14/01/14

Indígenas y científicos se unen para mejorar cultivos

Maices fitomejoramiento GIRFIN UNAM.jpg
Crédito de la imagen: Acervo Grupo de Investigación en Recursos Fitogeneticos Neotropicales (GIRFIN-UNAL).

De un vistazo

  • Colaboración agrícola entre científicos y comunidades campesinas o indígenas avanza en Colombia y Centroamérica
  • La metodología se denomina fitomejoramiento participativo
  • Con el manejo de cultivos se logra estabilidad genética y mejor adaptación

Enviar a un amigo

Los detalles proporcionados en esta página no serán usados para enviar correo electrónico no solicitado y no se venderán a terceros. Ver política de privacidad.

[BOGOTÁ] Una metodología para mejorar las variedades de cultivos como maíz, frijol o ñame a partir de un trabajo colaborativo entre científicos y comunidades campesinas o indígenas, están ganando terreno en Colombia y Centroamérica.
 
Conocida como fitomejoramiento participativo (FMP), la iniciativa parte de las necesidades de los agricultores, dice a SciDev.Net Creucí María Caetano, miembro del Grupo de Investigación en Recursos Fitogenéticos Neotropicales, de la Universidad Nacional de Colombia.
 
“Los investigadores [los] auxilian en campo a través de talleres teóricos ―como conservación in situ y técnicas de polinización controlada― y prácticos, [incluyendo] manejo del cultivo y rescate de la cocina tradicional”, agrega.

Esto, explica, se hace “valorando el conocimiento tradicional y aplicando de forma coherente los conocimientos científicos que apoyen la obtención o selección de un material con características interesantes”.

“[El fitomejoramiento participativo] tiene en cuenta los recursos genéticos diferentes y localmente adaptados, el conocimiento y participación de los agricultores”.

CIAT

En los últimos meses entidades financiadoras que apoyan estos proyectos han premiado algunas iniciativas.
 
La Universidad Nacional de Colombia con sede en Palmira recibió en noviembre un premio internacional y dos nacionales por rescatar el valor de los maíces criollos indígenas en el país.
 
El primero, otorgado en en el IX Simposio Internacional de Recursos Genéticos para América Latina y El Caribe (El Salvador), obtuvo el segundo lugar al lograr que los indígenas identificaran sus variedades criollas como las de mayor estabilidad genética.
 
“Aunque les ofrecimos materiales provenientes de otras partes del país, ellos los pudieron confrontar con sus materiales locales, reconociendo que sus variedades son más adaptables”, dice a SciDev.Net Caetano, líder del proyecto.
 
Los otros dos trabajos fueron galardonados durante el XVIII Congreso Nacional de Fitomejoramiento y Producción de Cultivos, en Colombia.

Según el Centro Internacional de Agricultura Tropical, el fitomejoramiento participativo “tiene en cuenta los recursos genéticos diferentes y localmente adaptados, el conocimiento y participación de los agricultores ―con frecuencia mujeres―, el manejo de cultivos y el respeto del conocimiento local y de los derechos de los agricultores”.

En Colombia, la Universidad de Córdoba ha utilizado este método para el cultivo del ñame, un tubérculo.
 
Alfredo Jarma, director del Grupo Regional de Investigación Participativa de los Pequeños Productores de la Costa Atlántica, explica a SciDev.Net que en un trabajo colaborativo con campesinos de la región compararon genotipos de África con los nativos. “En total se beneficiaron más de cinco comunidades cuya economía gira alrededor del ñame”, informa.
 
En Cuba las ferias de agrobiodiversidad son el corazón del FMP, que se emplea como estrategia complementaria en cultivos de calabaza, maíz y frijol. En África y Asia se ha utilizado con propósitos similares.
 
En Centroamérica, el Programa Colaborativo de Fitomejoramiento Participativo en Mesoamérica nació en 2000 y tiene actividades en Honduras, Costa Rica, Cuba, El Salvador, Guatemala, Nicaragua y Panamá.
 
“Es una red de colaboradores que trabaja principalmente en FMP en frijol y maíz”, informa a SciDev.Net Juan Carlos Rosas, de la Escuela Agrícola Panamericana-Zamorano, de Honduras.
 
Caetano asegura que al hacer énfasis en la participación de la mujer indígena en el proyecto, el método creó conciencia en la comunidad sobre la importancia de conservar sus materiales “en favor de su propia soberanía alimentaria”.