable.

¿Es posible concluir algo de este examen? Si lo que se busca es una relación causal entre cierta arquitectura institucional y resultados concretos, visibles, la respuesta parece esquiva. País por país, no está claro que la ciencia prospere o importe más en los que tienen un despacho específico en el gabinete que en los que no. Podría alegarse que la ciencia brasileña, líder regional en este tema, tuvo un impulso importante con la creación de un ministerio de ciencia en los años 80. Costa Rica, líder latinoamericano en la transición energética, algo le debe a su ministerio de CyT; pero Uruguay tiene logros comparables y no tiene ese mítico ente.
 

¿Ministerio de Ciencia o Cultura Científica?

Conviene repasar los argumentos de un debate que lleva años. Paula Leighton, corresponsal de SciDev.Net en Chile, me hizo una síntesis: “Quienes abogan por la creación de un ministerio de CyT en Chile argumentan que con éste sus autoridades tendrían mayor autonomía en la toma de decisiones y, sobre todo, el rango adecuado para crear e impulsar una política de fomento de la investigación”.

Pero es recurrente el argumento en contra, alegando que los beneficios serían sepultados por una montaña de burocracia. Además, casi todas las naciones examinadas tienen ministerios involucrados con la ciencia en algún sentido: todas tienen uno de Salud; 29 tienen uno de Agricultura; 26 de Ambiente; 22 de Economía; 18 de Energía. Notablemente, sólo 5 tienen un ministerio explícitamente relacionado con Alimentos y otras 5 con Sustentabilidad.

¿Vale alegar que hay espacios ya, a nivel ministerial, para involucrar a las ciencias en las políticas públicas? Según Leighton, para los proponentes del ministerio en Chile con eso no basta, pues “las funciones y fondos (…) están repartidas, lo que implica burocracia, manejo descoordinado de recursos y falta de prioridad de la ciencia, tecnología e innovación en la agenda de Estado”.

José Sarukhán, ecólogo mexicano de fama internacional, identifica un prerrequisito: “(El cambio producido por un Ministerio de CyT en México) no va a ser evidente si no hay otro cambio, profundo: la percepción de la importancia de la actividad de la investigación para el cambio del país”.

En 2008, la revista Nature introdujo la noción de “investigación transnacional” con el argumento de que cerraría la brecha entre la investigación biomédica básica y su aplicación en diagnósticos y terapias. En escalas distintas, el cambio ejecutado por Nature y el sugerido por Sarukhán son semejantes: son cambios culturales profundos.

La Comisión Presidencial chilena deberá entregar resultados a mediados de 2015. En caso de que recomiende ubicar a la ciencia en el gabinete, la reacción por default sería de algarabía, y no será este Radar Latinoamericano el que haga de aguafiestas. Pero si la Comisión apunta en otra dirección, tampoco habrá que arrojarse desde un puente. Los avances de Costa Rica y de Uruguay resaltan la vigencia del aviso de Sarukhán: más que un cambio burocrático es un giro cultural lo que resulta indispensable. Si dotarse de un Ministerio ayuda a ese cambio, tanto mejor.