28/05/20

COVID-19 acentúa brecha de género en la ciencia

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La brecha de género en la ciencia se ha hecho más evidente en medio de la cuarentena. Crédito de la imagen: Viceministerio de Ciencia y Tecnología, El Salvador

De un vistazo

  • Desigualdad de género en la ciencia se ha profundizado durante cuarentenas en la región
  • Jornadas de trabajo de científicas que son madres se han triplicado al no tener redes de apoyo
  • Urgen medidas de género que contemplen situación familiar de investigadoras y las ayuden a salir adelante

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Las medidas restrictivas de confinamiento social y cierre de actividades educacionales y laborales para evitar la propagación del nuevo coronavirus en la región han acentuado una brecha silenciosa en la ciencia: la desigualdad de género.
 
Esta es la alerta de un grupo de científicas brasileñas en una carta publicada en la revista Science, que advierte del agravamiento del desequilibrio de género en la ciencia debido a la pandemia.
 
La idea de la carta es dar visibilidad a la discusión de las dificultades que enfrentan las investigadoras para reincorporarse a las actividades académicas y retomar su ritmo de producción terminada su licencia de maternidad, afirmó Fernanda Staniscuaski, una de las firmantes de la carta, profesora del Departamento de Biología Molecular y Biotecnología de la Universidad Federal de Rio Grande do Sul, Brasil.
 
“El impacto de la pandemia tiene género, son las mujeres de una forma general, y las que, además, son cuidadoras. Para quien tiene hijos pequeños, ésta es una rutina completamente desgastante”, dijo a SciDev.Net via Zoom Staniscuaski, quien tiene tres hijos de 1, 4 y 7 años y comparte los quehaceres domésticos con su marido.
 
Staniscuaski encabeza el movimiento Parent In Science, creado en 2017, que plantea la discusión sobre la maternidad y la paternidad dentro del universo de la ciencia en Brasil y el impacto de los hijos en la carrera científica de mujeres y hombres.
 
En abril, el movimiento hizo una encuesta con más de 9.000 estudiantes de posgrado y solo 10 por ciento de las alumnas que son madres afirmaron que están logrando trabajar en sus disertaciones bajo el confinamiento.

“Tener dos hijas y hacer un doctorado ya no era una tarea fácil antes de la pandemia. Ahora, veo que mi tiempo dedicado a la investigación disminuye aún más. La vida se ha convertido en un ciclo de hacer comida, lavar platos y barrer la suciedad. Incluir investigación en todo esto es un esfuerzo”.

Gabriela Reznik, estudiante de doctorado en ciencias – Instituto de Bioquímica Médica de la Universidad Federal do Rio de Janeiro.

 
Un análisis preliminar de otro sondeo que realizaron entre profesores e investigadores, que cuenta con 3.300 respuestas, revela que la mitad de las científicas madres no han logrado someter a revisión por pares sus artículos científicos tras el inicio del confinamiento.
 
En Brasil, el confinamiento fue introducido de forma variada y dependiendo de cada municipio y gobierno de los estados desde mediados de marzo.
 

Madres investigadoras sin redes de soporte

 
Investigadoras consultadas por SciDev.Net, que no suscribieron la carta, también coinciden en que las restricciones impuestas para contener el avance del COVID-19 han tenido grandes impactos en sus vidas.
 
La pandemia empeora las desigualdades de género existentes, que se agravan aún más si se considera la clase social y la raza, dijo Gabriela Reznik, estudiante de doctorado en ciencias por el Instituto de Bioquímica Médica de la Universidad Federal do Rio de Janeiro.
 
“En este período de pandemia, no hay forma de contar con las estructuras sociales, guarderías, escuelas ni redes de apoyo de amigos y familiares”, comentó.
 
Según la carta, aunque los investigadores que son padres no son inmunes a los impactos del confinamiento, tradicionalmente las mujeres llevan la “carga más pesada”.

La maternidad muchas veces limita el desarrollo profesional de las científicas.
Crédito de la imagen: Kevin T. Quinn/Flickr bajo licencia Creative Commons (CC BY-NC 2.0).

 
De acuerdo con Paula Tribelli, investigadora adjunta y docente del Departamento de Química Biológica de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires, las madres suelen cargar sobre sus espaldas los temas de angustia y miedo de los niños, particularmente en estas ocasiones de incertidumbre por la pandemia.
 
“Hay que estar presente en sus encuentros virtuales con las maestras y niños del jardín y eso la mayoría de las veces recae en las madres”, destacó.
 

Se triplica carga de trabajo y se asumen nuevos roles

 
Desde Lima, Gabriela Burgos, investigadora asociada del Programa de Mejoramiento Genético y de Cultivos del Centro Internacional de la Papa, refiere que tuvo que retirar del jardín a su hijo de 4 años “porque las clases virtuales eran inmanejables”.
 
“Con un niño tan pequeño, la mamá tiene que estar al lado y yo no podía. Muchas veces tengo que trabajar en la madrugada para poder cumplir con el trabajo que no he podido hacer en el transcurso del día, por dedicarme a tareas domésticas, y que no puede esperar, como manuscritos, reportes, etc.”, dijo a SciDev.Net por vía telefónica.
 
“Pero ahora, a media tarde tengo que hacer un alto y sentarme con mi hijo a ver qué le puedo enseñar, que sea adecuado a su edad y que yo sí pueda manejar porque tampoco puedo descuidar su formación. Trato de ser la profesora que ya no tiene y hacerlo en hora fija, pero es otro rol que adiciono a mis ocupaciones porque no estoy preparada para ser maestra, tengo que buscar contenidos en internet, mirar vídeos, etc.”, refiere.

 
En Perú el confinamiento comenzó el 15 de marzo y aunque a la fecha se han liberado algunas actividades esenciales, continuará hasta el 30 de junio.
 
La liberación de actividades docentes y administrativas debido al confinamiento puede significar más tiempo para el trabajo independiente, pero no para las mujeres investigadoras que son madres, señalan las científicas.
 
“Tenemos menos tiempo disponible para el trabajo académico que antes, ya que hay una demanda adicional con la casa y los niños,” sostuvo Reznik.
 
A Reznik le sobra menos tiempo y tiene mucho más trabajo en este período. Ella es madre de dos hijas y está en su tercer año del doctorado. Para ella, es difícil “tener un respiro”.
 
“Tener dos hijas y hacer un doctorado ya no era una tarea fácil antes de la pandemia. Ahora, veo que mi tiempo dedicado a la investigación disminuye aún más. La vida se ha convertido en un ciclo de hacer comida, lavar platos y barrer la suciedad. Incluir investigación en todo esto es un esfuerzo”, resaltó.
 

Sin redes de apoyo de familiares o amigos debido a la cuarentena, las investigadoras tienen que cumplir sus metas académicas al tiempo que atienden las labores domésticas.
Crédito de la imagen: August de Richelieu/Pexels, bajo dominio público.

“El teletrabajo y el confinamiento han hecho que las tareas aumenten porque hay muchas cosas que requieren atención, hay tareas burocráticas que se han ido sumando a la carga normal de trabajo debido a la cuarentena”, reflexiona Burgos quien está preocupada porque esa sobrecarga ralentiza la investigación.
 
“Por ejemplo, tengo que entregar los resultados sobre la evidencia científica de que la papa sí podría contribuir a disminuir la anemia y como es una colaboración internacional no puedo seguir postergándolo, pero no sé de donde sacar más tiempo”, afirma.

Urge mirada de género durante pandemia

 
Tribelli es madre de un niño de cuatro años y está en su segundo embarazo de ocho meses. Según ella, el año 2020 parecía prometedor con la confirmación de becas para su línea de investigación. Ella ya tenía asignado un cupo en el jardin maternal de su lugar de trabajo para que pudiera reincorporarse en octubre de este año tras el fin de la licencia de maternidad.
 
“Con la pandemia, solo puedo trabajar unas tres horas durante el día y muchas veces trabajo de madrugada. Sigo teniendo más carga como la preparación de las comidas del niño, ocuparme de que tenga su contacto virtual con el jardín de infantes y demás tareas del hogar”.
 
La científica argentina se angustia por no saber cuando podrá comenzar a trabajar en su nueva línea de invetigación, o tampoco si va a tener en este 2020 el jardín maternal abierto. “Un año prometedor se convirtió basicamente en un año perdido para mí”, lamentó.
 

“Muchas veces tengo que trabajar en la madrugada para poder cumplir con el trabajo que no he podido hacer en el transcurso del día por dedicarme a tareas domésticas, y que no puede esperar, como manuscritos, reportes, etc.”.

Gabriela Burgos, Investigadora Asociada – Centro Internacional de la Papa, Perú.

Reznik sostiene que es urgente buscar la equidad de género en la ciencia.
 
“Necesitamos una nueva perspectiva. No es solo tener más mujeres en diferentes áreas del conocimiento y en las primeras posiciones, sino también repensar la forma de construir el conocimiento que históricamente ha sido excluyente, masculino, blanco y colonial”, criticó.
 
“Se necesita tener una mirada de género en la ciencia y especialmente en estos momentos de cuarentena”, concuerda Burgos, cuyo esposo es también científico. “Cuando tiene que trabajar lo hace, nosotras no podemos, no somos así. Seguimos pendientes de lo que pasa en la casa y eso tiene que tomarse en cuenta al diseñarse el teletrabajo y otras medidas”, propone.
 
La inseguridad con respecto a la extensión de los plazos y las becas coloca a las madres científicas en un lugar de aún más incertidumbre.
 
Para Staniscuaski, lo urgente es prorrogar o flexibilizar los plazos de entrega de propuestas, artículos, postulaciones a becas y resultados de investigación, entre otros productos científicos.
 
Estas medidas deberían implementarse para reducir la brecha de género y ofrecer un espacio más igualitario para las mujeres científicas, concluye.
 
Tribelli, a su vez, afirma que debería tomarse en cuenta la situación familiar, como un programa especial para investigadoras a cargo de menores.
 
“Dar algún marco de trabajo que contemple la situación familiar o consideraciones a la hora de evaluar e incentivos y ayudas para volver a empezar y poder salir adelante en el 2021", sugiere.
 
*Con reporteo adicional de Zoraida Portillo, desde Lima.
 
> Enlace a la carta publicada en Science.