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[MÉXICO] El futuro de la ciencia en México será definido antes del próximo 15 de noviembre, cuando la Cámara de Diputados decida aprobar o no una iniciativa propuesta por el gobierno federal para recortar 19,2 por ciento el presupuesto fiscal del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) y los 27 centros públicos de investigación que dependen de él.
De ser aprobada la reducción de US$ 391 millones se coronaría como el mayor recorte presupuestal en la historia de la ciencia mexicana.
Las voces de indignación en la comunidad científica ya se han hecho escuchar. En un comunicado circulado por el periódico Reforma (6 de octubre), 74 galardonados con el Premio Nacional de Ciencias y Artes calificaron el ajuste fiscal como un “retroceso desproporcionado” con graves consecuencias para el progreso del país.
Arturo Menchaca, firmante de la carta y coordinador del Consejo Consultivo de Ciencias de la Presidencia de la República, advierte que con este recorte la ciencia mexicana perdería cuatro años de incremento presupuestal. Como alternativa, el físico ha sugerido que la reducción sea de 10 por ciento para evitar un apagón científico. “Es un fregadazo”, protesta. “Pero de que va a haber recorte, va a haber recorte. Hay que apretar el cinturón”.
Aunque el Conacyt anunció que las becas de posgrado y la contratación de nuevos científicos quedarán blindados del posible recorte, la inversión en laboratorios y proyectos de investigación sí se vería afectada.
“Recortar las inversiones que se hacen a la ciencia aplicada y básica significa estar hipotecando el futuro”, advierte Antonio Lazcano Araujo, biólogo evolutivo de la Universidad Nacional Autónoma de México y miembro de El Colegio Nacional, asociación que agrupa a los intelectuales más destacados del país.
Para ellos, el recorte “demuestra que uno no se puede fiar de simples declaraciones”, señala Lazcano Araujo. “Si el presidente alguna vez volteó hacia nosotros, el cuello ya otra vez se le volvió en la dirección contraria”.