24/05/18

Tratamiento de bebés y adolescentes con VIH es deficiente

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Bebés con VIH enfrentan una serie de limitaciones en países en desarrollo que les impiden iniciar tratamiento precozmente. Crédito de la imagen: OPS / Flickr

De un vistazo

  • Estigma social y falta de diagnóstico precoz limita tratamiento a jóvenes en Sur global
  • Casi 70 por ciento de niños con VIH inician tardíamente su tratamiento
  • Tratamiento pediátrico de enfermedad está rezagado en comparación con el de adultos

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Falta de diagnóstico precoz, limitaciones para la realización de pruebas virales de rutina y estigma social son las barreras que confrontan los jóvenes con VIH para su tratamiento, especialmente en los países en desarrollo.
 
Las conclusiones son de un estudio publicado en la revista PloS Medicine, que encontró que entre los jóvenes del Sur global, las tasas más bajas de tratamiento están entre los bebés menores de un año y los adolescentes entre 15 y 19 años.
 
El estudio evaluó el intervalo entre el diagnóstico e inicio del tratamiento antirretroviral en niños y jóvenes de 0 a 19 años. Desarrollada entre 2004 y 2015, la investigación acompañó a más de 135 mil niños y jóvenes de diversas regiones de África, Asia-Pacífico y América Latina.
 
En promedio, casi 70 por ciento de niños observados por el estudio iniciaron tratamiento hasta dos años después del diagnóstico o inscripción en programas de tratamiento para pacientes con VIH. Asia-Pacífico fue la región con la tasa más alta (78,3%) y África Central con la más baja (49,8%). En América Latina 71 por ciento inició el tratamiento en ese periodo. En total el dos por ciento de bebés murieron antes de iniciar su tratamiento.
 
Poco más del 20 por ciento de todos los niños y jóvenes acompañados por los investigadores no continuaron en los programas de tratamiento, "lo que es un porcentaje significativo y bastante preocupante", observa Jorge Pinto, investigador de la Universidad Federal de Minas Gerais y coautor del estudio. Dificultades de desplazamiento, miedo al estigma y cambios de domicilio de los pacientes están entre las causas más frecuentes para este abandono.

Los medicamentos para el VIH infantil no son un negocio lucrativo para la industria farmacéutica, ya que los países desarrollados no son un gran mercado consumidor”.

Andrew Ball, Departamento de VIH / SIDA de la OMS

En entrevista con SciDev.Net, Pinto explica que el diagnóstico precoz en lactantes es uno de los cuellos de botella porque "requiere capacidad tecnológica para hacerles exámenes moleculares", infraestructura que generalmente no poseen los países más pobres.
 
Además, "los medicamentos tienen mal sabor y la cantidad de pastillas es muy grande, pues el avance de la terapia pediátrica no ha ido al compás de la terapia de adultos", añade.
 
Andrew Ball, consejero senior de Estrategia y Operaciones en el Departamento de VIH / SIDA de la Organización Mundial de la Salud concuerda con esa opinión. "Los medicamentos para el VIH infantil no son un negocio lucrativo para la industria farmacéutica, ya que los países desarrollados no son un gran mercado consumidor", señala a SciDev.Net.
 
En cuanto a la baja adhesión de adolescentes al tratamiento antirretroviral, Pinto observa que "esta población típicamente está fuera del sistema de salud, incluso en los países ricos”. Uno de los motivos de esta situación, según Ball, es la dificultad que conlleva la transición entre el tratamiento pediátrico y el adulto.
 
"Cuando se está acompañado desde la infancia por un equipo, cambiar de médico y de sistema puede ser complicado, además los adolescentes pueden volverse rebeldes y rechazar el cuidado formal debido a la presión social, por no querer ser diferentes de los amigos", explica.

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Crédito: OPS / Flickr.

Según datos de ONUSIDA, al 2016 había en el mundo 36,7 millones de personas con VIH, de las cuales 25,6 millones viven en el continente africano. Allí, solo en la región subsahariana cerca de 1,9 millones de niños menores de 14 años tienen la enfermedad, cifra mayor que toda la población de América Latina con VIH (niños y adultos), estimada en 1,8 millones de personas.
 
Asimismo, 3,1 millones de jóvenes entre 15 y 24 años —casi dos tercios de ellos, niñas— también conviven con la enfermedad en África subsahariana. En América Latina, esta población es de 190 mil personas, de las cuales 70 mil son mujeres.
 
Los expertos entrevistados coinciden en que tratar a estos jóvenes es crucial para alcanzar el objetivo 90-90-90 de las Naciones Unidas para el 2020, que significa: 90 por ciento de las personas con VIH sepa que tiene el virus; el 90 por ciento de ellas reciba tratamiento antirretroviral y el 90 por ciento de personas en tratamiento tenga niveles indetectables del virus en la sangre.
 
Alcanzar esta meta será decisiva para erradicar el SIDA a nivel mundial el 2030, uno de los objetivos de desarrollo sostenible establecidos por la ONU.
 
Pinto duda que se logre alcanzar ese objetivo. "Es difícil evaluar, pero tenemos evidencias indirectas de que nuestro desempeño no es exactamente brillante", observa.

Sophie Desmonde, coautora del estudio e investigadora de la Universidad de Toulouse III, cree que posiblemente algunos países sí logren alcanzar el objetivo hasta 2030, “pero globalmente será complicado, especialmente porque el diagnóstico de la enfermedad en los niños es más difícil que en los adultos", precisa a SciDev.Net.
 
Señala que “la tasa de tratamiento observada en el estudio, a pesar de no alcanzar el 90 por ciento, sigue siendo bastante superior a los promedios globales". Según ONUSIDA, 43 por ciento de niños y adolescentes de todo el mundo recibe tratamiento, contra 54 por ciento de los adultos.
 
Andrew Ball es más optimista: "incluso con todas las limitaciones, tenemos el conocimiento y las herramientas para extender la cobertura de tratamiento, pero será necesario un esfuerzo coordinado para alcanzar esta meta".
 
Un gran paso en ese sentido depende de cómo se supere el prejuicio que estigmatiza al VIH. Daniela Bertolini, coordinadora de pediatría del Centro de Referencia y Entrenamiento en infecciones de transmisión sexual/Sida en São Paulo, señala que "muchos jóvenes diagnosticados recién vuelven al servicio de tratamiento cuando están muriendo, porque no soportan convivir con el diagnóstico ni con el miedo constante de la no aceptación”.

“Es una lástima que mueran de una enfermedad controlable debido al estigma. Ciertamente el nivel de tratamiento sería mayor y más eficaz de no ser por este factor”, asegura.
 
Enlace al artículo completo en Plos Medicine