20/01/20

Insecticida ecológico protege cosechas en México

semillas nim by COLPOS
Secado de semillas de nim en el campus de COLPOS. Crédito de la imagen: Cortesía de COLPOS para SciDev.Net.

De un vistazo

  • Con sólo US$ 1,5, el bioinsecticida puede proteger de ataque de gorgojos hasta 100 kg de maíz
  • Dos millones de personas practican la agricultura de subsistencia en el país azteca
  • Uso de bioinsumos agrícolas, alternativos a los productos convencionales, crece en América latina.

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Un insecticida basado en la semilla del nim (Azadirachta indica, árbol tropical originario de India y Birmania) permite a los agricultores de maíz de México proteger sus cosechas a bajo costo y sin daños ambientales. Desarrollado en el Colegio de Postgraduados (COLPOS, un organismo del gobierno federal), puede resguardar 100 kilos del cultivo -el promedio de consumo personal por año en el país- con una inversión de apenas US$ 1,5.
 
La investigación que dio origen al Granim (tal el nombre del producto) tuvo un recorrido extenso desde 1989. “Conocía la propiedad insecticida del nim y sabía que existía un proyecto del gobierno alemán en Nicaragua. Así, me puse en contacto con personal de la embajada de México en Managua”, recuerda el ingeniero agrónomo Ángel Lagunes Tejeda, autor principal de la innovación, quien entonces ya trabajaba en el COLPOS.
 
Después de recibir 200 semillas de nim, Lagunes inició las pruebas de adaptación de la planta con siembras en los campus del Colegio en Veracruz (a 50 metros sobre el nivel del mar) y Montecillo, a 2.200 metros. Cuando descubrió que prosperaba a alturas menores a los 800 metros, dirigió la instalación de viveros y la distribución de más de 35.000 plantas -que también empezó a recibir desde Guatemala, Puerto Rico y Cuba- en todo el país.
 
Con vistas a su posible producción y comercialización, los expertos del COLPOS empezaron a experimentar con una mezcla de polvo de semilla, follaje y ramas delgadas de nim, a la que agregaron polvo abrasivo (carbonato de calcio), polvo higroscópico (de piedra pómez) y cal (hidróxido de calcio).
 
Se basaban en un estudio que el propio Lagunes había hecho en 1991 sobre la efectividad de 430 plantas contra plagas de maíz y frijol almacenado. Luego de probar con distintas proporciones de los componentes, concluyeron que las dosis de entre 7,5 y 12,5 kg por tonelada de maíz disminuían hasta en un 40 por ciento los daños del gorgojo.
 
Cada año, la contaminación de ese insecto ocasiona pérdidas en las cosechas de dos millones de agricultores de subsistencia en el centro y sudeste, la región más pobre del país. De las 20 millones de hectáreas dedicadas a la agricultura, aproximadamente 40 por ciento se destinan a la producción de maíz en México, donde se se consumen 11 millones de toneladas anuales de maíz blanco en forma de tortillas.
 
Para las familias que almacenan sus granos en condiciones rústicas, Granim es una alternativa inocua y sin daños ambientales. Solo se requiere una aplicación anual antes de resguardarlos en un lugar seco.
 
Cuando el gorgojo se mueve en los instersticios de los granos, empieza a rasparse con los componentes abrasivos de la mezcla y sufre daños en la cutícula. Como Granim tiene capacidad absorbente, el insecto también se deshidrata. El proceso se completa con la azadiractina, el compuesto del nim que afecta sus capacidades metabólica y reproductiva. Más tarde, para consumir los granos solo es necesario un lavado con agua.
 
Los dos componentes principales de Granim son muy conocidos, recuerda Roberto Lecuona, director del Instituto de Microbiología y Zoología Agrícola en Argentina. “El abrasivo sobre el tegumento de los insectos favorece su desecación; se lo ha ensayado y usado en varias oportunidades. Por otro lado, se sabe que el nim tiene propiedades insecticidas e incluso medicinales”.
 
Lagunes explica que la innovación de su producto “es hacer una mezcla con nim que sea factible”. Granim contiene hasta 6 por ciento de nim. Los demás componentes hacen que los costos sean viables.Frente a los insecticidas convencionales (más caros y en algunos casos con riesgos para la salud humana), el producto “se enmarca -según su principio activo- dentro de los bioinsumos, que están teniendo un desarrollo incremental por su baja toxicidad y respeto al medio ambiente”, plantea Lecuona.
 
Los bioinsumos agrícolas son productos biológicos producidos por microorganismos (hongos, bacterias, virus) o macroorganismos (ácaros e insectos benéficos), extractos o compuestos bioactivos derivados. Como biofertilizantes o fitoestimulantes se destinan a la producción agropecuaria, agroalimentaria, agroindustrial y agroenergética.
 
Estados Unidos, Canadá y México comercializan el 44 por ciento de ellos, por delante de la Unión Europea (20 por ciento) y el resto de América latina (10 por ciento). Las proyecciones de ventas dan cuenta de un incremento de hasta el 17 por ciento entre 2016 y 2022.
 
Preguntado sobre la posibilidad de llevar el producto a otros países de la región, Lecuona señaló que en cada uno “deben hacerse los trámites correspondientes para garantizar la calidad e inocuidad del producto (para usuarios y consumidores) y para verificar la eficiencia en el control de las plagas”.
 
Además “hay que garantizar un mercado importante y diversificado, y un volumen de comercialización que justifique los costos de producción. Para saber si el producto reúne esas características, deben hacerse estudios más profundos que garanticen su éxito comercial”, añadió.
 
En México, las pruebas piloto con Granim ya distribuyeron 132 toneladas a 26.400 familias. “Podemos iniciar un programa más ambicioso”, afirma Lagunes, que no logra cumplir con los pedidos que llegan desde distintos rincones del país porque carece de una logística de envíos.
 
Por ahora, el producto sólo está disponible en el campus Montecillo del Colegio, a 50 minutos de Ciudad de México. En breve, anticipa Lagunes, también llegará al campus Córdoba, en Veracruz, en la costa del Golfo de México.
 
Para cumplir con la demanda potencial, Lagunes requiere “instalaciones para secado y para las materias primas, espacio para la máquina embolsadora y almacén para el producto terminado”. El ingeniero cree que están dadas las condiciones para la industrialización.
 
El 3 de enero, la Secretaría de Agricultura difundió las ventajas del producto como resultado de una reunión entre Lagunes y Víctor Manuel Villalobos –titular del sector– donde le aseguró que lo apoyaría “con una reunión en el organismo Seguridad Alimentaria Mexicana, donde se encuentra la red nacional DICONSA, que podría distribuir el Granim”.
 
El objetivo de corto plazo es que la producción de Granim alcance las 300 toneladas anuales, con un beneficio potencial sobre 60.000 familias de agricultores. A escala masiva, podría alcanzar a los dos millones de productores de subsistencia, un aporte sensible a la seguridad alimentaria de los mexicanos más vulnerables. El producto también puede usarse en el frijol.