04/07/09

Aumenta la enfermedad cardiovascular en América Latina

La adopción de hábitos de vida poco saludables provoca el sobrepeso Crédito de la imagen: BocaDorada|flickr

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América Latina debe reconocer la hipertensión como un problema de salud pública en aumento. De no tomarse las medidas necesarias, provocará el colapso de sus sistemas de salud y generará mayor pobreza, advierten los autores de un informe publicado en 26 de junio en la revista Therapeutic Advance in Cardiovascular Disease.

De acuerdo con los autores del estudio, los factores de riesgo que más inciden en la presión arterial alta son la edad y la obesidad. Mientras que la expectativa de vida se incrementa, la adopción de hábitos de vida poco saludables provoca el sobrepeso en los habitantes de la región.

Adolfo Rubinstein, presidente del Instituto de Efectividad Clínica y Sanitaria de Buenos Aires, Argentina, y autor principal del informe, dijo a SciDev.Net que gran parte del problema radica en que los sistemas de salud de la región siguen concentrando las intervenciones médicas en el control de las enfermedades infecciosas (malaria, dengue) que históricamente han devastado a los países más pobres.

“Muchas intervenciones costo-efectivas para prevenir las enfermedades no transmisibles no se implementan por la falta de reconocimiento político sobre el impacto sanitario, económico y social de la epidemia de enfermedades crónicas en general y de la cardiovascular en particular”, señaló el investigador.

Según información de la Organización Mundial de la Salud (OMS) citada por los autores, el número de muertes relacionadas con enfermedades crónicas en 23 países en vías de desarrollo aumentará un 18 por ciento para el año 2015.

Para el conjunto de cuatro países –Argentina, México, Brasil y Colombia– incluidos en las proyecciones de la OMS, esta nueva carga sanitaria representaría US$13.5 billones de pérdidas en productiva económica.

De allí que los investigadores recomienden el desarrollo de políticas de salud para la detección y el tratamiento de la presión arterial alta, así como programas de prevención de las enfermedades cardiovasculares que alerten sobre las consecuencias del consumo excesivo de grasas y azúcar, tabaco y alcohol, y promuevan el ejercicio físico.

“De lo contrario”, concluye Rubinstein, “los sistemas de salud se verán sobrecargados y las consecuencias las sufrirán los sectores sociales cuyo acceso a los servicios sanitarios no está garantizado”.