03/03/19

Salud mental: intervenir antes del desastre tiene más beneficios

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Puerto Príncipe tras el terremoto de 2010. Crédito de la imagen: Marcello Casal Jr/ABr [CC BY 3.0 BR]. Esta imagen ha sido recortada.

De un vistazo

  • La salud mental de poblaciones es uno de los factores a atender luego de un desastre natural
  • Hacer intervenciones antes de que ocurra el fenómeno genera más resiliencia, halló estudio
  • Test en Haití halló mayor cohesión social, menor depresión y estrés postraumático

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[BUENOS AIRES] Realizar intervenciones que buscan apoyar la salud mental de personas en lugares donde existan riesgos de desastres naturales, si se lleva a cabo antes de que ocurran, podría generar más resiliencia en las poblaciones a la que vez que reduciría el tiempo de recuperación y los síntomas asociados.
 
Así se desprende de las conclusiones de un trabajo realizado con la población de Haití, pero que podría extenderse a otros ámbitos latinoamericanos (y mundiales). El aporte de esta investigación se basa en que en general las intervenciones en salud mental se dan después de ocurridas las catástrofes, y en este caso los expertos analizaron el efecto de aplicar la ayuda sanitaria antes de que ocurran los desastres.
 
“La intervención previa a los desastres reduce síntomas como depresión, estrés postraumático, ansiedad, entre otros problemas de salud mental asociados con la aparición de un desastre”, según identificó el trabajo liderado por Courtney Welton-Mitchell, investigadora del Instituto de Ciencias del Comportamiento y del Centro de Desastres Naturales de la Universidad de Colorado (Estados Unidos), y publicado en Psychological Medicine.

“La intervención previa a los desastres reduce síntomas como depresión, estrés postraumático, ansiedad, entre otros problemas de salud mental asociados con la aparición de un desastre”.

Courtney Welton-Mitchell, Universidad de Colorado

Para su investigación, los investigadores eligieron Haití, uno de los países más pobres de América Latina, y su capital, Puerto Príncipe, que tienen vulnerabilidades particulares a sismos, huracanes, inundaciones y aludes, todo lo cual ha generado altas tasas de trastornos mentales en la población.

En su estudio, los expertos trabajaron en comunidades haitianas expuestas a tres terremotos e inundaciones en tres momentos diferentes durante tres días entre julio de 2014 y abril de 2015. Para evitar “ruidos” interculturales, el estudio fue realizado por trabajadores locales. Según la hipótesis, una breve intervención y psicoeducación así como un contexto que genere cohesión social y apoyo entre pares podía resultar efectivo.

Meses después de la psicointervención, la zona sufrió la habitual temporada de huracanes con inundaciones asociadas, tras lo cual se recolectaron los datos a través de entrevistas estructuradas de 45 a 60 minutos. En ese relevamiento —que se basó en entrevistas y no fue cuantitativo— se encontró más cohesión social, más intención de ayudar a quienes tengan problemas, así como menor cantidad de problemas como depresión, ansiedad o estrés postraumático.

Diversos estudios muestran que la prevalencia de estrés prostraumático en sobrevivientes de desastres llega hasta 40 por ciento; la depresión hasta 54 por ciento, cuando los presupuestos dedicados a estos temas no pasan 0,4 por ciento. Por el contrario, sentirse preparado puede aumentar la eficacia y percepción de seguridad.
 
Para Welton-Mitchell, este modelo es una intervención de costo más bajo que intervenir después, con alto rendimiento en la relación costo-beneficio y que se podría hacer con los recursos de trabajadores de la salud mental ya existentes en los diferentes países.
 
Justamente, ante estas virtudes, Enrique Stein, psiquiatra y psicólogo social de la Universidad del Comahue y del comité de salud mental de las Fuerzas Armadas argentinas, destaca que la experiencia haitiana es trasportable a otros lugares y es una línea que debería tomarse para disminuir los impactos de los desastres.
 
Sin embargo, señala algunas preocupaciones: “Ocurre que un requisito es tener equipo permanente de monitoreo en áreas específicas y continuidad (8/10 años), lo que podría lograrse si hubiera claramente una política de prevención en aquellos lugares, municipios o provincias que estén pensando en prepararse, algo que casi no existe. En un momento de escasez presupuestaria general, lo veo complicado”.

Enlace al artículo en Psychological Medicine.