18/05/12

Rio+20: abordar proceso de cambio, no solo su contenido

La reunión de Río tendrá que abordar cuestiones prácticas Crédito de la imagen: Flickr/ Diego_Souza

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Hace pocas semanas, el gobierno de Brasil, en colaboración con el Programa de Desarrollo de las Naciones Unidas, puso en marcha un sitio web interactivo destinado a apoyar las discusiones del periodo previo a la Conferencia de la ONU sobre Desarrollo Sostenible (Río+20), que tendrá lugar el mes próximo. 

Los coordinadores de la plataforma consideran que este es un paso importante para crear relevancia y responsabilidad sobre la manera en que se está conduciendo Río+20, y para las recomendaciones políticas que emanarán. 

Sin embargo, hay dos asuntos que desafían el impacto que este sitio web pueda llegar a tener en el diálogo político en torno a la reunión.

El primero tiene que ver con la oportunidad. La mayor parte de delegados se registraron como participantes de la reunión antes del lanzamiento del sitio. Y el “borrador cero” sobre los resultados —el documento sobre las memorias que probablemente serán centrales en la reunión— ha estado circulando desde hace un par de meses.

Este artículo es parte de nuestra cobertura de los preparativos para Río+20, la Conferencia sobre Desarrollo Sostenible de la ONU (20 a 22 de junio 2012). Para otros artículos, ingrese a Ciencia en Río+20

Si bien es noble el esfuerzo por promover un mayor diálogo, es difícil no sentir que es muy poco y demasiado tarde.

Esto conlleva al segundo asunto: la integración de las discusiones dentro de las actividades de Río+20. Más de 2.000 personas se han registrado ya en el sitio web, reflejando una cifra potencialmente estimulante de diversidad.

Pero no queda claro si las discusiones del sitio web se incluirán en las deliberaciones de los 60.000 delegados y demás participantes que se espera asistan a Río.

Y como sucede a menudo con este tipo de iniciativas, el contenido técnico podría verse afectado por la falta de claridad acerca de cómo aplicarlo.

El valor de la política

Los miembros de las delegaciones oficiales de los países del G8, cuyo poder económico les brinda acceso especial a estos eventos, ya están enfrentando dificultades para concebir una agenda de acciones concretas en nombre de sus gobiernos, incluso semanas antes de la apertura de la conferencia (además de expresar la idea de que necesitan que sea frugal).

Ciertamente, puede ser bueno tener una posición relativamente abierta cuando se entra a estas negociaciones. Sin embargo, cuando un país como Francia envía una delegación de 350 personas a una conferencia sin un plan de consolidación y posicionamiento, parecería que es más importante la representatividad técnica del grupo que la gestión orientada a obtener un resultado exitoso.

De hecho, la implementación de mecanismos ha evolucionado lentamente alrededor de la agenda de Río. Veinte años después de la primera Cumbre de la Tierra en esta misma ciudad, todavía se requieren líneas de base uniformes que permitan a los países establecer objetivos, planes, presupuestos y mecanismos de seguimiento para alcanzar el desarrollo sostenible.

Esto puede sonar muy técnico, pero requiere un proceso cuidadosamente tejido y profundamente político.

La experiencia previa

La Conferencia de la ONU sobre Cambio Climático de Copenhague en diciembre de 2009 es un buen ejemplo. Al finalizar la reunión, muchos medios dijeron que el evento había sido un fracaso porque no logró compromisos vinculantes sobre reducción de carbono, ni inversión en economías verdes.

La realidad fue más compleja. La conferencia logró que por primera vez los países declararan sus capacidades para la reducción de carbono con tanta claridad. Este fue un paso importante que condujo a varios acuerdos en los doce meses posteriores a la misma.

En el caso del desarrollo sostenible, el proceso político no es menos importante. Esto, en primer lugar, porque el entendimiento del problema depende de cómo uno lo experimenta. Además, gran parte se basa en la perspectiva nacional o institucional cuando se está tratando de coordinar una inversión sustancial en recursos o reformas estructurales.

Por ejemplo, comprometer a la Organización Mundial de Comercio en las discusiones sobre las reformas políticas requeridas para apoyar la sostenibilidad de la magnitud de las que serán debatidas en Río, no es algo que se pueda alcanzar con un simple documento informativo, sin importar lo técnicamente correcto y de cara al futuro que este sea.

Corriendo contra el tiempo

Esto no quiere decir que el proyecto Río+20 sea desacertado o haya ignorado los desafíos. Sin embargo, el éxito relativo y las fallas durante el proceso preparatorio son aleccionadores.

Se han realizado por lo menos una docena de reuniones preparatorias en los últimos dos años. No obstante, se destaca una de alto nivel orientada a los procesos.

El Panel de Alto Nivel de la ONU en Sostenibilidad Global fue diseñado para representar a cada circunscripción de importancia política del mundo, y se demoró 18 meses para entregar su informe.

El documento producido por el panel era para sentirse bien pero no era revolucionario. Sin embargo es un paso importante del proceso. El presidente de Sudáfrica, Jacob Zuma, uno de los dos líderes del panel, declaró recientemente que Río necesita abordar urgentemente el tema de la ejecución, sugiriendo que se ha alcanzado concientización en algunas áreas cruciales.

Hace algunos años, el Centro Internacional de Investigación para el Desarrollo de Canadá encargó un estudio para determinar el valor de las grandes conferencias. Ello sugería que tales eventos deberían verse como un mercado de reuniones y redes, donde se persiguen diferentes agendas mediante diversos medios por sub grupos diferentes. Mediante este proceso, lo que puede ser una reunión marginal en un año, puede resultar crucial al siguiente.

El problema con conferencias como la de Río+20 es que se está acabando el tiempo. Esto quiere decir que necesitamos enfocarnos cada vez más en nuestro proceso de gestión. El diálogo es bueno, pero tiene que ser más integrado, y oportuno.

Nick Perkins
Director SciDev.Net

Este artículo es parte de nuestra cobertura Ciencia en Río+20