13/05/10

Argentina se aboca a actualizar legislación de semillas

Crédito de la imagen: FlickrHagen123

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Una actualización largamente esperada de la pionera ley de semillas de Argentina podría llegar pronto al ámbito legislativo.
 
La actualización proporcionaría estrechas regulaciones al mercado de las semillas genéticamente modificadas (GM), permitiendo mayor inversión por parte del sector privado. Bajo la ley actual, los agricultores pueden quedarse con semillas GM sin pagar los derechos de patentes a las compañías que las han desarrollado.
 

Argentina ha trazado una senda como uno de los productores de cultivos GM líderes a nivel mundial. Varios factores contribuyen a esta situación, incluyendo prácticas agrícolas que eran compatibles con los cambios necesarios para implementar los cultivos GM, y una actitud positiva del gobierno en la década del noventa, cuando se le persuadió de que los cultivos GM presagiaban la “nueva revolución verde”.

Pero ahora, regulaciones obsoletas y una falta de inversión pública en investigación han permitido a otros países ganar terreno.  

Brasil ya ha superado a Argentina, convirtiéndose en el segundo mayor productor de cultivos GM del mundo, después de los Estados Unidos. Científicos brasileños han creado soja GM resistente a los herbicidas, algo que Argentina ha estado importando y cultivando desde la década del noventa. Otro problema para Argentina es que la retención que los agricultores hacen de las semillas ha llevado a un mercado ilegal de la semilla de soja — el ‘mercado blanco’ — dentro de Argentina y hacia Brasil y Paraguay. 
 
Críticos de la nueva ley de semillas temen a la creciente influencia del agronegocio sobre el gobierno, mientras sus defensores dicen que el aumento en el rendimiento de los cultivos biotecnológicos ha ayudado a mantener andando a la ‘afligida economía del país’.
 

Pero ambas partes concuerdan en que la temprana aceptación de Argentina de la biotecnología GM es “un modelo del cual otros países en desarrollo pueden aprender importantes lecciones”.

Enlace al artículo completo en Nature Biotechnology