01/06/18

Devaluación e inflación ahogan a ciencia argentina

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Crédito de la imagen: CONICET

De un vistazo

  • Equipos e insumos de laboratorio se cotizan en dólares pero presupuestos están en pesos
  • Mayoría de proyectos científicos están detenidos o con lentos progresos
  • Precaria situación de la ciencia ha sido denunciada por directores de 172 institutos científicos

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[BUENOS AIRES] La ciencia argentina está sufriendo crudamente los alcances del aumento en 40 por ciento del precio del dólar, ocurrido en los últimos días. A mediados de abril, un dólar equivalía a 18 pesos. Ahora, se necesitan más de 25 pesos por dólar. Y la tendencia es a seguir subiendo.
 
Esta devaluación pega de lleno en aquellos laboratorios que tienen equipos, insumos y algunos servicios cotizados en la moneda norteamericana, mientras que sus presupuestos fijos están en pesos.
 
En un documento dado a conocer el 31 de mayo, la Asociación Argentina para el Progreso de las Ciencias (AAPC) manifestó su profunda inquietud por la severa situación que atraviesa la mayoría de organismos e instituciones del sistema nacional de C&T.
 
Señaló que al escaso presupuesto del sector se añade la devaluación y la persistente inflación, “que dificultan y, en muchos casos, imposibilitan, la normal ejecución de los proyectos y de las actividades aprobadas y subsidiadas por las autoridades de C&T, así como la consecución de los objetivos de las distintas instituciones”, situación que ha sido denunciada por 172 directores de institutos del CONICET, y se replica en la mayoría de los organismos del sistema “que ven seriamente amenazada la continuidad de sus planes”, añade el documento.

El cuadro que estamos enfrentando es el de una desintegración del sistema de ciencia”.

Esteban Hasson, investigador principal del Conicet.

¿Ciencia al borde del colapso?

“Cada salto en el dólar es demoledor; los ciclos de devaluación más inflación nos están matando. Sumado a los largos tiempos de ejecución de los proyectos y a trámites de exportación perdemos mucha competitividad”, dice Galo Soler Illia, decano del Instituto de Nanosistemas de la Universidad de San Martín.
 
Él, con colegas jóvenes y experimentados creó la empresa Hybridon para producir nanoestructuras que se pueden usar para evitar infecciones hospitalarias, causa de miles de muertes en todo el mundo. Este tipo de empresas es alentado por el Ministerio de Ciencia, sin embargo los organismos oficiales encargados del financiamiento no hicieron los respectivos desembolsos a tiempo.
 
“Conseguimos insumos en oferta con un dólar a 20,50 pesos y no nos aprobaron las órdenes de compra. Subió el dólar y no tenemos cómo pagarlos”, agrega. Entre presentación del  proyecto y reformulaciones varias, Soler Illia llegó a contar hasta 40 pasos burocráticos. Esta situación ha llevado a casi paralizar Hybridon, con solo pequeños avances en relación a lo proyectado.  
 
Quizá incluso peor es el panorama para Esteban Hasson, investigador principal del Conicet que estudia la genética de una mosca para control de plagas. “La situación es letal”, dice. “A los insumos importados se suman los servicios que deben contratarse en el exterior. Eso constituyen el 80 por ciento de nuestros costos; el resto, son insumos locales, que también aumentan”, explica a SciDev.Net.

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Ernesto Calvo (en el centro) y su equipo (Crédito: NEXCiencia).

“Usamos un equipo secuenciador de ADN de última generación que no existe en el país. Antes de la última devaluación había pagado casi todo, excepto una cuota que tuve que poner de mi bolsillo, de US$2.500. Ahora estoy a la espera que entren los fondos (de la Agencia Nacional de Promoción Científica) para recuperarlos. Hacer ciencia en estas condiciones es cercano a lo imposible”, sentencia.
 
A los problemas de exiguo presupuesto se añade que en ocasiones el Conicet no envía ni siquiera el dinero acordado. “El cuadro que estamos enfrentando es el de una desintegración del sistema de ciencia. Por otro lado, con el impacto de las políticas en las pequeñas y medianas empresas uno se pregunta para qué hacer ciencia en un país que no tiene industria, que no va a usar ese conocimiento”, dice.
 
Hasson se refiere a la apertura indiscriminada de importaciones, que está reemplazando mano de obra local en determinados ámbitos de producción.

El presupuesto de todos los ministerios está fijado en pesos al comienzo del ejercicio y por lo tanto no hay factibilidad de hacer un ajuste instantáneo. Pero en otras oportunidades hemos tratado de compensar de forma tal de no perder valor adquisitivo con selectividad de acuerdo a las disciplinas”.

Lino Barañao, Ministro de Ciencia.

María Laura Vélez, investigadora del Conicet en el Centro de Investigación y Extensión Forestal Andino Patagónico, detalla: “Hicimos un presupuesto para insumos en un proyecto de análisis de metabolitos de hongos en el sistema inmune, a usarse como fármacos en enfermedades crónicas o autoinmunes. Era de 30.000 pesos que en pocas semanas subió a 50.000 y luego aún más. Tratamos de ahorrar en otros aspectos, a veces ponemos fondos de nuestro bolsillo para cosas menores como alcohol, papel, cosas de librería, pero ni así llegamos”.
 
Otra área estratégica del desarrollo que sufre es la investigación en litio. Ernesto Calvo, investigador superior del Conicet y director del Instituto de Química Física de los Materiales, Medio Ambiente y Energía dice que este año el instituto no tiene presupuesto.

“Nos adelantaron una cuota de un presupuesto igual al del año pasado, sin tomar en cuenta la pérdida de 25 por ciento por inflación. Los gases especiales, los reactivos, las herramientas son importados y los subsidios son en pesos”, se lamenta. 
 
Agrega que compraron con tarjeta de crédito un reactivo por 20.000 pesos (menos de US$1.000), hace mes y medio. La compra se demoró y recién se pagará cuando llegue el resumen de la tarjeta, pero ahora US$1.000 equivalen a 25.000 pesos. “Estamos por debajo de cualquier estándar internacional para producir resultados”, concluye. Por todo eso, hoy tienen casi todo parado y apenas continúan algunos trabajos con insumos en stock.

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Galo Soler Illia, decano del Instituto de Nanosistemas de la Universidad de San Martín (Crédito: Argentina.Gob.Ar).
La palabra del ministro

 
En el Ministerio de Ciencia son conscientes del problema. El ministro Lino Barañao aseguró a SciDev.Net que el tema “nos preocupa obviamente y estamos realizando gestiones”. 
 
Sin embargo, “el presupuesto de todos los ministerios está fijado en pesos al comienzo del ejercicio (año calendario), y por lo tanto no hay factibilidad de hacer un ajuste instantáneo. Pero en otras oportunidades hemos tratado de compensar de forma tal de no perder valor adquisitivo con selectividad de acuerdo a las disciplinas”, afirma.
 
Algunos científicos están enojados con el ministerio y otros le reconocen cierta acción paliativa. Pero el límite del ajuste decidido por el gobierno nacional se sigue imponiendo.