Por: Aleida Rueda
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Así como el uso del cubrebocas, la sana distancia y el lavado de manos son determinantes para controlar la transmisión del SARS-CoV-2, la evidencia muestra que otras enfermedades pueden ser prevenibles si la ciudadanía aprende y adopta algunas acciones efectivas.
Es el caso del Zika, enfermedad que se reporta en mayor medida en países como Brasil, Honduras, El Salvador, Nicaragua y República Dominicana, y cuyo control puede estar en manos de las personas a nivel doméstico, como lo muestra un conjunto de investigaciones científicas.
La infección por Zika provoca síntomas leves como fiebre, dolor de cabeza y articulaciones, pero en algunos casos ocasiona problemas neurológicos más importantes como la microcefalia en recién nacidos.
Dado que el Zika es transmitido a humanos por el mosquito Aedes aegypti, también responsable de transferir los virus que provocan el dengue y la chikungunya, para muchos especialistas, las acciones más prácticas y fáciles de adaptar tienen que venir por parte de los ciudadanos: cambios de conducta que impidan la reproducción del mosquito desde los hogares y que, en consecuencia, disminuyan la transmisión de la enfermedad.
Aunque estos comportamientos están identificados y caracterizados en una vasta diversidad de estudios científicos, el desafío está en hacerlos llegar a la gente y los gobiernos para que se conviertan en políticas públicas eficaces y permanentes.
De hecho, el control del mosquito para prevenir el Zika podría impactar positivamente en reducir otras enfermedades como el dengue, que ha experimentado un aumento importante durante la emergencia sanitaria por COVID-19, encendiendo las alarmas en los sistemas de salud latinoamericanos.
Los invitamos a ver este video que muestra cuáles son los cambios de comportamiento que han demostrado ser eficaces para reducir la transmisión del Zika y los desafíos que aún existen para ponerlos en práctica en los países donde se registra un número importante de casos.