08/07/21

Mercurio y plomo amenazan población en América Latina

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Las comunidades originarias están entre los sectores más afectados por la contaminación con mercurio debido a que sus dietas se basan en la pesca. Por ejemplo, en personas que habitan cerca del río Apaporis (Colombia, en la foto) se detectaron niveles de mercurio en cabello de 23 μg/g, por encima de 10 μg/g, nivel considerado alto. Crédito de la imagen: Jucatili25/Wikimedia Commons, bajo licencia Creative Commons 4.0

De un vistazo

  • Revisión de literatura científica analizó contaminación con plomo y mercurio en América Latina
  • En mercurio halló que las comunidades amazónicas son las más afectadas
  • El plomo, en tanto, afecta más a trabajadores y niños en de la población en general

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Las comunidades amazónicas son las que más expuestas a la contaminación por mercurio, producto de la minería aurífera; y en monitoreos en población general, trabajadores y niños son los grupos más afectados por el plomo en América Latina.

Según una revisión estudios realizados entre 2016 y 2021 y publicada en Current Opinion in Toxicology, los investigadores advierten sobre una alarmante falta de datos sobre el problema de la exposición a metales pesados en la región.

En el caso del mercurio, el consumo de pescado es uno de los principales factores para la intoxicación por este elemento, que llega a los recursos acuáticos derivado de la minería artesanal en la Amazonia. Las comunidades originarias están entre los sectores más afectados por esta contaminación debido a que sus dietas se basan en la pesca.

“Hacen falta programas que impulsen la extracción aurífera sin mercurio, en especial en comunidades que ancestralmente han realizado estas actividades, e insistir en educación y salud ambiental, divulgando la problemática con sustento científico”.

Jesús Olivero Verbel, Universidad de Cartagena, Colombia

En habitantes de localidades colombianas amazónicas adyacentes a los ríos Caqueta, Cotuhe y Apaporis se detectaron niveles de mercurio en cabello de 17,3 μg/g (microgramo/gramo); 10,6 μg/g y 23 μg/g, respectivamente, todos valores por encima de 1 μg/g, umbral establecido por la Agencia de Protección Ambiental de EEUU y del 10 μg/g, nivel considerado alto. En Brasil, en territorio de la comunidad Yanomami, contigua al río amazónico Uraricoera, se detectó una media de 15,5 μg/g, entre otros casos de gran exposición.

“Hacen falta programas que impulsen la extracción aurífera sin mercurio, en especial en comunidades que ancestralmente han realizado estas actividades, e insistir en educación y salud ambiental, divulgando la problemática con sustento científico”, expresó por email a SciDev.Net Jesús Olivero Verbel, autor principal del estudio, de la Universidad de Cartagena (Colombia).

En relación con el plomo, en México, Brasil y Uruguay —aquellos con más estudios al respecto—, la contaminación se explica a partir de exposiciones a residuos electrónicos, reciclaje de baterías o a la elaboración de cerámica vidriada. La mala gestión de la basura, actividades industriales y el consumo de agua y comida contaminada son otras fuentes de intoxicación identificadas en la revisión.

Los mayores niveles de plomo en sangre se hallaron en recicladores de baterías de Ciudad de México, a quienes se les midió, en promedio, 69 μg/dL (microgramos por decilitro). Según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de EEUU, a partir de los 5 µg/dl se considera que el nivel de este tóxico en sangre es alto.

Hace dos años, México estimó la contaminación por este elemento entre la población infantil de 1 a 4 años. “Consideramos que 17,5 por ciento de los niños (1,4 millones) tienen intoxicación por plomo. Encontramos una situación muy preocupante”, expresó la epidemióloga ambiental Mara Tellez Rojo, investigadora en el Centro de Investigación en Nutrición y Salud, dentro del Instituto Nacional de Salud Pública, quien no participó en el estudio.

“En México, la fuente de exposición principal es el uso de losa de barro vidriada, que se hace de manera artesanal en hornos domésticos y se barniza con un esmalte a base de plomo”, explicó a SciDev.Net por teléfono. “Esta es la principal fuente de exposición. Sin embargo, sabemos que hay muchas otras como la minería, cierto tipo de pinturas o los residuos electrónicos”, agregó.

Entre otros casos, en Montevideo (Uruguay), sobre una población escolar de 259 alumnos, se halló hasta 9,19 µg/dl de plomo en sangre en niños, mientras que en Tasajera (Colombia), sobre una muestra de 554 personas de una comunidad pesquera, de entre 5 y 16 años, el resultado fue, en promedio, de 8,9 µg/dl.

Acerca de los efectos sobre la salud de estos contaminantes, los autores resaltan que, aún en concentraciones bajas, el plomo se asocia en estudios de América Latina a discapacidad cognitiva en niños y alteraciones metabólicas, inmunes e incluso genéticas. Si bien el mercurio tiene efectos neurotóxicos, los autores advirtieron sobre la falta de información sobre los impactos de este contaminante, en especial, en comunidades étnicas.

“La exposición a estos metales tóxicos es prevenible, pero lamentablemente las comunidades expuestas reciben poca o nula atención estatal para contrarrestar el problema. Y si a esto le sumamos la corrupción ligada a estos procesos, en especial en la minería, la solución está lejos de ser alcanzada”, dijo Olivero Verbel.

Si no se toman decisiones para resolver el problema, añadió, “el caso de los indígenas del Amazonas expuestos a mercurio pondrá en peligro no solo su propia supervivencia, sino la del Amazonas mismo, y con ella la del planeta. Todo está conectado”.

“Es un tema a atender y no hay mejor manera que implementando un monitoreo orientado a identificar las personas expuestas, y haciendo seguimientos para prevenir las exposiciones”, consideró Tellez Rojo.

Actualmente, en México se diseña un programa nacional para la prevención de la exposición al plomo. “Estamos avanzando en un sistema de vigilancia epidemiológica. Es nuestra recomendación principal, no solo para México, sino para los países de la región”, dijo Tellez Rojo.

> Enlace al estudio publicado en Current Opinion in Toxicology