03/12/07

Oportunidades a partir de producción de biocombustible

The challenge for ACP countries is to find resources for large-scale biofuel production Crédito de la imagen: CGIAR/ICRISAT

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La producción de biocombustible ofrece un salvavidas para países productores de azúcar golpeados por las reformas de la Unión Europea de 2006, señala Maureen Wilson.

La caña de azúcar es la planta más eficiente en términos de producción de biomasa, y los países del Caribe tienen considerable experiencia en hacer uso incluso de lo que queda de la fibra de la planta, conocido como bagazo, después de procesada.

La tecnología necesaria para quebrar estas fibras de celulosa recalcitrantes es costosa, pero se está desarrollando rápidamente y dentro de cinco años debería ser mucho más barata.

El uso de residuos de cultivo con fines energéticos, más que reducir el cultivo en sí mismo, disminuirá las objeciones relativas a plantar cultivos para producir combustible en lugar de alimento.

Mejoramientos en escala de laboratorio

Los científicos buscan nuevas enzimas para degradar la celulosa de material vegetal —por ejemplo, de la madera de coníferas, de los desechos agrícolas y de la espiga del trigo— y convertirla en azúcar. Buscan crear nuevas variedades de levaduras y producir, de manera sinérgica, mezclas de enzimas activas que puedan convertir azúcares de celulosa en etanol de un modo más eficiente y, si es posible, generar más subproductos útiles.

  

Al mismo tiempo, los ingenieros y los técnicos de control de proceso están desarrollando sistemas para reducir la cantidad de energía usada en producir etanol y conseguir una eficiencia energética de 95 por ciento, comparada con 46 por ciento de los métodos tradicionales.

La compañía biotecnológica Renessen probó un híbrido de maíz genéticamente modificado que, cuando se combina con una nueva técnica de separación de maíz seco, resulta en un medio más fácilmente fermentable. Esto aumentará la rentabilidad del maíz para los productores e impulsa la generación de etanol.

La comisión de bioseguridad de Brasil dio su aprobación para que el Centro de Tecnología de Caña comenzara pruebas de campo de una caña transgénica con un contenido de sacarosa al menos 15 por ciento más alto que la variedad convencional. El gobierno indio declaró que comenzará discusiones con Brasil con el propósito de compartir la tecnología.

Posibilidades a escala internacional

La Unión Europea (UE) produce suficiente biodiesel de semilla de colza y bioetanol de remolacha para cubrir sólo cerca de tres por ciento de sus necesidades —una oportunidad para países de África, el Caribe y el Pacífico (ACP) vinculados con la UE por el comercio y los acuerdos de ayuda para suministrar bioetanol y biodiesel a sus socios comerciales desde hace mucho tiempo.

Los países de ACP necesitan ser agresivos en la búsqueda de nuevas tecnologías para producir biocombustibles de un modo costo-efectivo y sustentable, lo que los llevaría a ser autosuficientes desde el punto de vista energético y les ahorraría el intercambio extranjero.

Cada vez más países están introduciendo regulaciones a la industria del transporte para usar gasolina mezclada con etanol. Los gobiernos de ACP deben disponer de legislación que regule la producción local y el uso de biocombustibles —por ejemplo, la adición obligatoria de etanol a la gasolina proveerá al mercado doméstico de bioetanol, al tiempo que ahorrará gasolina.

El desarrollo y la implementación de opciones de política para la promoción de bioenergía son vitales para el éxito de la industria de biocombustibles.

Ese tipo de legislación ha sido la fuerza impulsora detrás del rápido crecimiento de la industria de bioetanol de Brasil y está estimulando la industria en Estados Unidos. La política de Mauricio de descontinuar el uso de carbón como combustible para generar energía, para reemplazarlo por biocombustible sólido y etanol, ha impulsado la industria.

Optimizar el potencial de biocombustible

Se requiere una gestión estricta para lograr el máximo rendimiento y alta productividad del etanol. Por ejemplo, el rápido crecimiento de los precios de los fertilizantes podría llevar a un subuso. Asimismo, la recolección y gestión eficiente del agua es importante para maximizar la producción. 

El retiro de los residuos de los cultivos puede dañar la estructura del suelo, promover la erosión y afectar el ecosistema. Las estrategias para gestionar los residuos de cultivos deben ser desarrolladas para ser sustentables.

El desafío de los países de ACP es encontrar fuentes de producción de biocombustible a gran escala aceptando la idea de la mejor tecnología y procesos disponibles.

Pero ellos no pueden asumir por sí solos la inversión que suponen estos proyectos. El gobierno brasileño está abogando por la puesta en marcha de sociedades para la producción de biocombustibles entre países desarrollados y en desarrollo con el fin de aliviar la pobreza, acelerar el progreso rural y reducir los gases de efecto invernadero. Ya se ha firmado un puñado de acuerdos bilaterales.

A medida que más países se embarcan en la producción y exportación de biocombustibles para cubrir las demandas de los países desarrollados, la estandarización es cada vez más urgente. Brasil y Estados Unidos son responsables de 70 por ciento de la producción global de etanol y están trabajando juntos para crear un estándar mundial para el etanol, definiendo niveles aceptables de impurezas y residuos sólidos. 

El bioetanol está hecho de almidón y azúcar, y el biodiesel, con diferentes tipos de aceites vegetales, por lo que es importante que se establezcan estándares para la certificación aún cuando el mundo espera la producción masiva de etanol de celulosa.

La Organización Mundial del Comercio necesita establecer reglas y estándares para el comercio de biocombustibles, tanto como bienes agrícolas, industriales o incluso ambientales. Los científicos de los países ACP deben estar preparados para aconsejar a los gobiernos y participar en este proceso.

Aprendiendo de descuidos del pasado

Estos son tiempos prometedores para los países de ACP, especialmente para los productores de azúcar, pues están disponibles las oportunidades para la producción de cultivos agroenergéticos y para convertir los desechos agrícolas en biocombustibles. Un nuevo ciclo de prosperidad es posible, pero hay la necesidad de aprender de las lecciones del pasado.

La oportunidad de diversificar y participar en nuevos mercados puede resultar en desarrollo social y rural, porque las industrias de biocombustibles aumentan el empleo, generan ingresos, proveen seguridad energética, infraestructura y entrenamiento, y desarrollo, recursos humanos y capacidades.

Pero el desarrollo de biocombustibles requerirá una gestión cuidadosa y apoyo del sector público.

Es crucial que los gobiernos dispongan de la legislación necesaria para usar el biocombustible producido a nivel doméstico. Esto también les dará a los inversores un sello de aprobación. 

Se deberían buscar alianzas estratégicas con las compañías productoras de enzimas, las firmas biotecnológicas, las grandes corporaciones energéticas y, por supuesto, cuando sea posible, con el líder mundial de etanol, Brasil, cuyo gobierno está dispuesto a compartir su experiencia con otros países en desarrollo.

Maureen. R. Wilson, es  gerente química y de laboratorio del Instituto de Investigaciones de la Industria Azucarera, de Jamaica. Este artículo es una versión reducida del documento ‘Biocombustibles —Opciones Estratégicas de C&T  para los países de ACP’ publicado por el Centro Técnico para la Cooperación Agrícola y Rural (ACP-UE), en cuyo sitio de Internet sobre conocimiento y desarrollo se puede ver el artículo completo.