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[SAO PAULO] Los cambios ambientales impulsados por la fase de Oscilación Sur del fenómeno El Niño podrían ocasionar un futuro brote de la úlcera de Buruli en la Guayana Francesa y diseminar el patógeno a otras regiones de América Latina, según un estudio.
Considerada una de las 17 enfermedades tropicales desatendidas, la enfermedad es causada por el bacilo Mycobacterium ulcerans. Produce heridas abiertas y necrosis en tejidos blandos y puede ocasionar discapacidad permanente o incluso la muerte. La Organización Mundial de la Salud (OMS) reporta aproximadamente 6.000 casos anuales.
Todavía no se conoce bien cómo se transmite. La hipótesis más aceptada es que el bacilo estaría asociado a ambientes acuáticos, pues los casos reportados son mayores en áreas próximas a llanuras inundables y entre personas en contacto continuo con ríos, pantanos y estanques.
En el estudio, publicado en agosto en Emerging Microbes Infections, los investigadores verificaron que los años secos, con períodos de fuertes lluvias y anomalías climáticas impulsadas por El Niño correspondieron a una mayor incidencia de la enfermedad en Guayana Francesa, donde es endémica.
El Niño genera un cambio de temperatura de la superficie del océano Pacífico que, a su vez, puede determinar el aumento o disminución de la incidencia de lluvias.
“Al ver cómo se relaciona el clima con el número de casos, sería posible identificar las vías exactas de transmisión y predecir los brotes con más precisión”
Aaron Morris
“La reducción de las lluvias [en Guayana Francesa] formó focos de aguas estancadas, ocasionando un ambiente más propicio para la proliferación del M. ulcerans”, sintetiza para SciDev.Net Aaron Morris, investigador de la Universidad de Bournemouth, Inglaterra, y principal autor del estudio.
“Los períodos de fuertes lluvias posiblemente inundaron los cuerpos de agua estancados, favoreciendo el contacto de las personas con el bacilo”, añade.
El estudio advierte que si bien los casos de ulcera de Buruli se dan solo en algunas regiones de Latinoamérica, las condiciones atmosféricas previstas para los próximos años favorecerían la diseminación del patógeno en la región.
“Sin embargo, al ver cómo se relaciona el clima con el número de casos, sería posible identificar las vías exactas de transmisión, predecir los brotes con más precisión y ajustar el monitoreo de las poblaciones locales”, dice Morris a SciDev.Net.
Para Vidal Haddad Junior, de la Facultad de Medicina de la Universidad Estatal Paulista (Unesp), los cambios en los parámetros ambientales impulsados por El Niño pueden favorecer la incidencia del bacilo, pero no serían un factor determinante para diseminar la enfermedad.
Explica que otra causa sería la proliferación de chinches acuáticos o nipas, que viven en charcos y aguas estancadas, en los que el bacilo puede replicarse.
En ese sentido, la investigación es científicamente correcta pues es de esperarse que las altas precipitaciones aumenten los cursos de agua, “pero la enfermedad debe ser mejor estudiada”, afirma a SciDev.Net.
Resalta que ahora se presta más atención a esta enfermedad, lo cual es positivo porque es una de las más desatendidas y los datos epidemiológicos en los países endémicos muchas veces son difíciles de obtener.