16/07/18

Brasil: sospechan transmisión de lepra por armadillos

Armadillo by Manchester City Library
En el estado amazónico de Pará, Brasil, caza y consumo de armadillo es muy frecuente. Crédito de la imagen: Manchester City Library / Flickr

De un vistazo

  • 62 por ciento de animales estudiados tenía señales de ADN de Mycobacterium leprae
  • Mayoría de pobladores de Pará consumen armadillo por lo menos una vez al año
  • Políticas de control de la lepra en Brasil deben tomar en cuenta esta realidad

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[SÃO PAULO] La caza y el consumo de armadillos pueden significar un mayor riesgo de contraer la lepra, enfermedad infecciosa que afecta los nervios, produce debilidad muscular y genera manchas blanquecinas o rojizas en la piel.
 
Así lo concluyó un equipo internacional de investigadores que evaluó 16 armadillos capturados en dos villas del municipio de Belterra, en el estado de Pará, región amazónica de Brasil, lugar escogido por la alta densidad de estos mamíferos en los bosques circundantes y por el alto porcentaje de personas que cazan o consumen el animal.
 
Aunque en Brasil están prohibidos la caza y el consumo de armadillo, la práctica es común en aquellas regiones del país donde abundan estos animales y escasean otras fuentes de proteína.
 
Los investigadores evaluaron muestras del hígado y bazo de armadillos capturados por los habitantes de las aldeas, verificando que en el 62 por ciento de los animales había señales del ADN de la bacteria Mycobacterium leprae, causante de la enfermedad.
 

Los resultados presentan evidencias que refuerzan la sospecha de que los armadillos podrían albergar y transmitir la bacteria de la lepra, actuando como un reservorio del patógeno”.

Marcus Vinicius Rodrigues, Universidad del Oeste Paulista

 En pruebas de sangre tomadas a 146 moradores locales los expertos confirmaron lepra en siete de ellos, mientras 91 tenían anticuerpos contra el patógeno, lo que sugiere que ya habían entrado en contacto con el microorganismo.

Aquellos que dijeron consumir la carne del animal con frecuencia —más de una vez al mes o hasta dos veces por semana— tenían más anticuerpos.
 
“Los resultados presentan evidencias que refuerzan la sospecha de que los armadillos podrían albergar y transmitir la bacteria de la lepra, actuando como un reservorio del patógeno”, dice a SciDev.Net Marcus Vinicius Rodrigues, biomédico de la Universidad del Oeste Paulista, quien no participó del estudio.
 
Eso sería potencialmente problemático, toda vez que alrededor del 65 por ciento de las personas de aquella región consumen carne de armadillo al menos una vez al año — y dado que son animales grandes, un cazador que atrapa uno puede compartirlo con familiares y amigos.

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Crédito: Wikimedia bajo licencia Creative Commons.

 
“Pero para establecer una conexión de causa y efecto, sería preciso demostrar que la bacteria identificada en los armadillos es la misma cepa hallada en el sangre de las personas”, explica a SciDev.Net John Spencer, inmunólogo de la Universidad del Estado del Colorado, Estados Unidos, y autor principal del estudio, publicado en la revista PLoS Neglected Tropical Diseases.
 
La lepra se transmite con frecuencia a través del contacto con secreciones nasales, tos o estornudos de personas infectadas. Por mucho tiempo se conoció únicamente su agente causal, la bacteria M. leprae, identificada por el médico noruego Gerhard Hansen en 1873.
 
El tratamiento, antes incierto, hoy en día es sencillo, gratuito y eficiente, a base de sulfona y otros dos medicamentos, rifampicina y clofazimina. Sin embargo, Brasil es el segundo país con mayor número de casos en el mundo, después de India. En 2016, el Ministerio de Salud registró 25.218 nuevos casos.

“A pesar de que el tratamiento es gratuito, una de las dificultades enfrentadas es el diagnóstico de la enfermedad, pues aún existe mucho prejuicio con relación a la lepra, lo que dificulta la demanda de los servicios de salud”, explica a SciDev.Net Ricardo Arcêncio, profesor de la Escuela de Enfermería de la Universidad de São Paulo.

“Otro factor son las condiciones socioeconómicas que contribuyen a la cadena de transmisión de la enfermedad, tales como ingreso familiar bajo, viviendas precarias y aglomeración de habitantes por vivienda”, añade Arcêncio, quien no participó del estudio.
 
Spencer asegura que a pesar de los resultados, es poco probable que la población de la región cambie sus hábitos alimenticios, incluso si saben que los armadillos transmiten enfermedades.
 
“Comer armadillos es parte de la vivencia social y cultural de esas personas, lo que continuará por generaciones”, explica.
 
La bióloga Selma Jeronimo, del Instituto de Medicina Tropical de la Universidad Federal del Rio Grande do Norte, señala que los hallazgos del estudio sugieren que esos animales deben ser tenidos en cuenta en la formulación de políticas públicas para el control de la enfermedad.
 
“La eliminación de la lepra, así como de todas las otras enfermedades olvidadas, es una meta complicada pues involucra cuestiones y esfuerzos políticos, inversiones en investigación e interés en enfermedades que afectan a poblaciones pobres y vulnerables”, resalta Rodrigues.

> Enlace al estudio completo en PLoS Neglected Tropical Diseases