10/02/22

Falsas controversias deben refutarse activamente

Uma queimda de grande porte em area de desmatamento e vista as margens da rodovia BR230 no municipio de Apui, Amazonas. Foto: Bruno Kelly/Amazonia Real.
Las controversias científicas falsas pueden debilitar las regulaciones y dañar el medio ambiente a favor de la agroindustria. Crédito de la imagen: Amazônia Real/Flickr, bajo licencia Creative Commons (CC BY-NC-SA 2.0)

De un vistazo

  • Estudio en Brasil analizó caso de grupo anti-ciencia con influencia en el ámbito ambiental
  • Su acción contribuyó al debilitamiento de la regulación ambiental brasileña, afirman autores
  • La investigación sugiere analizar los pseudohechos y confrontarlos con artículos de refutación.

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Para enfrentar las falsas controversias, la ciencia no puede ignorarlas sino que debe desafiarlas y refutarlas con hechos y análisis riguroso. Una opción es crear secciones en revistas científicas que sean un espacio para incluir comentarios o documentos de refutación.

Esas son algunas de las recomendaciones que propone una investigación publicada en Biological Conservation que analizó el caso de un grupo anticiencia vinculado a una empresa pública brasileña.

Además, subrayan los autores del estudio, las estrategias que ayudan a identificar controversias falsas pueden servir a otras realidades. Por lo tanto, el esfuerzo de contestación debe ser colectivo, reuniendo a la comunidad científica, la sociedad civil y a los medios de comunicación.

Según el estudio, las controversias falsas “son disensiones fabricadas que buscan influir en la opinión pública y en los elaboradores de políticas públicas”. Cuando los propios científicos producen pseudo-hechos, las personas ajenas a la ciencia pueden creer que existen desacuerdos legítimos entre expertos cuando en realidad hay consenso. El consenso en cuestión discutido por el estudio es el avance de la deforestación en Brasil y la crisis climática.

“Las tácticas de negación climática enfatizan la duda para retrasar la acción. Otro ejemplo es el tabaco: hay quienes plantean la incertidumbre sobre la relación entre fumar y el cáncer para influir en regulaciones que perjudican a tabacaleras”.

Raoni Rajão, profesor de Gestión Ambiental de la Universidad Federal de Minas Gerais (UFMG)

En efecto, buscando comprender el fenómeno y proponer soluciones, la investigación analizó el caso de un grupo de investigadores de Embrapa Territorial, una unidad creada en 1989 que pertenece a una de las instituciones públicas de investigación más conocidas de Brasil, la Empresa Brasileña de Investigación Agropecuaria (Embrapa), vinculada al Ministerio de Agricultura, Pecuaria y Abastecimiento (Mapa) de ese país.

Según el estudio, este equipo es el grupo anticiencia más influyente en el escenario ambiental brasileño desde hace tres décadas, con notoriedad en el Senado Federal y la Cámara de Diputados. Entre varias acciones que dañaron las políticas públicas ambientales en favor del agronegocio, el artículo destaca la influencia en el caso del Código Forestal brasileño.

Según Raoni Rajão, primer autor del estudio y profesor de Gestión Ambiental de la Universidad Federal de Minas Gerais (UFMG), el grupo analizado utilizó estrategias como la creación de incertidumbres, el mal uso de las credenciales científicas y el desprecio por el conocimiento consolidado. Para describir las tácticas, el artículo se basó en una literatura que ha ido creciendo en las últimas dos décadas con aportes de la sociología y la historia de la ciencia.

“Las tácticas de negación climática enfatizan la duda para retrasar la acción. Otro ejemplo es el tabaco: hay quienes plantean la incertidumbre sobre la relación entre fumar y el cáncer para influir en regulaciones que perjudican a tabacaleras”, explica Rajão.

En el caso analizado se identificó “una actitud ofensiva al trabajar con una norma que ya existía y destruirla liberando nuevos datos que no estaban publicados en revistas científicas, con una metodología que no estaba clara y cuya información se colocaba por encima del consenso científico actual”, destaca Rajão.

El Código Forestal Brasileño, documento de 1965, contenía una serie de medidas, entre ellas que toda propiedad privada debe conservar de 20 al 80 por ciento de la vegetación nativa. Según el artículo, el grupo contribuyó a la flexibilización de la regulación, argumentando que la legislación impedía el crecimiento de la agricultura brasileña.

A pesar de la lucha de investigadores brasileños y sociedad civil, una nueva versión fue aprobada en 2012 por el Congreso y, desde entonces, el área ambiental en el país ha sufrido retrocesos.

La bióloga Raísa Vieira, investigadora del Instituto Internacional para la Sustentabilidad que no integró el estudio, comentó a SciDev.Net que, como muchos de los datos producidos por el grupo no tienen fundamento, la estrategia de publicar un artículo revisado por pares refuerza el argumento de los autores.

En su opinión, este escenario “es parte de un contexto más amplio de lucha por el poder actual, en Brasil y en el mundo, y el choque de narrativas entre la ciencia y las falsas controversias”, opina.

Como estrategias para contrarrestar las falsas controversias, los autores de la investigación alientan a tomar acciones, algo que a veces no se aconseja, sobre todo considerando que responder a una declaración mentirosa con frecuencia amplifica esa desinformación.

Pero Rajão subraya que cuando la versión falsa es publicada por autoridades, cuando actores importantes empiezan a reflejar el pseudohecho, como por ejemplo, el presidente de la República, la ciencia necesita responder.

“Si tenemos algo que se presenta como ciencia y que está causando impacto en las políticas públicas debemos oponerlo con hechos. Si no, el silencio se puede ver como aceptación”, afirma.

El experto agrega que el otro camino posible es la reflexión sobre la forma en que se comunica y se enseña la ciencia; y resaltar cómo se produce ciencia enfatizando que el conocimiento científico está en constante evolución.

El 1 de febrero, Embrapa repudió el estudio y defendió el trabajo de sus investigadores. Según la empresa, los autores de la investigación actuaron con sesgo, con limitaciones y tuvieron “dificultad para aceptar ideas divergentes, basadas en datos públicos y abiertos”.

SciDev.Net consultó a uno de los integrantes del equipo cuestionado en reiteradas oportunidades pero no tuvo respuesta hasta el cierre de la edición.

> Enlace al estudio en Biological Conservation