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El bajo interés por la ciencia y la tecnología por parte de la clase política mexicana quedó demostrado en la reciente campaña política para elegir gobernadores, diputados locales y federales, y presidentes municipales: sólo un candidato mencionó su importancia.


Octavio Paredes, vicepresidente de la Academia Mexicana de Ciencias, llama la atención sobre los bajos niveles de preparación académica de los congresistas de su país. México aún invierte sólo el 0.4 por ciento de su Producto Interno Bruto (PIB) en ciencia, a pesar de que el presidente Vicente Fox ofreció llegar al uno por ciento. Pocas patentes, baja calidad de la educación, 1.100 jóvenes graduados con título de doctorado por año sin espacios para su inserción laboral, una comunidad científica que envejece, son algunos de los problemas que enfrenta la ciencia mexicana.


A pesar de las acciones y los esfuerzos puntuales realizados en los últimos años, como la descentralización científica, la inclusión de la CyT en el Tratado de Libre Comercio (TLC), y la labor de sensibilización hacia el tema por parte de los miembros de la Academia Mexicana de Ciencias, aún es bajo el número de académicos que integran el gabinete federal actual. “Sin abandonar nuestras trincheras para el avance de la educación y de la CyT, se tiene la necesidad de incrementar el cabildeo desde adentro y afuera de todos los organismos que toman decisiones en relación con estas actividades”, dice Paredes.

Enlace con el artículo de La Reforma