21/02/20

Lagartijas y conejos aumentan presencia del transmisor del Chagas

Conejo
El conejo europeo fue introducido en Chile en 1884. El estudio utilizó cámaras trampas para determinar las poblaciones de 18 especies de mamíferos y lagartos. Crédito de la imagen: Carezza Botto, Esteban San Juan, Fondecyt 1170367

De un vistazo

  • Estudio en Chile analizó la población de vinchucas en relación con otras especies silvestres y factores ambientales.
  • Las vinchucas, también llamadas chinches, son el vector que transmite la enfermedad de Chagas
  • Halló que conejos —y potencialmente las lagartijas— inciden en aumento de vinchucas

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Un estudio reveló que una gran población de conejos silvestres y de lagartijas aumentaría la cantidad de vinchucas —el insecto que transmite el Mal de Chagas—, y por ende incrementa el riesgo de contagio de esta enfermedad endémica de Latinoamérica.

Realizada en la zona centro norte de Chile, la investigación publicada en Scientific Reports determinó que el aumento de las vinchucas —también llamadas chinches— en zonas rurales se debe a la conjunción de tres condiciones específicas: una temperatura cálida, mucha vegetación y una gran población de conejos europeos (Oryctolagus cuniculus). Conocido también como conejo común, esta especie fue introducida en el país en el siglo XIX.

La enfermedad de Chagas, o Tripanosomiasis americana, es causada por el parásito Trypanosoma cruzi, que se transmitido a diferentes animales y a humanos por las heces u orina de las vinchucas. Si bien existe tratamiento, esta enfermedad crónica puede ser mortal porque puede producir arritmias o insuficiencia cardíaca. Hasta 30 por ciento de quienes la contraen sufren trastornos cardíacos y hasta 10 por ciento presenta alteraciones digestivas, neurológicas o ambas.

callopistes
Los reptiles se infectarían con el parásito que causa la enfermedad de Chagas al alimentarse con la vinchuca o al ser picados por este insecto.
Crédito de la imagen: Carezza Botto, Esteban San Juan, Fondecyt 1170367.

Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), hay entre seis y siete millones de personas infectadas en el mundo. La mayoría de ellas está Latinoamérica, donde se registra en 21 países.

Estudios anteriores relacionaban la abundancia de mamíferos salvajes con la cantidad de vinchucas presentes, pero no se había hecho el cruce con factores climáticos, dijo a SciDev.Net Esteban San Juan, investigador del Laboratorio de Ecología Evolutiva de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Chile y autor principal del estudio.

Para realizar su trabajo, los investigadores establecieron 18 sitios de estudio con un alcance de 500 kilómetros de extensión. Con cámaras trampa midieron la presencia de mamíferos, aves y reptiles. Además, estimaron el nivel y tipo de vegetación, y registraron la temperatura y precipitaciones de cada lugar. Todo entre diciembre y marzo, periodo donde la población de vinchucas prolifera.

“Pudimos determinar que a mayor vegetación, mayor también es la disponibilidad de alimento para las vinchucas porque aumentan los mamíferos”, explicó. Además, en pruebas de laboratorio, los científicos comprobaron que cuando este insecto se alimenta específicamente de la sangre del conejo europeo su tasa de reproducción crece.

Estilete vinchuca
Las vinchucas son resistentes a las condiciones climáticas adversas y puede estar sin comer hasta por seis meses. Este es un macho adulto de Mepraia spinolai, una especie endémica de Chile.
Crédito de la imagen: Vicente Valdez.

“Es muy importante tener información georreferenciada del vector para entender dónde están las áreas de riesgo”, detalló a SciDev.Net Sebastián Solar, infectólogo de Clínica Alemana, institución que en Chile desarrolla programas de formación para médicos junto con la Universidad, y quien no fue parte del estudio.

Además de los conejos, el estudio también descubrió “una potencial relación entre la presencia de lagartijas y el aumento de las posibilidades de infección de la enfermedad de Chagas”, agregó Esteban San Juan. Este hallazgo es inesperado porque hasta ahora no había registro de que reptiles pudieran infectarse con el parásito. Por ello, una segunda etapa de estudio será confirmar si realmente existe esa correlación.

Asimismo, los investigadores señalaron que el cambio climático, que puede modificar el hábitat del insecto y el movimiento humano a zonas que antes eran rurales, también deberá considerarse en estudios futuros. Esas investigaciones podrán verificar cambios en las zonas de riesgo de infección “y, por ende, dónde hay que tomar medidas”, afirmó Solar.

En ese sentido, la información y educación sobre la enfermedad es muy importante, agregó el especialista, pues muchas veces la gente tiene síntomas, pero no consulta. “Como en la región hay concientización en los sistemas de salud sobre la enfermedad, en las zonas donde se sabe que está el vector, se hacen pruebas si hay sospechas”, explicó. Pero si la zona no se conoce como riesgosa, esta medida desaparece.

El tratamiento es mucho más efectivo si se hace al comienzo de la enfermedad, por ello su diagnóstico temprano es fundamental. Generalmente se hace con un examen de sangre que es analizado en el laboratorio. Pero como la enfermedad está mayoritariamente en zonas rurales, se están desarrollando nuevas alternativas de diagnóstico.

Una de ellas es la combinación de dos test rápidos, fuera del laboratorio, que tienen una sensibilidad, o capacidad de detectar casos positivos, de 97 por ciento. Otro ejemplo es el sistema que está financiando la Fundación Bunge y Born en Argentina, que permitirá hacer el diagnóstico en lugares remotos y a bajo costo. Este método se basa en una tarjeta de toma de muestra que es fotografiada y enviada a un servidor a través del celular para su posterior análisis. Se estima que esté desarrollado en dos años.