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[CIUDAD DE MÉXICO] La ciencia mexicana se encuentra en un proceso de envejecimiento acelerado debido a la carencia de programas que incorporen a los jóvenes a las actividades de investigación, así como de incentivos para la jubilación de los científicos veteranos.


Sólo el 22 por ciento de los 9 mil miembros del Sistema Nacional de Investigadores (SNI), que aglutina a los científicos más importantes de México, tiene menos de 40 años de edad, mientras que el 35 por ciento es mayor a los 50 años.


“Estamos perdiendo a los jóvenes que tanto esfuerzo ha costado formar”, afirmó Ana María Cetto, secretaria general del Consejo Internacional de Uniones Científicas y directora general del Departamento de Cooperación Técnica de la Agencia Internacional de Energía Atómica. “Tenemos una nueva generación de científicos muy bien preparados, pero no se les está incorporando a la investigación. Los estamos dejando ir en vez de retenerlos y ofrecerles empleos”.


Este proceso de envejecimiento es muy complejo, con múltiples causas y aparentemente es irreversible. Lo que, de acuerdo con la investigadora mexicana, se reflejará en los próximos años en una gran pérdida de continuidad en las actividades científicas del país.


Uno de los motivos mas importantes es la falta de trabajo para los jóvenes científicos. “He buscado empleo en varias universidades mexicanas, pero no encuentro; tampoco en las empresas hay lugares para los investigadores”, señaló Juan Alberto Osorio, de 31 años, quien dentro de unos días obtendrá su doctorado en biotecnología de plantas en el Centro de Investigación y de Estudios Avanzados, (Cinvestav), Unidad Irapuato. Hasta ahora, Osorio sólo tiene dos opciones: estudiar un postdoctorado o trabajar en el extranjero.


“Se considera que la etapa más productiva en la ciencia es de los 25 a los 45 años, por ello se les debe motivar para realizar ciencia de calidad en México, pero no existen las condiciones adecuadas para incorporarlos a la planta de investigadores”, afirmó Mauricio Terrones, de 34 años, quien labora en el Instituto Potosino de Investigación Científica y Tecnológica. Terrones, ganador del premio de la UNESCO para jóvenes investigadores en el año 2001, resaltó la importancia de crear programas de retiro de científicos para generar nuevas fuentes de trabajo.


Luis Álvarez, de 38 años, del Departamento de Genética y Biología Molecular del Cinvestav, en la Ciudad de México, subrayó que uno de los graves problemas del sistema científico mexicano es que a los jóvenes se les exige la misma capacidad productiva que a los investigadores consolidados, lo cual es imposible pues la mayoría apenas inicia con sus propias líneas de trabajo, y sin el equipo ni los recursos suficientes. “No pueden trabajar de la misma forma que los consolidados”, indicó Álvarez. “Y por otro lado, muchas veces, aunque se contratan jóvenes, no hay lugar donde ponerlos ya que no se han creado nuevas instituciones”.


Ejemplo de ello es el departamento donde labora en el Cinvestav, uno de los centros de investigación de mayor prestigio en América Latina, donde no se ha realizado una sola contratación desde hace cuatro años.


“Los veteranos han alcanzado los más altos niveles en el SNI y en el  Cinvestav, pero su trabajo no lo dejarán hasta que se mueran”, agregó Álvarez. “No necesitan ser productivos, tienen investigadores jóvenes bajo su tutela y la infraestructura para hacer investigación lo que origina una relación parasítica entre ambos”. Después de trabajar algunos años para un investigador viejo, la línea de investigación de los jóvenes pasa a ser del investigador consolidado.


“Si uno acepta ese tipo de condiciones quizá progrese rápido, pero si no, se enfrentará a muchos obstáculos porque los investigadores viejos son los mismos que evalúan los proyectos en el Conacyt y en el SIN.”


El genetista, con tres patentes internacionales, mencionó que a los jóvenes investigadores se les debe dar un apoyo extra para montar su laboratorio, lo cual requiere tiempo y dinero para que empiece a producir.”


En el SNI los científicos mayores de 50 años controlan el 43.65 por ciento de los recursos mientras que  los investigadores de entre 30 y 39 años sólo reciben el 15.8 por ciento del presupuesto.


Este panorama de la ciencia se ha reflejado en el lento crecimiento de la planta de investigadores en México. Le tomó casi 20 años para pasar de 4 mil 500 investigadores a los 9 mil actuales; además, se gradúan solo mil doctores al año, mientras que en Brasil surgen 6 mil cada año.


En el Programa Especial de Ciencia y Tecnología 2001-2006, el Gobierno estableció como meta llegar a 30 mil investigadores en el SNI y 50 mil doctorados para el 2006 cifra que para la mayoría de los científicos mexicanos será inalcanzable.


“Por un lado, está el problema de la salida de los científicos viejos y, por otro, la entrada de jóvenes”, consideró Pablo Rudomín, Coordinador del Consejo Consultivo de Ciencias de la Presidencia. “En el SNI hay una tendencia hacia edades más avanzadas, y muchos jóvenes que obtienen su doctorado se van del país”.


Rudomín mencionó que no existen programas de jubilación adecuados y tampoco hay una política adecuada para reclutar jóvenes y darles apoyos razonables, aunque reconoció que la investigación científica no es tan atractiva para las nuevas generaciones.


“Debemos aprovechar a los investigadores de amplia experiencia pues a veces es tan importante la sabiduría como la productividad”, subrayó Rudomín. “El progreso de la ciencia requiere la incorporación de nuevos jóvenes de forma constante ya que el conocimiento cambia continuamente”.