08/10/14

La ventaja de ser optimista frente al pesimismo

London global opportunity panel.jpg
Crédito de la imagen: Anita Makri

De un vistazo

  • Reuniones recientes identifican cómo el sector privado puede ayudar a combatir riesgos globales
  • Se consideró que una ‘guerra contra el azúcar’ era una manera factible de acabar con la enfermedad
  • Esta visión positiva ayudaría también a generar acciones en otros retos globales

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He notado una creciente fatiga con los discursos pesimistas sobre el cambio climático, la migración, y otros temas y eventos ambientales del mundo. En un taller realizado en Copenhague en abril en torno a los mensajes mediáticos sobre cambio climático se sugirió que la preferencia de los medios por presentar visiones apocalípticas sobre esta amenaza ha conllevado a una apatía del público y a la inacción.

En agosto fui invitado a participar en el ‘panel de la oportunidad global’ en Londres, patrocinado conjuntamente por el centro de reflexión (think tank) danés Monday Morning Global Institute y DNV GL, una compañía que ofrece experiencia en estándares técnicos y riesgos en relación con barcos y estructuras mar adentro.

La carta de invitación decía que el panel era parte de una iniciativa mayor que, en los últimos 18 meses, había analizado la pregunta: ¿cómo se imagina un futuro seguro y sostenible? La exploración de la pregunta ha significado la realización de varios paneles que analizan un abanico de temas, entre los que se incluyen tecnologías transformadoras, adaptación al cambio climático, electrificación y, atendiendo a la razón de ser de la empresa marítima DNV GL, ‘el barco del futuro’.


Cinco escenarios de riesgo

El taller de Londres fue una de las ocho sesiones similares organizadas por DNV GL en Abu Dabi, Johannesburgo, Mumbai, Oslo, San Francisco, Sao Paulo y Shangai.

Al inicio del evento se plantearon los cinco escenarios globales del riesgo: crecimiento incontrolado de las ciudades, falta de agua potable, climas extremos, captura continua de combustibles fósiles y aumento en los casos de enfermedades no transmisibles. Cada uno de ellos es de gran interés para el sector de manejo del riesgo, así como para los gobiernos y los ciudadanos del mundo.

Nos dijeron que nuestra tarea era transformar estos riesgos en oportunidades y que nuestras contribuciones podrían llegar a ser parte del Informe de Oportunidad Global 2014, que coproduce DNV GL.

Los organizadores fueron claros: no estaban hablando de identificar oportunidades financieras sino de formas en las que el sector privado —con sus redes, recursos y creatividad— podría ser central para aportar a estos esfuerzos globales con miras a lograr los retos que plantean estos riesgos.

La mecánica del taller fue muy directa: los panelistas, unas 30 personas provenientes de la academia, los negocios, la sociedad civil, los medios y las ONG, empezaron por examinar cada uno de los riesgos y apuntar cómo pensábamos que sería la mejor manera de convertirlos en oportunidades.

Quizá los tomadores de decisión, los gobiernos y los ciudadanos sean más proclives a responder a la necesidad de hacer frente a los riesgos si se los concibe como oportunidades

Kaz Janowski

Luego escribimos nuestras ideas en unas notas adhesivas y las pegamos sobre cada riesgo. Nos dijeron entonces que escogiéramos los riesgos que más nos interesaban y lanzáramos una lluvia de ideas sobre lo que se nos ocurría. Cada participante tuvo luego la oportunidad de explorar dos riesgos en detalle y sugerir la mayor cantidad de formas posibles de transformar esas ideas iniciales en oportunidades.

Finalmente votamos sobre las oportunidades que consideramos más cautivantes en base a cuatro preguntas: ¿la idea tiene que ver con el riesgo que la inspiró? ¿Esa idea contribuirá a lograr una sociedad más sostenible? ¿Esa idea tiene potencial para crear un cambio social extendido? ¿Requiere de la colaboración de muchos grupos de interés para lograr su máximo potencial?

Una enfermedad de prosperidad

En Londres, las oportunidades sobre los casos de enfermedades no transmisibles fueron las de mayor votación. Y la oportunidad más popular fue reducir el consumo de una sustancia aparentemente inocua, pero que causa diabetes, enfermedad del corazón y otros problemas de salud importantes. Se propuso una ‘guerra contra el azúcar’.

Aunque este énfasis en el azúcar inicialmente sonó un poco extraño, recordé algo que Chris Whitty, consejero científico en jefe del Departamento de Desarrollo Internacional del Reino Unido (DFID, por sus siglas en inglés), pronunció en su discurso durante el funeral de David Dickson en julio. Whitty hizo una valiente predicción: que casi todos los países en los que el DFID trabaja, se volverán ricos. Con mayor riqueza, vendrá un mayor consumo de azúcar y con él se presentarán más casos de las enfermedades que produce.

Así, el riesgo aumenta y, en los términos que se consideraron en el panel, también lo hacen las oportunidades para combatirlo.

Lo que pareció atractivo a los panelistas sobre la oportunidad de enfocarse en el azúcar fue que podría ser compactado en un simple mensaje con un conjunto de acciones sencillas. Las sugerencias incluyeron solicitar a las compañías que reduzcan los niveles de azúcar en sus productos, persuadir a los gobiernos para que hagan cumplir esta propuesta y promover mayor transparencia sobre el contenido de azúcar en los productos.

Se pensó que estas acciones significarían que el riesgo se podría terminar de manera firme. En pocas palabras, reducir la prevalencia de las enfermedades no transmisibles declarando una guerra frontal contra el azúcar, a diferencia de algunas de las otras oportunidades que se sugirieron para otros riesgos, podría lograrse.

Se identificaron cuatro países altamente poblados como líderes potenciales para asumir la oportunidad de reducir el consumo global de azúcar: China, Estados Unidos, India y Nigeria. Y lo podrían hacer con la ayuda de tres organismos: la OMS, la firma Oxford Asset Management y la organización para el desarrollo Amref Health Africa.

Todos los integrantes del panel disfrutaron la oportunidad de tomar una posición positiva frente a los tristes temas que se consideraron riesgos. De cualquier manera, debo admitir que el evento me dejó pensando que describir maneras de combatir los riesgos como si fueran oportunidades es más una estrategia del lenguaje.

De otro lado, tal vez esto es justamente lo que se necesita para promover una visión positiva sobre el cambio climático y otros grandes retos. Quizá los tomadores de decisión, los gobiernos y los ciudadanos sean más proclives a responder a la necesidad de hacer frente a los riesgos si se los concibe como oportunidades, así como hicieron los panelistas invitados. Los animo, como lectores de SciDev.Net, a ofrecer su opinión frente al valor de mirar los riesgos globales como oportunidades.

Kaz Janowski es editor de SciDev.Net