24/04/09

Apropiación, clave en proyectos nano para tratar aguas

Planta piloto que usa nanomembranas para el tratamiento del agua en Madibogo (Sudáfrica) Crédito de la imagen: Thembela Hillie

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La provisión de agua potable mediante nanotecnologías exige la participación de los interesados, afirman Thembela Hillie y Mbhuti Hlophe.

El acceso al agua potable es uno de los derechos humanos fundamentales, además de ser vital para conservar la salud de la población. La nanotecnología ofrece a los países en desarrollo la oportunidad de encontrar soluciones a sus problemas de agua, ya sea por sus propios medios o asociándose con otros países del mundo desarrollado o en desarrollo.

Pero cualquier esfuerzo de este tipo exige una transferencia tecnológica exitosa, lo cual implica crear alianzas sólidas entre los científicos que conciben las soluciones tecnológicas y las comunidades que las emplean, para asegurarse de que la investigación es relevante. También requiere un fuerte compromiso, tanto de instituciones públicas como privadas, que permita poner en marcha y apoyar dichas iniciativas de cooperación.

Con frecuencia los enfoques humanitarios adoptados para proveer de agua limpia a ciertas comunidades locales no tienen en cuenta sus necesidades, ni sus prioridades (véase ‘Transferencia de tecnología: lecciones de Sudáfrica‘), y por eso los proyectos no se consolidan. Por ejemplo, en el poblado sudafricano de Zava, en la provincia de Limpopo, investigadores instalaron una planta de ósmosis inversa que generaba agua potable conforme a las normas nacionales, pero una vez que se marcharon los científicos, se la dejó de mantener. Es decir, el proyecto fracasó porque la comunidad no lo hizo suyo.

La transferencia tecnológica solo funciona cuando los usuarios finales se apropian del proyecto, adoptan y adaptan la tecnología a sus necesidades. De manera que cualquier solución que se plantee, incluso aquellas basadas en la nanotecnología, debe ajustarse a la realidad local y contemplar las necesidades y capacidades de uso de la tecnología por parte de la comunidad, lo cual implica muchas veces desarrollar infraestructura y capital humano locales.

Necesidades de la comunidad

Una planta piloto que emplea membranas nanoestructuradas para depurar el agua en Madibogo, un poblado remoto y árido de la provincia del noroeste de Sudáfrica, ilustra cómo se puede lograr.

Muchas veces los científicos asumen erróneamente que las comunidades rurales con limitado acceso al agua no dan prioridad a su gestión. De hecho, como el sustento y la sostenibilidad de la comunidad dependen enteramente de este recurso, suele haber estructuras claras que rigen su uso. Así, las propuestas para el tratamiento del agua basadas en la nanotecnología deben interactuar con estos esquemas.

Los investigadores de la Universidad North-West de Sudáfrica que instalaron la planta de Madibogo, se dieron cuenta de esta situación e iniciaron la concientización a la comunidad a través de la educación y la interacción. Ofrecieron clases públicas sobre calidad, cantidad y tratamiento del agua, y organizaron talleres con el fin de abordar los papeles y las responsabilidades de cada una de las partes implicadas, enseñando a la comunidad a cuidar el agua y la planta depuradora.

Además, los investigadores celebraron jornadas de puertas abiertas en la planta para reforzar el mensaje y el propósito del proyecto nanotecnológico.

Infraestructura de apoyo

No obstante, la transferencia e implementación exitosa de nanotecnologías para el tratamiento de aguas depende también en buena medida de la disponibilidad de infraestructura de apoyo. Los requisitos pueden ser de diversa índole, según el lugar donde se instalen. Las nanotecnologías tienen niveles de complejidad y sofisticación variables, y su elección depende mucho de la infraestructura y el conocimiento técnico disponible en cada lugar: en el caso de zonas rurales aisladas de países en desarrollo, los pre-requisitos pueden ser condiciones básicas como la electricidad y la accesibilidad.

Las asociaciones son cruciales para desarrollar y adquirir la infraestructura necesaria. El sector privado puede colaborar diseñando y construyendo la tecnología misma. Por ejemplo, una empresa sudafricana de la provincia Occidental del Cabo fue quien proveyó la planta depuradora de aguas por nanomembranas de la aldea de Madibogo. Pero el sector público también puede ayudar construyendo caminos e instalando electricidad donde corresponda.

Asistencia técnica institucional

Para que la transferencia tecnológica tenga éxito, es igualmente importante el apoyo técnico. La capacidad de adoptar y adaptar la tecnología depende en gran parte de los conocimientos técnicos de los encargados de gestionarla, lo que muchas veces supone obtener el apoyo de científicos o académicos.

El personal técnico, como investigadores cualificados e ingenieros, debe asegurarse de transmitir el conocimiento adecuado a los integrantes de la comunidad. En el proyecto de Madibogo, el personal más cualificado formaba a los estudiantes de posgrado, quienes a su vez transmitían los conocimientos a la población.

Asimismo, los técnicos deben tener acceso al fabricante y al servicio de soporte por si surge algún problema. En el proyecto de Madibogo, los investigadores de la Universidad North-West analizan cualquier problema mecánico con el fabricante, Malutsa (PTY) Ltd.

Capacidad local

El personal cualificado es fundamental para la instalación y el mantenimiento de la tecnología, pero suele residir a considerable distancia del lugar donde se desarrolla el proyecto, lo que encarece la prestación del servicio. Por lo tanto, es imprescindible desarrollar las capacidades técnicas locales.

Formar personal cualificado en el lugar también es crucial para asegurar la puesta en marcha y la continuidad del proyecto, así como su posible expansión. Por ejemplo, una estudiante de posgrado que trabajaba en el proyecto de tratamiento del agua de Madibogo se propuso adquirir una planta similar para resolver problemas de agua salobre en su propio pueblo. Y mejorar la capacidad local promueve además el sentido de propiedad, que contribuye a evitar el abandono y el vandalismo.

Las nanotecnologías prometen mejorar el acceso al agua potable. Pero se necesita un marco general de transferencia tecnológica bien estructurado, participativo e informado (no simples folletos) para lograr que su implementación sea exitosa y duradera.

Thembela Hillie es investigador principal del Centro Nacional de Materiales Nanoestructurados del CSIR y profesor adjunto afiliado de física de la Universidad del Estado Libre, ambos de Sudáfrica.

Mbhuti Hlophe dirige el Departamento de Química de la Universidad North-West (Sudáfrica).

Las opiniones aquí expresadas corresponden a los autores y no necesariamente reflejan el parecer de las instituciones a las que pertenecen.