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[BUENOS AIRES] Argentina creó un programa para vincular a los científicos que migraron, con los grupos que trabajan en el país, a través de foros de discusión temáticos y una base de datos que permite seguir en contacto con ellos.


Luego de invertir en la formación de científicos que se van del país por falta de oportunidades o en busca de un mejor futuro personal, y considerando que es difícil y caro repatriarlos, nació Raíces, la Red de Argentinos Investigadores y Científicos en el Exterior, que intenta aprovechar a los hombres y mujeres de ciencia radicados en otras latitudes.


“El propósito es transformar la diáspora de 5000 o 7000 científicos en colaboradores con el país”, comentó la coordinadora del programa y directora de Relaciones Internacionales de la Secretaría de Ciencia y Tecnología argentina, la ingeniera Agueda Menvielle.


“Hay estadísticas que dicen que los científicos radicados en el exterior vuelven al país una o dos veces al año por razones personales. La idea es aprovecharlos en esos momentos para capacitar gente, dirigir una tesis, o elevar el nivel de algún grupo de investigación”, agregó Menvielle.


El proyecto está aún en su etapa inicial, y a principios de noviembre dio el primer paso al seleccionar cinco institutos científicos de reconocimiento internacional en tres áreas de estudio — biología, física e historia — para que durante seis meses avancen en la tarea de completar la base de datos existente que cuenta con referencias de 1.600 investigadores.


Además, los institutos elegidos deberán preparar foros de discusión en temas de su competencia que involucren grupos de investigación locales y científicos radicados en el exterior, con el objetivo último de llegar a desarrollar proyectos conjuntos.


“El tema es que se necesita que la gente se sienta reconocida y para eso se genera esta red”, dijo la doctora María Cristina Cambiaggio, gerente del Centro Atómico Constituyentes (uno de los cinco elegidos para el programa piloto), y miembro del comité asesor del programa Raíces, conformado por reconocidos miembros de la comunidad científica, que tiene la función de elaborar el plan de trabajo del proyecto.


Cambiaggio explicó que los grupos locales eligen los temas de investigación, dado que el propósito es contribuir al desarrollo de las investigaciones en Argentina.


“Los investigadores que se van del país lo hacen con dolor, ya sea porque el sistema los expulsó por falta de oportunidades, por sueldos bajos, o por lo que sea, no se van porque no les importa nada. Y si pueden hacer algo por la Argentina, y en particular por los grupos de investigación argentinos, lo hacen. Tienen ganas de ayudar”, dijo Cambiaggio.


A diferencia de intentos similares anteriores, en esta oportunidad el vínculo no se genera desde una oficina del gobierno — aunque sí ésta coordina el programa — , sino desde los institutos científicos locales.


Cambiaggio explicó que “la experiencia mostró que si el acercamiento lo hace un funcionario del gobierno, el investigador radicado afuera se resiste a ayudar, se pregunta por qué dar una mano a los políticos si cuando necesitó de ellos no se la dieron. De ahí que el contacto sea directo entre colegas, porque los dos creen que la ciencia y la tecnología son el camino correcto para el desarrollo del país, y porque el investigador que migró conoce las necesidades del que trabaja en Argentina”.

Raíces tuvo su antecedente más cercano en un programa del que heredó el nombre y la base de datos de investigadores existente. El mismo comenzó en el año 1999 y funcionó en un principio en el ámbito municipal del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, pero en el 2001 se trasladó a la Secretaría de Ciencia y Tecnología y luego, con cambios de autoridades de la Secretaría, fue descontinuado.

Enlace con el “Brain Drain dossier” de SciDev.Net