19/12/13

Recompensar a científicos que trabajan por DD.HH.

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Crédito de la imagen: Guy Martin / Panos

De un vistazo

  • Muchos esfuerzos para apoyar derechos humanos requieren contribución voluntaria de expertos
  • Científicos se ofrecen como voluntarios para evaluar informes sobre ataques químicos en Siria
  • Se debe recompensar a científicos por su contribución social, así como por publicar sus investigaciones

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Urge animar a que los científicos realicen su aporte para promover los derechos humanos en el mundo, dice grupo de AAAS.
 
En el aniversario de la muerte del filántropo Alfred Nobel la semana pasada, el organismo internacional de vigilancia de armas químicas, la Organización para la Prohibición de Armas Químicas (OPCW por sus siglas en inglés), recibió el Premio Nobel de Paz en Oslo. La organización fue reconocida por su actual y peligrosa misión para la destrucción de armas químicas en Siria y también por sus 16 años de amplios esfuerzos por librar al mundo de dichas armas.
 
Al reconocer el buen trabajo de la OPWC, el Comité Noruego del Premio Nobel informó que la organización ha tratado de llevar a cabo esfuerzos globales más agresivos para eliminar las armas químicas, que son baratas, fáciles de producir y mortales [1].
 
De hecho, el mundo necesita reducir con urgencia los arsenales de armas como el gas nervioso sarín, que a comienzos de este año mató a más de 1.400 personas en Siria.
 
La ceremonia de premiación y el Día de los Derechos Humanos de la ONU, que también se celebró la semana pasada, deberían servir como un llamado a la acción para científicos e ingenieros: el apoyo a los derechos humanos requiere cada vez más de las contribuciones voluntarias de expertos calificados.
 
Eso puede ser una tarea difícil para los investigadores académicos, a los que tradicionalmente se les reconoce basándose casi exclusivamente en el número de subvenciones que pueden asegurar y la cantidad de artículos que publican. Para los científicos que trabajan en laboratorios comerciales, encontrar tiempo para ofrecer sus servicios de manera voluntaria o para realizar esfuerzos de extensión pública puede implicar un reto incluso mayor.
 
Es evidente que se necesita expandir los sistemas tradicionales de incentivos para reconocer el servicio cívico al igual que las patentes y publicaciones. Sin embargo, los investigadores individuales también deben ampliar sus metas profesionales para cumplir plenamente el papel de ciudadanos científicos.
 
Conocimiento científico gratuito
 
La Declaración Universal de los Derechos Humanos de la ONU, adoptada el 10 de diciembre de 1948, señaló que toda persona tiene el derecho a “participar de los avances científicos y de sus beneficios”, un concepto ratificado por 160 países y respaldado por organizaciones como la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia (AAAS por sus siglas en inglés).

Los investigadores individuales deben ampliar sus metas profesionales para cumplir plenamente el papel de ciudadanos científicos”.

Mark S. Frankel, Jessica Wyndham, Theresa Harris, AAAS

Si bien los esfuerzos de la OPWC han ganado una bien merecida publicidad, es menos conocido que muchos otros científicos e ingenieros también comparten sus capacidades y experiencia, a veces sin compensación, para apoyar los derechos humanos.
 
La iniciativa Llamado a los Científicos, de la AAAS, creada hace cinco años, es uno de los muchos programas que pone en contacto a los investigadores con organizaciones de derechos humanos para emprender programas tales como documentar la discriminación y la tortura, estudiar los impactos del trabajo infantil y la degradación medioambiental.
 
Keith B. Ward, por ejemplo, ahora retirado del Buró Federal de Investigación de los EE.UU., es uno de los más de 800 científicos, ingenieros y profesionales de la salud que forman parte del programa. Se le pidió ayudar a la ONG Human Rights Watch y a Amnistía Internacional en la evaluación de los informes sobre los ataques químicos en Siria.
Ward estudió el ataque al área de Ghouta, cerca de Damasco, ocurrido en agosto, a través de videos, fotos y de los informes del personal médico. Finalmente, llegó a la conclusión de que los síntomas clínicos de las víctimas eran consistentes con la exposición a un agente nervioso.
 
Ambas organizaciones usaron la información que Ward y otros expertos les entregaron como bases técnicas para sus declaraciones e informes públicos vinculando de manera explícita el ataque químico con preocupaciones sobre los derechos humanos.
 
Otra voluntaria científica, Georgene Mortimer, experta en investigación y remediación de lugares contaminados por petróleo, ayudó a la organización de apoyo Centro Legal de Defensores del Medio Ambiente con dos demandas en África y Norteamérica contra grandes compañías petroleras. En el caso de Norteamérica, Mortimer revisó los informes técnicos para evaluar las afirmaciones de que una gran operación de petróleo y gas había ensuciado el agua potable, amenazando la salud humana y los cultivos.
 
En situaciones como esta, donde los problemas específicos de derechos humanos que están siendo investigados incluyen un componente científico, disponer de experiencia exhaustiva y confiable es crucial.
 
Un abanico de oportunidades
 
Una serie de otras organizaciones —incluyendo, por solo nombrar a unas cuantas, Estadísticos sin Fronteras, Sociólogos sin Fronteras, Ingenieros por el Cambio y la Coalición de Ciencia y Derechos Humanos de la AAAS— ofrecen constantes oportunidades para los científicos interesados en la defensa de los derechos humanos.
 
Después del devastador terremoto de 2010 en Haití, por ejemplo, los científicos afiliados a Estadísticos sin Fronteras ayudaron a identificar las necesidades psicosociales, crear redes de comunicación para denunciar la violencia y desarrollar métodos de estudio para determinar la prevalencia del desempleo y la falta de vivienda [2]. De esta forma, los científicos dieron a las personas vulnerables una voz incluso en medio de sus duras condiciones de vida.
 
Otros científicos están ayudando a determinar las violaciones a los derechos humanos usando ‘ojos en el cielo’: mediante el análisis de imágenes satelitales de alta resolución para confirmar sobre el terreno los informes de ataques en cualquier parte del mundo.
 
Estos son solo unos cuantos ejemplos de cómo la ciencia y la tecnología moderna ofrecen nuevas maneras para ayudar a combatir las injusticias. Las nuevas tecnologías también están cambiando el significado de ‘discapacidad’ al crear oportunidades para que la gente con discapacidades pueda participar plenamente en sus comunidades. Y los avances en neurociencia están ayudando a entender mejor las dinámicas de la opresión y los efectos del trauma en las poblaciones.
 
Las instituciones necesitan reexaminar los sistemas obsoletos de recompensas que se reducen a ‘publicar o perecer’, y explorar cómo reconocer de manera más amplia las contribuciones de los científicos a la sociedad. Al celebrar el trabajo de la OPWC, entre tanto, la esperanza es que más científicos buscarán tales oportunidades, incluyendo los importantes esfuerzos para identificar y prevenir las violaciones a los derechos humanos.

Mark S. Frankel es director del Programa de Responsabilidad Científica, Derechos Humanos y Leyes de la AAAS. Jessica Wyndham trabaja como directora asociada del programa. Theresa Harris es asociada senior del programa en la AAAS. [email protected], @AAAS_SRHRL

References

[1] The Japan Times Nobel Peace Prize sends messages (The Japan Times, 29 October 2013)
[2] Toksoz, C. Researchers Tell AAAS Coalition of Science Impact — and Extensive Human Rights Needs — in Post-Quake Haiti (AAAS, 27 January 2011)