12/09/17

Convención sobre mercurio enciende los ánimos

mercury and water
Crédito de la imagen: Panos

De un vistazo

  • Convención rige desde el 16 de agosto
  • Hasta el momento hay 74 Estados parte
  • Obligaciones incluyen el uso del mercurio y la regulación del desecho

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[SANTIAGO] Un compromiso global para reducir los riesgos en la salud y el daño ambiental provenientes de la contaminación por mercurio se hizo efectivo el mes pasado (16 de agosto), cuando la llamada Convención de Minamata sobre el Mercurio empezó a regir.

Los 74 Estados parte de la convención –de 178 que la han firmado- ahora tienen un compromiso legal para tomar medidas hacia la eliminación de nuevas fuentes de mercurio, reduciendo su uso, comercio y emisiones, y regulando los desechos de este elemento.

“A partir de la entrada en vigor, los Estados parte están obligados a obedecer todos los compromisos en el marco de la Convención, algunos de inmediato (como la prohibición de abrir nuevas minas de mercurio); otros, en algunos años, por ejemplo, la eliminación gradual de la manufactura, importación y exportación de productos con mercurio añadido, [que] tendrá efecto en el 2020”, dice Sheila Longan, de la Secretaría Interina de la Convención Minamata.

El mercurio se libera naturalmente al ambiente por los volcanes, las quemas de los bosques y la meteorización de las rocas. Sin embargo, la mayor parte proviene de actividades humanas tales como la minería de oro a pequeña escala.

Este elemento químico persiste en el ambiente; toda exposición es peligrosa, y el envenenamiento por mercurio es incurable.

“A pesar de sus defectos, la Convención representa un avance internacional que pondrá la dirección en la crisis global de mercurio a través del tiempo”.

Michael Bender

Si bien en América Latina no existe minería primaria formal de mercurio, sí se ha reportado producción secundaria en algunos países, como un subproducto de la minería de oro a gran escala o de residuos (relaves) de minería de plata.
 
Según información de los propios países y del inventario mundial de plantas cloro-alcalinas del PNUMA, en 2012 había 11 plantas con tecnología de celdas de mercurio en Argentina, Brasil, Colombia, Cuba, México, Perú y Uruguay que representaban alrededor del 13% de la producción mundial de cloro con células de mercurio. Muchas de estas instalaciones tienen planes para convertirse en tecnologías libres de mercurio para 2020.
 
Las poblaciones más vulnerables son aquellas que comen pescado y mariscos que contienen altas concentraciones de metilmercurio (la forma orgánica de mercurio), y las personas regularmente expuestas a altos niveles de este elemento por su trabajo.

La contaminación, aún con niveles bajos, puede dañar los sistemas nervioso, digestivo e inmune, así como los pulmones, riñones, piel y ojos. Los fetos y niños pequeños son más susceptibles, con estudios que documentan retardo mental en una pequeña proporción de niños en comunidades pesqueras de países tales como Brasil y China.

En México, el consumo habitual de atún enlatado y cazón contribuye en 75% a la exposición al metilmercurio. Y en el extremo meridional de Argentina, un estudio encontró que las aguas que rodean a la Isla de los Estados contenían los niveles más elevados de mercurio de todo el Hemisferio Sur.

La Convención toma su nombre de uno de los peores incidentes de envenenamiento por mercurio, el cual afectó a cientos de personas que consumieron pescado contaminado en la Bahía de Minamata, en Japón, en 1956.

Sus alcances incluyen prohibir nuevas minas de mercurio, eliminar gradualmente las existentes, y regular el uso del mercurio en minería de oro artesanal y de pequeña escala. Unos 15 millones de mineros en 70 países están en riesgo de envenenamiento por mercurio.

Ese tipo de minería se practica al menos en una docena de países de la región, especialmente en los países andinos y amazónicos, pero también en América Central. Según datos de la propia Convención [1], al menos 500.000 mineros artesanales están involucrados en esta actividad. Este sector tiene un impacto significativo en la demanda actual y el comercio de mercurio en la región.
 
Países con importantes industrias mineras artesanales y de pequeña escala, tales como Perú, que es parte de la Convención, deben reducir o eliminar el uso del mercurio y sus compuestos en esas industrias.

“Tras ratificar Minamata, Perú aprobó el Plan de Acción Multisectorial para implementar la Convención, el cual incluye acciones hacia la reducción de emisiones en minería artesanal y otras actividades, con entidades responsables de ejecutarlas”, dice Vilma Morales, de la Dirección General de Calidad Ambiental de Perú.

Otros países con retos mayores en relación con el mercurio incluyen aquellos con emisiones significativas tras quemar carbón e incinerar residuos, tales como China, México y Sudáfrica con minas de mercurio.

Asia, con 48% era en 2010 el principal emisor de mercurio a nivel mundial, seguido por África (17%), América Latina y el Caribe (15%), Europa (11%) y América del Norte (3%).
 
La Convención también estipula que el mercurio debe ser reemplazado en artículos como bombillos, termómetros, cosméticos, baterías y calzas dentales, así como de procesos de manufactura que usan el mercurio o sus compuestos.

Logan dice que la implementación está en curso en todas las regiones, incluyendo más de 100 países en vías de desarrollo con financiamiento del Fondo Mundial para el Medio Ambiente (GEF, por sus siglas en inglés).

“Dado que la Convención recién entró en vigor, el enfoque del trabajo ha sido apoyar a los países en el desarrollo de requerimientos internos para implementarla. Con respecto a la implementación, la orientación al GEF ha sido desarrollada indicando los aspectos en los cuales puede ser apoyada con el financiamiento”.

Sin embargo, el Grupo de Trabajo Cero Mercurio –una coalición de 95 organizaciones públicas ambientalistas- cree que el tratado no se mueve lo suficientemente rápido para dirigirse hacia la espiral de los riesgos para la salud humana derivados de la exposición al mercurio. Por ejemplo, no impone una prohibición sobre el uso del mercurio en la minería de oro artesanal y de pequeña escala, ni tampoco fija objetivos de reducción de emisiones para centrales térmicas a carbón.

“A pesar de sus defectos, la Convención representa un avance internacional que pondrá la dirección en la crisis global de mercurio a través del tiempo”, dice Michael Bender, el coordinador del grupo internacional.