30/04/12

Cómo proteger los inventos de los pobres

Innovadores necesitan estar seguros de que se protegerán sus derechos sobre el conocimiento Crédito de la imagen: SRISTI, Ahmedabad

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Para proteger —y promover— conocimiento e innovaciones locales se requieren nuevos modelos de derechos de propiedad intelectual, dice Anil Gupta.

El conocimiento y las innovaciones creadas por los habitantes de los países en desarrollo necesitan ser protegidas por derechos de propiedad intelectual (PI), no tanto para evitar que otros aprendan y construyan a partir de esas ideas, sino para garantizar que no se queden desamparados. Los derechos de PI también evitan la competencia desleal de quienes comercializan esas innovaciones.

Las innovaciones protegidas por patentes, la principal forma convencional de los derechos de PI, puede resistir el escrutinio sobre el ‘estado de la técnica global’, es decir que tienen características novedosas que van más allá de las prácticas o tecnologías conocidas previamente. La Fundación Nacional de Innovación de la India (NIF por sus siglas en inglés) ha solicitado más de 500 patentes en Estados Unidos y en su país a nombre de personas ricas en conocimiento pero económicamente pobres.

Sin embargo, debemos ir más allá de los modelos convencionales de derechos de PI para darles a los innovadores una participación verdadera en sus invenciones. Ello, debido a que nunca antes en la historia de la humanidad se había erosionado tanto el conocimiento de las comunidades como en esta generación, a lo que asistimos como espectadores mudos.

Por el bien común

Una forma por la que los innovadores pueden proteger sus trabajos es mediante el concepto de ”patrimonio común de la tecnología’ que se desarrolló durante la tesis doctoral de mi colega Riya Sinha. Implica que las copias y la adaptación de las innovaciones está permitida entre las personas (‘aprendizaje horizontal’), pero no de las personas a las empresas, salvo mediante licencias.

Por ejemplo, varios mecánicos copiaron el diseño de una máquina para arado multipropósito operada con un ‘mobyke’ (motocicleta), e incluso algunos la mejoraron. Esas mejoras y la innovación original podrían ser puestas bajo un paquete de tecnologías de patrimonio común.

Bajo este acuerdo, ninguna persona puede autorizar a un tercero sin consultar a los demás, especialmente al innovador original. Los derechos del autor de la innovación y de los imitadores o beneficiarios no tienen que ser iguales.

Pero el concepto requiere ser afinado. Por ejemplo, algunas de las mejoras recientes ya no usan una motocicleta (usan un chasis, un bastidor de hierro con una caja de cambios diferente y cuatro ruedas) y, por lo tanto, no pueden considerarse derivadas de la innovación original. La pregunta es dónde trazar la línea cuando surge este tipo de complicaciones.

Invertir en innovación doméstica

Por lo general, los países procuran fortalecer la industria doméstica adquiriendo tecnología del exterior mediante un fondo de adquisición de tecnología. Sin embargo, se ha discutido poco sobre cómo se le podría usar para incentivar a los innovadores nacionales.

¿Cómo podría funcionar? La idea es adquirir los derechos de tecnologías cuyo potencial no se ha explotado totalmente por el innovador. El gobierno o las instituciones públicas pueden poner tales innovaciones en acceso abierto o licenciarlas gratuitamente o a bajo costo para uso de los pequeños empresarios.

La NIF actualmente está gestionando un fondo en esta línea, con ayuda del Departamento de Ciencia y Tecnología de la India, permitiendo que los innovadores usen su creación como deseen, y al mismo tiempo, que la NIF la difunda.

Los innovadores de base no deben esperar subsidiar el costo del aprendizaje social; el estado o el mercado deben asumirlo.

Ampliar la protección de la PI

Proteger los derechos de PI es importante, pero deberíamos ir más lejos. Para crear productos con valor añadido se requiere experiencia institucional en ciencia y tecnología (CyT) combinada con el conocimiento y las innovaciones locales.

Cuando los científicos reconocen que, por ejemplo, un cultivo desarrollado por un agricultor es mejor que la variedad lanzada por una universidad, aumenta la autoestima del innovador local. Este fue el caso de Balwan Singh, del estado de Harvana en la India, quien distribuyó semillas de su variedad mejorada de cebolla a miles de otros agricultores de su jurisdicción. [1]

La variedad está en proceso de registro ante la Autoridad de Protección de Variedades de Plantas y Derechos de los Agricultores, junto con otras 20 que pueden tener acceso a NIF para una mayor difusión.

Pero sin la seguridad de algún tipo de protección, al menos en el corto plazo, no hay incentivos para que miles de comunidades, poseedores de conocimiento tradicional e innovadores de base propaguen sus conocimientos.

Necesitamos un sistema de registro que extienda la PI a bajo costo a potenciales empresarios e inversionistas [2]. Bajo este sistema, las innovaciones obtendrían automáticamente protecciones de PI una vez divulgadas por sus innovadores, y su valor sería nada desdeñable. El conocimiento local pasaría a ser parte de nuestro patrimonio global una vez concluido el periodo de protección.

Y si es comercializado luego de ello, el dinero sería canalizado a un fondo internacional para incentivar la conservación y difusión de la creatividad a nivel de base en las lenguas locales.

Concesión de licencias a otros países

Para promover un cambio tecnológico más rápido y a una mayor escala, necesitamos un fondo global diferente que cree una agrupación de innovaciones con derechos de PI protegidos que puedan ser concedidas gratuitamente o a bajo costo a los países en desarrollo.

La NIF de India y la Red Honey Bee ofrecieron la mencionada agrupación a los ministros de CyT de los países en desarrollo durante la reunión internacional realizada en Nueva Delhi en marzo de 2012. Licencias no exclusivas de bajo costo de tecnologías protegidas con PI fueron ofrecidas a los países africanos, comenzando con Mozambique y Zimbabwe.

También necesitamos analizar los derechos licenciables a más largo plazo sobre los conocimientos tradicionales, tratándolos como ‘conocimiento previo’ de las comunidades sin representación sin que anule sus esfuerzos de investigación y desarrollo (I+D) a través de generaciones.

La asimetría en asegurar los derechos sobre el conocimiento entre el sector formal e informal se tendrá que superar tarde o temprano. De lo contrario corremos el riesgo de que las comunidades pierdan la fe en la imparcialidad de las instituciones formales.

Anil Gupta es fundador de la Red Honey Bee y profesor del Instituto Indio de Gestión, Ahmedabad. Se le puede escribir a: [email protected] o [email protected]

Este artículo es parte del Especial en Apoyo a la innovación de base.