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[SAN JOSÉ] Existen al menos 208 plantas medicinales centroamericanas empleadas tradicionalmente para tratar mordeduras de serpientes, pero la falta de evidencia científica sobre su eficacia y seguridad impide que sean popularizadas.
Así lo determina una revisión de la literatura científica publicada en la última edición del Journal of Ethnopharmacology, que analiza el uso de este saber ancestral en siete países centroamericanos y concluye que este campo se encuentra todavía en una etapa muy temprana, con pocos avances en pruebas preclínicas y clínicas.
“Pasar de un extracto demostrado en un laboratorio a un fármaco que llegue al mercado es un camino largo”.
José María Gutiérrez, Instituto Clodomiro Picado, Costa Rica
La información está dispersa: solo nueve de estas 208 plantas fueron mencionadas en tres estudios o más. Entre las más citadas están las hojas y corteza del bejuco guaco (Aristolochia trilobata) y la raíz, hojas y corteza de la tortilla de los sapos (Cissampelos pareira L.).
Cada año, entre 1,2 y 5,5 millones de personas en el mundo sufren mordeduras de serpientes. De estos casos, 5.500 ocurren en los siete países centroamericanos analizados (Belice, Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaragua y Panamá).
Aunque algunos como Costa Rica cuentan con una adecuada cobertura de sueros antiofídicos, otros del Sur Global carecen de estos tratamientos, particularmente en zonas rurales.
Peter Giovannini, uno de los autores e investigador del Jardín Botánico Real de Kew, en el Reino Unido, dice a SciDev.Net que en áreas donde el suero no está disponible, las personas suelen utilizar plantas medicinales como tratamiento de primera mano contra las mordeduras de serpientes, pese a la carencia de datos que comprueben su eficacia.
“Por esto es importante entender las bases científicas para su uso”, explica Giovannini, quien sostiene que los sueros son actualmente el mejor método de tratamiento, pero pueden ser costosos y difíciles de transportar a zonas rurales.
Sin embargo, hasta ahora las publicaciones científicas no documentan pruebas de laboratorio realizadas por especialistas en tratamientos con plantas medicinales.
“La evidencia con cierto grado de rigor analítico es mucho más limitada”, dice José María Gutiérrez, investigador del Instituto Clodomiro Picado en Costa Rica, uno de los principales centros de América Latina en el estudio de mordeduras de serpientes y sus tratamientos.
“Pasar de un extracto demostrado en un laboratorio a un fármaco que llegue al mercado es un camino largo”, advierte Gutiérrez, quien ha investigado el uso de plantas medicinales contra mordeduras, pero señala que su instituto no lo prioriza.
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