19/10/15

Política climática requiere nuevo enfoque

National Climate March in London
Crédito de la imagen: David Rose/Panos

De un vistazo

  • Dividir esfuerzos para combatir el cambio climático a partir de propuestas para adaptarse no funciona
  • Las políticas deben apoyar el desarrollo local que coincida con los ambientes
  • Conferencias del clima en París deberían dejar la política ‘sectorial’ y enfocarse en necesidades locales

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Políticas que dividen la mitigación y la adaptación no funcionan. Es tiempo de un cambio, dicen Asim Zia y Caitlin Waddick.

La política de cambio climático aprobada por la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (UNFCCC por sus siglas en inglés) y adoptada por los países miembros tiende a dividirse en dos enfoques: la mitigación (reducción de las emisiones o ‘absorción’ de la contaminación por carbono) y adaptación (hacer frente al cambio climático). Esto es cierto en todos los sectores, desde de la gestión forestal y la agricultura, hasta la energía, el transporte y la planeación de ciudades. Y esto hace mucho más difícil la asignación de los escasos recursos para desarrollo de comunidades sostenibles y resilientes.

Cuando los gobiernos dividen las políticas entre mitigación y adaptación, –y luego las añaden a los fondos de desarrollo bilateral y multilateral existentes, sin integración-, los preciosos recursos se desperdician mientras intentan alcanzar las comunidades locales.

“Por el contrario, los proyectos de adaptación pueden construir carreteras y puentes a la luz del aumento de los riesgos de inundación, pero más carreteras y puentes también aumentan las emisiones de gases de efecto invernadero, lo que socava los objetivos de mitigación”.

Asim Zia and Caitlin Waddick

‘La mitigación es un problema global, pero la adaptación es un tema local’ es una afirmación repetida a menudo como un mantra en las reuniones anuales de la Conferencia de la Convención Marco de las Partes (COP). Literalmente, es cierto. Pero, en la práctica, los esfuerzos para dividir esas líneas a menudo trabajan con propósitos cruzados.

Por ejemplo, las plantaciones de biocombustibles pueden cumplir con los objetivos globales de mitigación –pero si sustituyen los bosques templados y tropicales utilizados por comunidades indígenas, esas comunidades tendrán dificultad para adaptarse a los retos de seguridad alimentaria y de agua que habrían sido mejor abordados al conservar los bosques primarios. Del mismo modo, las mega-represas hidroeléctricas cumplen metas de mitigación pero, al desplazar a las comunidades de sus ambientes familiares, socavan su capacidad de adaptación al cambio climático.

Por el contrario, los proyectos de adaptación pueden construir carreteras y puentes a la luz del aumento de los riesgos de inundación, pero más carreteras y puentes también aumentan las emisiones de gases de efecto invernadero, lo que socava los objetivos de mitigación.

Políticas contraproducentes

Para catalizar la acción tanto para la mitigación como para la adaptación, los países necesitan una atención más fina hacia el ‘desarrollo integrador y comunitario regenerativo’. Esto significa que necesitan valorar los servicios de los ecosistemas que proporcionan sus entornos, analizarlos usando los principios del diseño ecológico, y coordinar la política para que concuerde con las fronteras naturales, ecológicas y comunitarias (biorregiones).

Esto requerirá desplazar las políticas ‘sectoriales’ estrechamente concebidas para que se integren mejor con la gente y los lugares. Y esto significa que cualquier tratado acordado en la 21° Conferencia de las Partes de la UNFCCC en diciembre tenga un enfoque de desarrollo que funcione para diferentes biorregiones.

En el sector agrícola, por ejemplo, las agencias internacionales líderes, tales como la UNFCCC y PNUMA, quieren abordar las emisiones con esquemas que pagan por los servicios ecosistémicos que los bosques proveen. El mecanismo REDD+ (Reducción de Emisiones por Deforestación y Degradación de los Bosques: el signo de suma se refiere a la conservación, gestión sostenible y la mejora de las reservas de carbono) estimula pagos desde países ricos e industrializados hacia países tropicales en desarrollo, que pueden almacenar carbono al conservar sus bosques.

Pero es poco para frenar la deforestación causada por proyectos de desarrollo de gran escala que apoyan el comercio; lejos de un pensamiento convencional, esto está causando más deforestación.

“La visión occidental del desarrollo económico a través de la globalización, el comercio internacional y las necesidades de ayuda convencionales debe ser reemplazada por una visión local que se enfoque en el cuidado de las personas, el planeta Tierra, y el futuro”.

Asim Zia and Caitlin Waddick

Crucialmente, porque muchas comunidades pobres locales no tienen claramente definido el derecho de uso de tierra, los estados –no las personas locales- tienden a beneficiarse de los pagos de REDD+ [1]. Y esquemas como este pueden llevar a presiones por la deforestación a comunidades adyacentes y países sin pagos REDD+.

En el sector energético, el Mecanismo de Desarrollo Limpio (MDL) del Protocolo de Kyoto  y otros esquemas de comercio de emisiones pueden promover la eficiencia energética en algunas áreas, pero su efecto neto puede ser incrementar las emisiones en general [2]. Esto sucede porque algunos beneficiarios de MDL, tales como compañías que generan energía o producen cemento en países en desarrollo, pueden aumentar artificialmente sus emisiones de carbono para el período de referencia del mecanismo, y luego llevarlas de vuelta al negocio usualmente por el período del proyecto. También, los gases de efecto invernadero podrían estar desplazados dentro o a través de los países, y así evitarían los cálculos usados por el MDL para emitir un ‘certificado de reducción de emisiones’.

Y cuando se trata de gestión de desastres, patrocinar sistemas de alerta temprana con fondos para la adaptación puede inducir a inversiones costosas en monitoreo de tiempo y clima, sin los medios para comunicar advertencias tempranas y riesgo a personas vulnerables.

Enfocarse de nuevo en recursos locales

Fundamentalmente, nuestras políticas de adaptación y mitigación fallan en desafiar el modelo ‘occidental’ de desarrollo económico que potencia el cambio climático. En cambio, sostienen la globalización no equitativa y perturban las comunidades al exponerlas cada vez más a inundaciones, sequías y otros impactos del cambio climático.

El problema con el desarrollo occidental es que ignora las ecologías y culturas locales, y así falla en permitir una adaptación e innovación hecha en casa. Este desarrollo recomienda el mismo estilo de construcción de edificios y enfoque de agricultura para cualquier ecosistema, un precedente preocupante para las políticas climáticas que, para limitar las crecientes emisiones de gases de efecto invernadero en el siglo XXI, requerirá de cambios fundamentales sobre la manera cómo hacemos las cosas.

Para que sea realmente efectiva, la política internacional sobre el clima requiere de un viraje radical: necesita alentar a empresas y emprendimientos que producen recursos locales, usan principios de diseño ecológico y le apuestan a las necesidades locales y regionales.

En la práctica, esto signific

a construir casas con materiales y mano de obra locales; cultivar variedades diversas de comida en suelos ricos en carbono, y generar electricidad y calor localmente, mediante el sol, el viento, el agua, la biomasa y las fuentes geotérmicas. Más que nada, significa regenerar y respetar las comunidades autóctonas humanas, animales y vegetales que actualmente están siendo desplazadas y erradicadas –y al hacerlo, se cuidarían las conexiones entre ellas.

Las conversaciones COP en París este diciembre son una oportunidad para replantear el negocio que usualmente tiene un enfoque sectorial con políticas climáticas integradas al desarrollo comunal y que funcionan con, no contra, la naturaleza. Por ejemplo, los negociadores deberían incorporar reglas explícitas que enlacen proyectos de REDD+ con desarrollo comunitario integrado, que cumpla con las necesidades locales de aire puro, alimentos, agua, vivienda y medicinas saludables.

La visión occidental del desarrollo económico a través de la globalización, el comercio internacional y las necesidades de ayuda convencionales debe ser reemplazada por una visión local que se enfoque en el cuidado de las personas, el planeta Tierra, y el futuro.

Asim Zia es profesor asociado para la política pública y director del Instituto para la Diplomacia y la Seguridad Ambientales en la Universidad de Vermont, Estados Unidos. Caitlin Waddick es permaculturalista, activista de justicia social y planificadora ambiental. Zia puede ser contactado en [email protected] y seguido en twitter @asim_zia.

La versión original de esta historia se publicó en la edición global de SciDev.Net y forma parte del Especial Acción conjunta por el cambio climático.

References

[1] Betsy Beymer-Farris and Thomas Bassett The REDD menace: resurgent protectionism in Tanzania's mangrove forests (Global Environmental Change, 2013).
[2] Asim Zia Post-Kyoto Climate Governance: confronting the politics of scale, ideology and knowledge. (Rutledge, London, 2013)