14/05/21

Q&A: “La ciencia trae muchas satisfacciones”

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Nubia Muñoz Calero, médica epidemióloga colombiana, ha dedicado su vida a la investigación del cáncer, especialmente el cervical y su relación con el virus del papiloma humano. Crédito de la imagen: Fundación BBVA

De un vistazo

  • Nubia Muñoz Calero ayudó a entender la relación entre el virus del papiloma humano y el cáncer cervical.
  • Esa investigación le valió ser postulada al Premio Nobel de Medicina en 2008.
  • Hace más de cuatro décadas trabaja en el Centro Internacional para Investigación del Cáncer en Francia.

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“Las decisiones políticas deben estar basadas en evidencia científica”, afirma la epidemióloga Nubia Muñoz Calero, quien lideró los estudios internacionales que llevaron a comprender la relación causal del virus del papiloma humano (HPV) sobre el cáncer cervical, por lo que se convirtió en la primera científica colombiana postulada al premio Nobel de medicina (2008). Reconoce que si bien debido a la COVID-19 la ciencia ha saltado a la primera plana de los medios de todo el mundo, se ha reforzado la cooperación internacional y se han dado enormes avances en el desarrollo de vacunas en tiempo récord, en Latinoamérica muchos políticos pasaron por alto la evidencia científica al tomar decisiones, y exhorta a no desaprovechar las lecciones que deja la pandemia.

A lo largo de los años ha recibido numerosos reconocimientos académicos: premio “Sir Richard Doll” de la Asociación Internacional de Epidemiología; premio “Bruchbacher” para la investigación en cáncer de la Fundación Brupbacher en Zúrich; “Canadá Gairdner Global Health award” de la Fundación Gairdner de Canadá, y el prestigioso premio Fronteras del Conocimiento, de la Fundación BBVA. Desde hace más de cuatro décadas desarrolla su carrera profesional en el Centro Internacional para Investigación del Cáncer, organismo de la Organización Mundial de la Salud en Lyon, Francia.

Usted realizó un aporte importantísimo a la comprensión del rol del HPV en el cáncer cervical. ¿Qué cree que aún falta para disminuir a su mínima expresión esta forma de cáncer?

El cáncer cervical es el tercero más frecuente en América Latina y el Caribe, después del cáncer de mama y el colorrectal, con cerca de 60.000 nuevos casos al año, de los casi 600.000 que se diagnostican en ese lapso en el mundo.

Para combatirlo aún falta poner en práctica eficazmente las medidas preventivas disponibles. Me refiero a la vacuna profiláctica contra el HPV y los test de HPV para detectar las lesiones precancerosas en los programas de cribado o tamización.

Aunque la vacuna contra el HPV ha sido introducida en los programas de vacunación de la gran mayoría de países latinoamericanos, y es gratuita, en la mitad de esos países las tasas de cobertura son inferiores al 50 por ciento. Ahora todos buscamos ansiosamente ser vacunados contra el COVID-19, pero debemos también protegernos mediante la vacuna contra el HPV del cáncer cervical y de otros canceres causados por este virus tales como el cáncer de vulva, de vagina, del ano, del pene y cánceres de la orofaringe.

Los aportes que Ud. realizó hicieron posible el desarrollo de vacunas contra el HPV. ¿Recibió algún reconocimiento económico?

El principal reconocimiento que he recibido es saber que mis investigaciones han sido clave para eliminar el cáncer de cuello uterino. He estado al frente de estudios de epidemiología molecular en 50 países, los que demostraron, sin lugar a duda, que el virus del HPV es la causa del cáncer cervical.

De los cerca de 30 tipos que infectan el cáncer cervical, encontramos que los tipos VPH 16 y 18 eran responsables del 70 por ciento de los casos en todas las regiones del mundo y que cinco tipos más (VPH 31, 33, 45, 52 y 58) causaban el 20 por ciento adicional de casos.

Los resultados de nuestros estudios fueron de gran utilidad para que las compañías farmacéuticas decidieran la composición de sus vacunas y de los test de HPV. Pero no he recibido ninguna compensación económica por ello.

Persistir en la ciencia

Las dificultades que enfrentan las mujeres a la hora de hacer ciencia hoy, ¿se asemejan a las que seguramente usted experimentó al inicio de su carrera?

Se han logrado progresos en cuanto a la posición de las mujeres en la ciencia, pero aún falta mucho por hacer. Cuando yo estudié medicina, las mujeres representaban un poco menos del 10 por ciento del total de estudiantes; ahora, en muchas facultades de medicina, hay tantas mujeres como hombres.

En cuanto a la investigación científica, solo un tercio de los investigadores son mujeres, a pesar de que representan el 50 por ciento de estudiantes universitarios. Seguramente porque las mujeres no gozamos de las mismas oportunidades que tienen los hombres para desarrollar una carrera científica y para progresar en ella.

A medida que se avanza en los escalafones académicos o profesionales, la proporción de mujeres va siendo cada vez menor. Hay varias razones para ello, incluyendo las dificultades que tienen las mujeres por la maternidad o por su mayor implicación en la atención a la familia, el sesgo antifemenino que opera en procesos de selección y promoción del personal científico, así como la existencia de estereotipos, pues prima una imagen masculina de los científicos.

A las jóvenes que inician una carrera científica les diré que la ciencia trae muchas satisfacciones y que persistan, a pesar de los obstáculos.

“Es imperativo acelerar y fortalecer las campañas de vacunación contra COVID-19, si consideramos que el número de nuevas infecciones y decesos está aumentando dramáticamente”. Crédito de la imagen: Fundación BBVA.

Las lecciones de la pandemia

Ud. ha dicho que “ningún país estaba preparado para manejar y controlar una emergencia sanitaria de la magnitud de la pandemia actual”. Como epidemióloga, ¿cuál cree que es la lección que debemos aprender de esta pandemia y de qué modo deberíamos prepararnos para futuros eventos?

La pandemia causada por el SARS-CoV-2 nos deja muchas lecciones. Si bien a nivel global su impacto económico ha sido considerable, los pobres han sufrido mucho más, aumentándose notablemente la desigualdad.

Ha sido enorme su impacto en la salud, no solo en los programas de prevención sino también en la atención, diagnóstico y tratamiento. El cierre de las escuelas y colegios durante las cuarentenas ha tenido un efecto nefasto, tanto en la educación, como en la salud física y mental de los niños.

El gran impacto de la pandemia en la economía y salud ha estimulado debates sobre la necesidad de justicia social y solidaridad global proponiendo, por ejemplo, considerar las vacunas como un bien público. Iniciativas como la COVAX de la OMS, para un acceso equitativo global a las vacunas contra el COVID-19 van en ese sentido, pero están lejos de ser suficientes; al 13 de mayo de 2021 vemos que de 1.378 millones de dosis que se han aplicado en el mundo,  265 millones se han aplicado en Estados Unidos,  272 millones en Europa y solo 89 millones en Suramérica y  22 millones en África.

Como notas positivas, observamos que la ciencia ha estado en la primera plana de los medios de todo el mundo. La cooperación internacional en la investigación se ha visto reforzada y, en parte gracias a ello, se han desarrollado vacunas contra el SARS-CoV-2 en tiempo récord.

En cuanto al manejo de la pandemia mucho podemos aprender por ejemplo de Singapur, Nueva Zelandia, Hong Kong, Taiwán, que han logrado controlar la pandemia basándose en sus experiencias pasadas con otras epidemias de coronavirus. Formaron grupos de expertos en el manejo de crisis sanitarias que coordinan entidades públicas y privadas a nivel nacional y local y establecen un diálogo entre las comunidades científicas y los políticos.

“Es imperativo acelerar y fortalecer las campañas de vacunación contra COVID-19, si consideramos que el número de nuevas infecciones y decesos está aumentando dramáticamente”.

Nubia Muñoz Calero, médica epidemióloga colombiana

Acelerar y fortalecer vacunación contra COVID-19

Usted se ha referido al impacto en la vacunación derivado del “escepticismo vacunal”, en relación al VPH. Ese escepticismo ¿afecta también a la actual pandemia?

El escepticismo vacunal, entendido como la actitud de dudar del valor de las vacunas, está afectando gravemente la vacunación contra COVID-19.

Por ejemplo, la decisión de países europeos de suspender el uso de la vacuna de AstraZeneca podría aumentar el escepticismo, comprometiendo campañas de vacunación sobre todo en los países pobres, donde, por ser una vacuna más barata y más fácil de almacenar que otras, constituye la principal opción. De hecho, representa la mitad de las dosis distribuidas en el primer semestre del año por el programa COVAX.

Es importante restaurar la confianza en la vacuna de AstraZeneca si consideramos que hay evidencia científica que demuestra su alta eficacia en la prevención de casos graves de COVID-19 y los efectos secundarios graves (trombosis venosas) son muy raros: menos de 0,5 por 100.000 mientras que el riesgo de trombosis en una persona que ha desarrollado COVID-19 es aproximadamente 10 por ciento y en mujeres por el uso de anticonceptivos orales es de alrededor de 40 por 100.000.

Es imperativo acelerar y fortalecer las campañas de vacunación contra COVID-19, si consideramos que el número de nuevas infecciones y decesos está aumentando dramáticamente.

¿Qué diría del manejo político de la epidemia en la región?

El manejo de la pandemia se refleja, en parte, en los datos de mortalidad y cobertura vacunal. Al  13 de mayo de 2021, las mayores tasas de mortalidad por 100.000 habitantes se han reportado en Brasil (202), Perú (198) , México (172) , Colombia ,(156)  y Argentina y Chile (152) , mientras que tasas  bajas se han registrado en Uruguay (93) y Costa Rica (68).

Es de notar que en Brasil y México, con las tasas de mortalidad más altas, el manejo político de la pandemia ha sido desastroso. En ambos países sus presidentes y asesores han minimizado el aspecto sanitario, no han tenido en cuenta la evidencia científica y han dado más importancia al aspecto económico. Ambos presidentes han rechazado el uso de cubrebocas y ambos adquirieron el COVID-19.

La gran mayoría de los líderes latinoamericanos ignoraron que el aspecto sanitario está íntimamente ligado al económico y que las decisiones políticas deben estar basadas en evidencia científica.