04/02/20

Cáncer genera nuevas desigualdades en América Latina

PIXNIO-cancer de mama
El cáncer de mama, con más de 25 por ciento de incidencia, sigue siendo el principal entre las mujeres latinoamericanas. Crédito de la imagen: USAID / PIXNIO [Imagen de dominio público].

De un vistazo

  • La mayoría de países de ingresos bajos iniciaron lucha contra el cáncer de manera tardía
  • La región no cuenta con información confiable sobre incidencia y mortalidad
  • Falta de acceso a prevención y tratamiento, incluso cuando hay leyes, favorece desigualdad

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Aumentar el control y la prevención del cáncer en los países de ingresos medianos y bajos -lo que incluye a todos los países de la región latinoamericana- para evitar unas siete millones de muertes en los próximos diez años es una de las alertas que dan dos informes publicados por la Organización Mundial de la Salud (OMS) hoy, en el día mundial del cáncer (4 de febrero).

En los reportes se advierte que habrá un aumento del 60 por ciento de casos de cáncer en todo el mundo en las siguientes dos décadas; ese número crecerá hasta el 81 por ciento en los países menos favorecidos, donde a su vez las tasas de supervivencia ya son las más bajas del planeta. Por eso la necesidad de poner énfasis en tales países para revertir la tendencia.

El informe de la OMS se llama “Reporte sobre cáncer: establecer prioridades, invertir con inteligencia y proveer cuidados para todos”; el segundo, realizado por la Agencia Internacional para la Investigación en cáncer (IARC-OMS), se titula “Reporte mundial de cáncer: Investigación para la prevención del cáncer”.

Bernard W. Stewart editor del reporte del IARC y profesor en la Universidad de Nueva Gales del Sur en Sydney (Australia), comentó a SciDev.Net que, en relación con el control del cáncer en América Latina y las desigualdades como un factor clave, “hay desafíos casi en todo nivel”.

“En comparación con la información global sobre la incidencia y la muerte causadas por el cáncer no hay datos disponibles para muchos países latinoamericanos. Se pueden hacer extrapolaciones y cálculos aproximados, pero no es lo ideal”, afirmó.

“La diferencia en la mortalidad entre los países latinoamericanos es considerable, incluso en los que tienen control todavía es muy alto, comparados con los Estados Unidos y Europa”.

Melissa Rendler-García – Unión Internacional para el Control del Cáncer.

En base a los datos sí existentes, hizo énfasis en el cáncer cervical. “América Latina y el Caribe tienen una de las incidencias y tasa de mortalidad más altas del mundo. En comparación, es notable cómo los países de ingresos altos pudieron reducir la incidencia de ese cáncer con controles basados en el conocido Papanicolaou”, agregó.

Stewart añadió que las mujeres de bajo nivel socioeconómico no conocen esta prueba o no tienen acceso a ella.

Por otro lado, remarcó la incidencia del cáncer de pulmón tanto en hombres como en mujeres latinoamericanos; también el cáncer de mama y los gástricos son importantes para la región, “pero los programas para diagnosticarlos o prevenirlos son extremadamente limitados en los países más relevantes”, prosiguió Stewart.

“La diferencia en la mortalidad entre los países latinoamericanos es considerable, incluso en los que tienen control todavía es muy alto, comparados con los Estados Unidos y Europa”, dijo Melissa Rendler-García, asesora global de la Unión Internacional para el Control del Cáncer.

La respuesta global al cáncer ha sido despareja y desigual, dice el reporte a la vez que menciona como contexto que una de cada cinco personas recibirá alguna vez en su vida un diagnóstico de cáncer.

El control y prevención del cáncer pasa también por invertir más en investigación científica sobre la enfermedad. Crédito de la imagen: Sanofi Pasteur [CC BY-NC-ND 2.0].

“La mayoría de países de ingresos bajos y medianos comenzaron de manera tardía su lucha contra el cáncer, al tener que tomar la difícil decisión de concentrar recursos limitados en el problema de las enfermedades infecciosas”, precisa el informe de la OMS.

Por desigualdades se define a las circunstancias educacionales, de nutrición, ingreso, empleo, dieta, género, grupo étnico y vivienda que son origen y a su vez perturban la eficacia de todas las iniciativas contra el cáncer. Afectan tanto a la prevención como a la detección temprana de los tumores y a la etapa de los cuidados paliativos.

“Aunque Chile está mejor en este sentido, como Uruguay, que tienen políticas avanzadas, comparados con Bolivia y Paraguay, hay diferencias bastantes grandes en provisión de servicios de salud y capacitación de servicios humanos. Ni hablar de Centroamérica, donde hay buenos desarrollos en Costa Rica y Panamá, pero todavía queda mucho por hacer”, añadió Rendler-García.

En las Américas, el cáncer es la segunda causa de muerte, con aproximadamente 3,8 millones de nuevos diagnósticos en 2018 y 1,4 millones de muertes solo en ese año. 57 por ciento de los nuevos casos y 47 por ciento de las muertes fueron en personas de 69 años o menos.

El cáncer más común en hombres es el de próstata, con 21,7 por ciento, pulmón con 9,5 por ciento y colorrectal con 8 por ciento. En mujeres, el primero es mama con 25,2 por ciento, pulmón con 8,5 por ciento y colorrectal con 8,2 por ciento. Tanto en hombres como en mujeres el más mortal es el cáncer de pulmón, con 19,6 y 17,4 por ciento respectivamente.

El reporte de la OMS, de 125 páginas, presenta asimismo nuevas evidencias del control del cáncer como una inversión con ganancias sustanciales tanto en términos humanos como económicos.

“El costo de las enfermedades no transmisibles es más alto que el de las infecciosas en cada país y seguirá creciendo en las próximas décadas”, dice.

Y lo relaciona con los Objetivos de Desarrollo Sustentable que piden “reducir hacia 2030 un tercio la mortalidad prematura por enfermedades no transmisibles a través de la prevención y tratamiento y promoción de la salud mental y el bienestar”.

“Hacia 2030, más de 7 millones de muertes por cáncer en esos países se pueden evitar; la inversión requerida es de US$ 2,7 por persona en países de ingresos bajos; US$ 3,95 por persona en bajos-medios y US$ 8,15 en países de ingresos altos-medios”, se explica.

Prevención y acceso

La prevención también ha demostrado ser beneficiosa en la relación costo-beneficio en el caso del cáncer. El reporte de la OMS destaca en ese sentido dos casos latinoamericanos.

Por un lado, el compromiso a largo plazo de Brasil para el control del tabaco, con medidas como la designación de los espacios públicos y de trabajo como cien por ciento libres de humo, servicios de cesación tabáquica, mensajes fuertes en los paquetes de cigarrillos e impuestos, entre otras medidas.

“El resultado es que la prevalencia de fumadores entre los adultos bajó del 35 por ciento en 1989 al 10 por ciento en 2017”, dice a la vez que recalca la importancia del trabajo multisectorial y el liderazgo subregional de Brasil en los distintos foros contra el tabaco.

Y por otro la iniciativa “Alerta Rosa”, usada por varios países en la región y que en México incluyó una campaña multimedia para aumentar la alerta ante el cáncer de mama, y también un línea telefónica orientada a los pacientes.

“La intervención resultó en un 59 por ciento de detección de tumores en estadios tempranos y el comienzo del tratamiento con un promedio de treinta días después del diagnóstico, con una mejora significativa”, remarca.

La falta de acceso a tratamientos aunque legalmente deban estar disponibles es otro tema que favorece la desigualdad.

“La accesibilidad a los tratamientos oncológicos es un imperativo ético en las sociedades modernas. El día de lucha contra el cáncer debería tener un solo lema: accesibilidad”, dijo a SciDev.Net Ernesto Gil Deza, Director de Investigación y Docencia del Instituto Oncológico Henry Moore y Director de la Carrera de Oncología de la Universidad del Salvador, en Buenos Aires.

“Eso supone educación de la población para lograr diagnósticos precoces, construcción de sistemas de salud amigables, que sean receptivos a los requerimientos de los pacientes, y la unión de la sociedad, el Estado y la industria farmacéutica para asegurar que los precios exorbitantes de los tratamientos sean mucho menores, para hacer accesible el tratamiento al paciente que lo necesita”, concluyó Gil Deza.

Beatriz Moiraghi, hematóloga del Hospital Ramos Mejía, en Buenos Aires, concuerda con su colega: “El trabajo de la OMS está clarísimo, tenemos que prevenir. Si uno hace prevención, se podría llegar a bajar más la incidencia”.

“Como países en vías de desarrollo o pobres, hay grupos de pacientes que no acceden y otros que sí; gente que llega a hacerse mamografías, que obtiene la vacunación contra la hepatitis B, que se hace colposcopías y otros que no”, asevera.

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