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Los investigadores han descubierto secretos genéticos de la bacteria de la tuberculosis (TBC) que podrían contribuir al aumento de la resistencia de la enfermedad a múltiples medicamentos.

El estudio –uno de los primeros para investigar la diversidad de la bacteria de la TBC a nivel mundial—ha encontrado que ésta es mucho más diversa genéticamente de lo que se asumía.

Los científicos examinaron los genes de 99 cepas de Mycobacterium tuberculosis, causante de la TBC. También observaron nueve cepas específicas de animales.

Para su sorpresa, encontraron una diversidad genética más grande entre las cepas de TBC humana que entre
aquellas cepas adaptadas a los animales, contradiciendo la creencia previa de que todas las cepas de TBC humana eran esencialmente las mismas.

“Encontramos que la TBC no es clonal –es decir igual– como se pensaba”, dijo Sebastien Gagneux, co autor y
ex miembro del Instituto de Biología de Sistemas, ubicado en los Estados Unidos, y actualmente perteneciente al Instituto Nacional de Investigación Médica del Reino Unido.

El grupo de investigadores también encontró que las bacterias se someten a bajas tasas de selección genética. Acumulan mutaciones en su ADN mediante un proceso conocido como deriva genética y existen pocas presiones de selección en su alrededor para frenar esas mutaciones.

Debido a ello, las mutaciones que confieren resistencia a los medicamentos no se remueven del acervo genético y persisten en las poblaciones.

Normalmente, las mutaciones de genes que confieren resistencia a los medicamentos son verdaderamente perjudiciales para las bacterias ya que se adquieren a costa de debilitar algunos otros aspectos de su maquinaria. Esto mantiene en jaque la resistencia a los medicamentos. Pero éste no parece ser el caso con la TBC.

Los investigadores, cuyo estudio fue publicado en PLoS Biology este mes (16 de diciembre), encontraron que la TBC humana pertenece a dos grupos distintos: las cepas ‘antiguas’ encontradas solamente en el oeste de
África y a lo largo de la costa del Océano Índico, y los linajes ‘modernos’ que dominan Europa, las Américas, el sudeste asiático, el sudeste de África y la India.

Los científicos encontraron correlaciones entre las distancias genéticas y geográficas, sugiriendo que las antiguas rutas migratorias del África llevaron la TBC al norte de Europa y al este alrededor del Océano Índico, pero las cepas modernas han emigrado de vuelta al África a través de las rutas marítimas.

“Es posible que las cepas antiguas fueran dejadas de lado por las modernas, por ejemplo en el Caribe, donde solamente están presentes las cepas modernas pese a que la TBC antigua habría llegado allí a través del comercio de esclavos”, dijo Gagneux a SciDev.Net.

Debido a esto –y al comercio global actual—los diseñadores de programas de control de la TBC deberían tomar en cuenta la diversidad geográfica de las cepas, subrayan los investigadores.

Enlace al artículo completo en PLoS Biology (en inglés)

 

References

PLoS Biology doi 10.1371/journal.pbio.0060311 (2008)