27/07/23

México mantiene uso intensivo de plaguicida que se prohíbe en la región

plaguicida prohibido
Un estudio demostró que la presencia del plaguicida clorpirifos está por encima de los niveles permitidos en suelo, agua y en pescados en una zona con alta actividad agrícola. Crédito de la imagen: Sundaram/PixaHive, imagen en el dominio público

De un vistazo

  • Plaguicida clorpirifos es el más vendido en México mientras la región prohíben su uso
  • Es ampliamente aplicado en el control de plagas en hogares y cultivos extensivos.
  • Evidencia científica demuestra que tiene efectos neurotóxicos

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Mientras que la Unión Europea y algunos países de América Latina, prohíben o restringen el uso del plaguicida clorpirifos ante múltiples evidencias sobre efectos nocivos para salud humana y ambiental, en México aún se aplica sin controles.

En ese país, un estudio reciente analizó la comercialización y la presencia del compuesto para una zona con alta actividad agrícola de Nayarit, al oeste de México.

“Se demostró que es el plaguicida más vendido y su presencia está por encima de los niveles permitidos tanto en suelo, agua y en pescados”, señala a SciDev.Net Francisco Herrera, del Laboratorio de Contaminación y Toxicología Ambiental de la Universidad Autónoma de Nayarit y uno de los autores del estudio.

En general, este plaguicida se aplica para el control de plagas porque inhibe la enzima acetilcolinesterasa, que regula los impulsos nerviosos en los insectos. Pero también afecta a animales, incluido el ser humano.

“Es un compuesto peligroso que por su toxicidad, persistencia, bioacumulación y desplazamiento a grandes distancias fue nominado por la Unión Europea para su eliminación mundial en el Convenio de Estocolmo”.

Fernando Bejarano, Red de Acción sobre Plaguicidas y sus Alternativas en México

Según el informe 2023 de la Red de Acción sobre Plaguicidas y Alternativas de América Latina, en los últimos 40 años México autorizó el uso de clorpirifos como insecticida para el control de cucarachas, moscas y termitas en el hogar; de insectos y ácaros en cultivos; contra ectoparásitos en el ganado; en collares para animales  domésticos, en campos de golf e incluso para control de mosquitos transmisores de enfermedades como el dengue.

También señala que la exposición a este insecticida afecta a trabajadores agrícolas, consumidores y habitantes rurales y urbanos.

“Es un compuesto peligroso que por su toxicidad, persistencia, bioacumulación y desplazamiento a grandes distancias fue nominado por la Unión Europea para su eliminación mundial en el Convenio de Estocolmo”, señala a SciDev.Net Fernando Bejarano, de la Red de Acción sobre Plaguicidas y sus Alternativas en México.

Este convenio es un tratado mundial para proteger la salud humana y de los ecosistemas de las sustancias químicas que permanecen en el ambiente durante mucho tiempo.

En el trabajo realizado en México, los expertos señalan que no existen dosis seguras para evitar daños en el desarrollo infantil, alteraciones cerebrales y del desarrollo psicomotor y cognitivo.

“Nos preguntamos por qué en México no existen medidas si en otros países se han tomado las evidencias para empezar a restringir o disminuir su uso. ¿Acaso somos de otro planeta?”, se pregunta Aurora Rojas-García, investigadora de la Universidad Autónoma de Nayarit y una de las autoras del estudio.

En tanto, en Colombia, la Corte Constitucional instó a finales de 2022 la suspensión y comercialización de productos químicos con este componente. Aún resta que el Instituto Colombiano Agropecuario implemente las acciones hacia la sustitución del pesticida, que deberá darse durante 2023.

En Perú, el Servicio Nacional de Sanidad Agraria (Senasa) aprobó en julio una resolución que “prohíbe, a partir del 1 de agosto de 2024, el uso de plaguicidas químicos (…) que contengan el ingrediente activo clorpirifos”.

El plazo es para que las empresas que aún comercializan el producto puedan implementar alternativas técnicas y económicas “de menor riesgo para la salud y el ambiente”, detalla la resolución, que ofrece información sobre ellas.

El texto también alerta que el compuesto es neurotóxico, disruptor endocrino y existen evidencias de causa de dificultades de aprendizaje en niños.

En Argentina, un decreto presidencial prohibió su uso y comercialización desde 2021 y estableció que para junio de 2023 el Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria debía asegurar la erradicación de toda aplicación y comercialización en este país.

Sin embargo, pasada la fecha aún varios lugares lo venden. “Tampoco vemos que haya un control efectivo. Primero es necesario dar difusión para que las personas sepan que este producto está prohibido, y segundo, el Estado debe recrear los resortes para controlar”, opinó a SciDev.Net Javier Souza Casadinho, agrónomo y coordinador regional de la Red de Acción en Plaguicidas y sus Alternativas.

Pero además de eliminar su uso, Souza Casadinho indica que el almacenamiento del remanente es otro problema, pues cuando se prohíben los productos quedan almacenados en galpones por años y en las peores condiciones, y eso también afecta la salud ambiental.

“El gran paso ahora en Argentina es ver cuánto clorpirifós queda, dónde se guarda y qué se hace con esos productos”, señala.

Por eso, quienes abogan por la prohibición de este plaguicida instan a una transición para la búsqueda de estrategias ecológicas que resuelvan la disposición final y, además, mantengan el rendimiento agrícola.

“Hay productores de trigo y soja que están produciendo sin plaguicidas, entonces eso alienta a que otros también lo puedan hacer”, agrega Souza Casadinho, también profesor de la Universidad de Buenos Aires.

“Las alternativas están y hay que pensar que no hay más nada más importante que el cuerpo y la salud de todos los seres vivos”, concluye.

Este artículo fue producido por la edición de América Latina y el Caribe de SciDev.Net