10/03/23

“Latinoamérica debería funcionar como un grupo de apoyo mutuo”

Soledad Quiroz 1
Soledad Quiroz-Valenzuela está convencida de que para que la sociedad pueda usar la evidencia científica se requiere gente dedicada a ser una bisagra entre la ciencia y los tomadores de decisión. Crédito de la imagen: Cortesía de la Universidad Central de Chile

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Este artículo es apoyado por la Conferencia Mundial de Periodistas Científicos

Soledad Quiroz-Valenzuela es investigadora de la Universidad Central de Chile y vicepresidenta de políticas para la Red Internacional de Asesoramiento Científico Gubernamental (INGSA, por sus siglas en inglés) y miembro de la Red de Diplomacia Científica de América Latina y el Caribe (DiploCientífica). El 28 de marzo será una de las oradoras del panel “Brindar y recibir asesoría científica: por qué importa la inclusión”, durante el Congreso Mundial de Periodistas Científicos (WCSJ) a celebrarse en Medellín, Colombia.

Será una oportunidad para abordar asuntos como la interacción entre la evidencia científica y la toma de decisiones políticas, las tensiones entre la investigación y la dinámica social, y la diplomacia científica como una forma de cooperar, resolver disputas y asegurar el derecho al conocimiento de los más vulnerables. Doctora en bioquímica y magíster en políticas públicas, en esta entrevista profundiza sobre esos temas con foco en la realidad latinoamericana.

¿Cuál será su aporte al WCSJ?

Siempre he tratado de llevar la visión del hemisferio sur. Dado que nuestro contexto económico, político y social es muy distinto al del hemisferio norte, nuestras formas de hacer las cosas son también muy diferentes. Tenemos que batirnos con menos recursos, pero curiosamente logramos hacer más de lo que podríamos pensar.

¿Qué objetivos se plantea desde INGSA?

Difundir los conceptos de asesoría científica a tomadores de decisión, avanzando en estrategias para que la investigación y los datos científicos sean utilizados de mejor manera. Trabajamos mucho con Unesco y con los ministerios de Relaciones Exteriores.

Soledad Quiroz-Valenzuela durante su participación en el Congreso de Ciencia Abierta de enero pasado en Concepción: “Gobernanza de datos de investigación para Ciencia Abierta y Normas de Soft Law”. Crédito de la imagen: Cortesía de la Universidad de Concepción, Chile.

¿Cómo describiría el status actual de la asesoría científica en Latinoamérica?

Esto me obliga a hablar del contexto político, que está bastante revuelto y con muchas divisiones. En algún momento pensé que podíamos tener un acuerdo latinoamericano, pero desgraciadamente hay situaciones muy inestables, como las de Perú y Bolivia. Espero que Brasil pueda ser un foco de estabilidad que ayude a rearmar un poco la región. Me encantaría que Argentina lo fuera también, pero la economía es siempre un problema mayúsculo. En Chile se habló mucho de que habían aumentado el presupuesto en ciencia y tecnología un 10 por ciento, pero al final quedó igual.

¿Cómo pueden pensarse articulaciones más allá de esa inestabilidad?

Necesitamos establecer grupos más allá de los gobiernos. En Chile está la oficina de asesoría técnica parlamentaria del Congreso. En Colombia se han usado mucho las comisiones de expertos. ¿Qué me hace pensar de forma optimista? Que definitivamente hay un gran interés de muchos parlamentarios por obtener información científica y por hacer que la comunicación sea más fluida. En INGSA hemos estado apoyando esos esfuerzos, y se han presentado iniciativas en los parlamentos de Argentina y México. El lado que me preocupa es el apoyo a quienes quieran tomar esta ruta como trabajo profesional.

¿En qué casos se da ese apoyo?

La creación de los ministerios facilita la transición a la administración pública desde la ciencia. La jerarquización del área y la apertura de cargos hace que haya objetivos, presupuestos y una visión a largo plazo. Una de las conclusiones de la Global Comission on Societal Changes, que pensó cómo usar mejor la evidencia científica para los desafíos de la sociedad actual, se aplica bien a nuestra región: hay que institucionalizar estas interacciones, que haya gente dedicada a ser esta bisagra entre la ciencia y los tomadores de decisión.

“Como científicos, el no saber algo es vigorizante. Para los políticos, es terrible. La conversación requiere un punto intermedio”.

Soledad Quiroz-Valenzuela, vicepresidenta de la Red Internacional de Asesoramiento Científico Gubernamental

¿La gran contradicción entre científicos y políticos es que unos se sienten cómodos en el largo plazo, mientras los otros están más habituados a las urgencias cotidianas?

Es una de las grandes diferencias. Para los científicos, el tiempo es infinito; para los tomadores de decisión, es de segundos. Peter Gluckman [médico, ex consejero del gobierno neozelandés y primer presidente de INGSA] también mencionaba el manejo de la incertidumbre. Como científicos, el no saber algo es vigorizante. Para los políticos, es terrible. La conversación requiere un punto intermedio.

¿Por qué la pandemia golpeó por igual a los países con sistemas científicos fuertes que a los débiles?

La confianza en la ciencia ha ido decayendo en la sociedad. El avance de la tecnología ha ido tan rápido que no nos ha permitido pensar qué queremos hacer con ella, cómo vamos a utilizarla de modo que sea segura y nos ayude a tener una mejor calidad de vida, en vez de generar más inequidades o daño a la naturaleza. Ese avance tan vertiginoso está provocando mucho miedo y mucha desconfianza en los científicos, así como en los políticos, que no resuelven los problemas económicos ni la falta de salud de calidad. Por otro lado hubo una situación impredecible, no en el sentido de que no supiéramos que podía venir una pandemia, sino de que no sabíamos cómo enfrentarla.

Aunque no logra resolver las desigualdades, la tecnología permitió llegar a una vacuna en tiempo récord.

Más que la tecnología, el problema es cómo nos ponemos de acuerdo para utilizarla. Nos podríamos haber puesto de acuerdo para que todo el mundo tuviera acceso a las vacunas. Pero no pasó y hasta el día de hoy no pasa.

¿En ese aspecto hubo un déficit de los organismos internacionales?

Definitivamente están debilitados. Estamos en un punto complejo como humanidad. Muchas veces los científicos me dicen que “todo se politiza”, pero la política es la forma en que nos ponemos de acuerdo para tomar decisiones como sociedad. El problema es cómo sacar de ella lo mejor posible y que todos ganemos, o en su defecto seamos compensados por los daños.

¿Se necesitan formas de pensar más heterodoxas?

Sí. Mucho se habla del conflicto entre economía y medio ambiente, pero de hecho puedes hacer una economía verde y sustentable, que genere trabajo y riqueza, sin destruir el planeta. En eso los científicos podemos ayudar; tenemos que ser lo bastante creativos como para proponer hipótesis nuevas en escenarios donde no hay conocimiento. Podemos aportar esa creatividad a los tomadores de decisión.

Intercambio de conocimientos en los talleres de ciencia abierta realizados en la Universidad Central de Chile. Crédito de la imagen: Cortesía de la Universidad Central de Chile.

¿Eso se lograría con equipos más multidisciplinarios?

Eso es clave. No podemos tener sólo abogados decidiendo cuáles van a ser las reglas para las empresas. También tienes que tener economistas, sociólogos… Mientras más abras el espectro de disciplinas que puedan entregar una visión, más evitarás encontrarte con consecuencias no deseadas.

¿Cómo imagina esa coordinación virtuosa para el abordaje de la gripe aviar?

Cada uno tiene que tener claro cuáles son sus fortalezas y debilidades, para poder complementarlas. Escuchemos a quienes saben hacer las cosas, que tomen el liderazgo en esos aspectos, y nosotros lideremos en lo que conocemos mejor. Latinoamérica, donde culturalmente podemos entendernos muy bien, debería funcionar como un grupo de apoyo mutuo. Nunca partimos de cero.

Si llegara otra pandemia, ¿qué hay que repetir y qué evitar de la experiencia anterior?

Para mí siempre está primero el principio de salvar y proteger a la mayor cantidad posible de vidas humanas. Eso también implica cómo conservamos sus trabajos, cómo mejoramos sus condiciones de educación, de salud, de vivienda. Y aprender que la comunicación de desastres es clave, que debemos ser muy transparentes con la información. No sacamos nada con decir “esto no es tan complejo, lo tenemos bajo control”. Enfrentemos la realidad, no lo que nos gustaría estar enfrentando.

La Conferencia Mundial de Periodistas Científicos se llevará a cabo en Medellín, Colombia, del 27 al 31 de marzo.