01/07/16

Desarrollo tardío de habilidades en niños de países pobres

Niños caribeños
Crédito de la imagen: Lisbeth Fog

De un vistazo

  • Muchos niños en países en desarrollo no adquieren habilidades lo suficientemente rápido
  • Dichas habilidades básicas determinan la salud en la edad adulta, la productividad y el bienestar
  • Autoridades deben intervenir para impulsar el crecimiento cognitivo y socioemocional

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[MANILA] Gran cantidad de niños pequeños en los países de ingresos bajos y medianos (PIBM) no logran cumplir con los estándares básicos de desarrollo que están vinculados a la salud en las siguientes etapas de la vida, la productividad y el bienestar.
 
Uno de cada tres menores en edad preescolar (hasta cinco años) que viven en PIBM no cumple los hitos básicos, tanto en las áreas del desarrollo cognitivo como socio-emocional, de acuerdo con un estudio coordinado por Dana Charles McCoy, de la Escuela de Educación de Harvard, publicado en PLoS Medicine (7 de junio). [1]
 
El estudio define ‘desarrollo cognitivo bajo’ como “la incapacidad para seguir instrucciones sencillas y trabajar de forma independiente”. Por otra parte, el ‘desarrollo socio-emocional bajo’ es “la incapacidad de controlar la agresión, evitar la distracción y llevarse bien con otros niños”.
 
El déficit en el crecimiento físico de los niños intensifica estos malos resultados en el desarrollo de competencias básicas. Se estima que alrededor de 17 por ciento tiene un retraso, es decir, su crecimiento físico no es apropiado para su edad.
 
Al extrapolar los datos obtenidos de unos 100.000 niños entre tres y cuatro años de edad que viven en 35 PIBM, se halló que el 32,9 por ciento —80.8 millones de menores— tiene bajo desarrollo cognitivo o socioeconómico, o ambos. Los investigadores usaron dos de las cuatro áreas claves del desarrollo del reconocido Índice de Desarrollo Infantil Temprano, desarrollado por UNICEF (Fondo de Naciones Unidas para la Infancia).
 
Por regiones geográficas, los PIBM subsaharianos muestran la mayor tasa de prevalencia con 43,8 por ciento (29.4 millones de niños), seguidos por los de Asia del Sur, con 37,7 por ciento (27.7 millones de niños). Las tasas de prevalencia más bajas se observaron en los PIBM de América Latina y el Caribe con 18,7 por ciento, y del norte de África/Medio Oriente/Asia Central con 18,4 por ciento.
 
Los PIBM en la región del Este de Asia y el Pacífico representaron una tasa de prevalencia de 25,9 por ciento (15.1 millones de niños). Sin embargo, otro estudio publicado a principios de este mes informa que el retraso del crecimiento constituye un problema grave de salud pública en la mitad de los diez países que integran la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN), y que la prevalencia del retraso y el adelgazamiento en los niños menores de cinco años es “inaceptablemente alta”. [2]
 
McCoy dice a SciDev.Net que su investigación no se centró en las razones detrás de la menor prevalencia de unas dificultades sobre otras, aunque agrega que las tasas más bajas de pobreza “pueden contribuir a reducir los números”.
 
La experta señala que la investigación sugiere la necesidad de políticas y programas adicionales que busquen “reducir la exposición de los niños a la pobreza, la violencia y otras fuentes de estrés tóxico en el ambiente”.
 
“También necesitamos recursos y apoyos para promover las oportunidades de los niños para aprender, tanto dentro como fuera del hogar”, agrega. “La investigación mostró que las interacciones de apoyo, sensibles y enriquecedoras con los padres y otros cuidadores son los mecanismos primarios a través de los cuales los niños pueden desarrollar habilidades cognitivas y socio-emocionales en la primera infancia”.
 
McCoy señala: “Más importante aún es que estas intervenciones para reducir el riesgo y promover el aprendizaje necesitan ser implementadas desde temprano, en los primeros 1.000 días de vida. Los resultados de nuestro estudio sugieren que los retrocesos del desarrollo ya son comunes cuando los niños tienen tres o cuatro años, y la neurociencia dice que el cerebro crece más rápidamente durante ese período de la primera infancia”.
 
Luz Flores, investigadora y maestra de educación inicial en Ayacucho, ciudad de los Andes peruanos, señala que en las zonas rurales se aprecia en toda su magnitud el retraso en el desarrollo de las capacidades cognoscitivas y emocionales de los infantes menores de cinco años.
 
“Por lo general los niños con nivel cognitivo bajo también presentan poca estatura para su edad y otros signos de desnutrición como el cabello amarillento; todo eso se refleja en el aula: no hay retención de lo que aprenden, se quedan dormidos”, indica.
 
Como resultado, continúa, los objetivos curriculares no se cumplen, los profesores tienen que variar los contenidos, tratar de motivarlos para que presten atención, y cuando entran a la educación básica van en desventaja y presentan problemas de deserción, matoneo, etc.
 
Flores plasmó estas experiencias en una investigación que realizó para la ONG Tarea, sobre mejoramiento de la calidad educativa de niños menores de cinco años, en su lengua materna. “Lo principal es trabajar con los padres de familia; se trata de zonas muy pobres, con altos índices de violencia familiar, alcoholismo y abandono”, concluye.
 

La versión original de este artículo se publicó en la edición deSciDerv.Net del Sudeste asiático y el Pacífico, con información adicional del equipo de América Latina