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[BUENOS AIRES] El periódico argentino La Nación preguntó a algunos investigadores cuáles son sus esperanzas para este año que comienza. Los puntos cruciales se centran en la necesidad de comunicar a la sociedad la importancia del conocimiento científico, en obtener mejores fuentes de financiamiento y en que el Gobierno aplique políticas que fomenten el desarrollo científico y tecnológico, basadas — como en otros países de la región — en el asesoramiento de científicos calificados.


El tema de la fuga de cerebros también es una preocupación persistente. Como expresa Alex Fainstein, de la Comisión Nacional de Energía Atómica y el Instituto Balseiro, una de sus ambiciones es revertir “la terrible tendencia a la emigración, que produjo un hueco en la generación de 35-40 años y que muestra estudiantes motivados a doctorarse fuera del país, sin raíces ni compromisos aparentes, sin motivación para generar el cambio aquí”. Para Fainstein, el acceso a mejores remuneraciones es crucial para desalentar el exilio.


Para Eduardo Charreau, presidente del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet), es imprescindible trabajar hacia un modelo que fortalezca la actividad científica y dé un estímulo acentuado al desarrollo de tecnologías innovadoras “para construir una nación que impulse un modelo económico social de inclusión”.

Enlace con el artículo de La Nación