17/11/21

Cambio de roles de género en el hogar mejora su economía

mujer rural
Según datos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), las mujeres rurales presentan más de 40 por ciento de la producción agrícola en los países en desarrollo y conforman la cuarta parte de la población mundial. Por eso, incentivar su bienestar resulta “fundamental en la lucha contra la pobreza extrema, el hambre y la desnutrición”. Crédito de la imagen: snordq/Flickr, bajo licencia Creative Commons (CC BY-NC 2.0). Esta imagen ha sido recortada.

De un vistazo

  • Estudio en México analizó inequidad de género en familias en pobreza y pobreza extrema
  • Hogares donde hombres dedican más tiempo a labor doméstica tienen mejor ingreso económico
  • Redes sociales tienen más impacto económico positivo en familias con jefatura masculina

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En México, las familias rurales con jefatura masculina en las que los hombres dedican más tiempo a la labor doméstica cuentan con un mejor ingreso económico.

Esto se debe a que al no ser ellos el sostén principal se abre la posibilidad de que otros miembros de la familia, especialmente las mujeres, tomen un rol económico laboral activo y produzcan más ingresos, según lo revela una investigación publicada en PLOS ONE.

Otro hallazgo fue que en las comunidades con mayores porcentajes de violencia contra las mujeres en el espacio público las familias con jefatura masculina tienen mayores ingresos, lo cual es “preocupante” según los autores y una prueba de como “todos los aspectos de la dominación masculina están vinculados entre sí”.

La medición de la pobreza con enfoque de género en América Latina ha sido ampliamente estudiada desde hace años, pero entender las consecuencias de la desigualdad en las comunidades rurales aún es un reto debido a las múltiples causas que la generan.

Por esto, los investigadores desarrollaron un modelo de análisis estadístico basado en algoritmos provenientes de inteligencia artificial para hacer una investigación robusta que pudiera incluir 45 variables que podrían ayudar a entender más específicamente esta problemática.

El trabajo incluyó la comparación de la situación de 4.434 hogares encabezados por mujeres y 14.877 hogares encabezados por hombres en situación de pobreza y pobreza extrema en México. Los datos utilizados fueron tomados de la Encuesta Nacional de Ingreso y Gastos de los Hogares que produce el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), de ese país.

“Encontramos que en otros estudios de pobreza se analiza el género desde un supuesto de que todos los hogares con jefatura femenina son iguales y todos los que tienen jefatura masculina también, lo cual es falso”, señaló Armando Torres, autor del estudio e investigador de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Göttingen, en Alemania.

Obteniendo información diferida y específica, señaló Torres, se puede mejorar el diseño e implementación de políticas públicas, volviéndolas más acordes a las necesidades de cada población a nivel individual, familiar, comunitario y regional.

Según datos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), las mujeres rurales presentan más de 40 por ciento de la producción agrícola en los países en desarrollo y conforman la cuarta parte de la población mundial. Por eso, incentivar su bienestar resulta “fundamental en la lucha contra la pobreza extrema, el hambre y la desnutrición”.

Aun así, ellas cuentan con muchas menos oportunidades en aspectos como propiedad de la tierra, igualdad en remuneración laboral, participación en toma de decisiones y acceso a recursos y crédito económico con respecto a los hombres.

Otro de los aspectos de la inequidad revelados en la investigación fue que las redes sociales tienen mayor impacto económico positivo en las familias con jefatura masculina. Esto se debe, según los autores, a que tradicionalmente las redes de apoyo de los hombres giran en torno a las actividades productivas, mientras que las mujeres, al dedicarse mayormente a las labores domésticas, cuentan más redes de tipo afectivo y emocional.

“Aun cuando la mujer tiene un trabajo de ocho horas, sigue dedicando mucho más tiempo al cuidado de los hijos y familiares, a diferencia de los hombres […] La política de género no puede evadir esa realidad; ambos comparten la misma miseria, pero ellas se llevan el peor partido porque trabajan más sin remuneración ni reconocimiento”.

Teresa López, directora del Instituto Uniagrarista para la Familia Rural (Colombia)

Para Teresa López, directora del Instituto Uniagrarista para la Familia Rural (Colombia), quien no participó en el estudio, los resultados obtenidos en la investigación muestran el impacto que tiene el cambio de los roles de género no solo en la economía familiar, sino comunitaria y regional.

Este aspecto potencia la independencia económica de la mujer y forma parte central del desarrollo de políticas públicas para el combate a la pobreza en varios países de la región. Sin embargo, para López, aún existe inequidad en los planes y programas que buscan fomentar este principio.

“Aun cuando la mujer tiene un trabajo de ocho horas, sigue dedicando mucho más tiempo al cuidado de los hijos y familiares, a diferencia de los hombres […] La política de género no puede evadir esa realidad; ambos comparten la misma miseria, pero ellas se llevan el peor partido porque trabajan más sin remuneración ni reconocimiento”, señaló López a SciDev.Net.

Para la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), el reconocimiento del tiempo como recurso, más allá del dinero, es un factor clave para alcanzar la equidad y planificar estrategias de desarrollo y recuperación, especialmente después la pandemia por COVID-19.

Según sus datos, la contracción económica tendrá un impacto de diez años de retroceso en la participación de las mujeres en el mercado laboral. De acuerdo a las proyecciones, eso ocasionará que alrededor de 118 millones de mujeres latinoamericanas vivirán en situación de pobreza.

Lucía Scura, oficial de Asuntos Sociales de la División de Asuntos de Género de la CEPAL, mencionó en entrevista a SciDev.Net que además de las recomendaciones generales que ofrece la comisión, ya se trabaja de cerca con los gobiernos de varios países para establecer estrategias integrales de combate a la pobreza con perspectiva de género.

La idea es articular y coordinar los servicios de salud, educación y bienestar físico y emocional para que las jefas de familia puedan hacer uso de su tiempo, a través de alternativas recreativas o productivas, explicó Scuro.

“Es un error pensar que esto no es una inversión que tiene un retorno económico a nivel regional. Y para eso necesitamos que las mujeres puedan sostener una vida con autonomía económica, sin violencia, donde la sobrecarga que tienen a través del trabajo no remunerado esté mejor repartida entre hombres y mujeres, así como familias, Estado y comunidad”, concluyó.

> Enlace al estudio en PLoS One