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[CIUDAD DE MEXICO] Científicos mexicanos lograron obtener una vacuna eficiente para controlar la transmisión de la cisticercosis, enfermedad que representa un grave problema de salud en México y el resto de América Latina, África y Asia.


En un trabajo de campo en el que se inoculó la versión sintética de la vacuna a 240 cerdos, se redujo en un 98 por ciento la cantidad de parásitos que producen la enfermedad. “Son buenos resultados”, opinó la inmunóloga Edda Sciutto, quien dirige el estudio, “pero la vacuna requiere producirse a más bajo costo para hacerla accesible a la población de menos recursos”.


Después de 15 años de investigaciones, el equipo de científicos de la Universidad Nacional Autónoma de México, UNAM, y de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, identificó los componentes del parásito que son de interés para el desarrollo de una vacuna contra la cisticercosis, utilizando un modelo experimental con ratones. Posteriormente confirmó su efectividad contra la cisticercosis porcina y produjo la vacuna en forma sintética.


Juan Pedro Laclette, director del Instituto de Investigaciones Biomédicas de la UNAM, opina que “el trabajo de investigación de Edda Sciutto es ejemplar porque incorpora y relaciona los niveles biológicos, médicos y sociales en que se manifiesta la enfermedad, y porque cumple cabalmente con la indicación universitaria de atender problemas nacionales”.


La cisticercosis ocurre cuando un ser humano o un cerdo ingiere huevos de tenia, un gusano que puede medir hasta tres metros y vivir más de 25 años dentro del intestino delgado de los humanos infectados. Cuando el hombre come carne de cerdo infectado, los cisticercos se transforman en tenias cerrando el ciclo del parásito.


En el humano puede presentar una sintomatología muy heterogénea, dependiendo de dónde se encuentren los cisticercos (larvas), del tamaño que desarrollen y de la respuesta del individuo infectado. En América la localización más frecuente es en el sistema nervioso central pudiendo ocasionar desde pocos síntomas, convulsiones y hasta la muerte.


Si bien no existen estadísticas confiables sobre su prevalencia en la población, se sabe que de las autopsias practicadas en México, en el 2 al 3 por ciento se encuentran cisticercos en el cerebro y que aproximadamente en el 10 por ciento de las consultas neurológicas la causa es la cisticercosis.


En la actualidad, el número de muertes por cisticercosis ha disminuido debido a que ya existen medicamentos (el Albendazol y el Praziquantel), que pueden destruir al parásito. Sin embargo, es frecuente que queden secuelas de la enfermedad, como son dolores de cabeza, crisis epilépticas y cambios en la conducta.


La única herramienta definitiva que existe para diagnosticar la cisticercosis es el estudio imagenológico, como tomografías y resonancia magnética, métodos poco accesibles para la mayoría de las personas que la padecen.

El reto actual de Sciutto y su grupo de investigación es el desarrollo de nuevas presentaciones de la vacuna, que reduzcan costos de producción, característica fundamental para lograr su aplicación masiva y el control de esta enfermedad.