Por: Henrique Kugler
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[CURITIBA] Usando datos inflados o falsos los madereros brasileños consiguen talar ilegalmente una gran cantidad de árboles del bosque amazónico sin ser descubiertos por las autoridades, que no cuentan con suficientes recursos ni tecnología, reveló una nueva investigación.
La tala ilegal generalmente está asociada a la corrupción y, además de constituir un manejo forestal deficiente conlleva una serie de consecuencias sociales y ambientales negativas, como pérdida de ingresos por parte del gobierno y degradación de los hábitats, amenazando la supervivencia de especies en peligro de extinción.
En Brasil, antes de comenzar la tala, los madereros deben informar a las autoridades el número exacto de madera disponible para explotación comercial en sus áreas. Pero al comparar 427 permisos de tala autorizados en el estado de Pará —al este de la Amazonia— emitidos entre 2012 y 2017, con el inventario nacional forestal de Brasil, una base de datos oficial que estima la cantidad de madera disponible en las parcelas seleccionadas, los investigadores descubrieron que más del 70 por ciento de los documentos no coincidían y tenían datos adulterados por los madereros.
“Encontramos grandes discrepancias entre los volúmenes de madera registrados en los planes de manejo forestal producidos por los madereros y los datos del inventario oficial”, explica a SciDev.Net el agronómo Pedro Brancalion, de la Universidad de São Paulo y autor principal del nuevo estudio publicado en Science Advances (15 de agosto).
“Por lo general [los madereros] sobreestiman los números y así pueden explotar cantidad extra de madera en áreas no autorizadas y las autoridades creen que se obtuvieron de parcelas aprobadas”.
Pedro Brancalion, Universidad de São Paulo
Según un informe del Instituto del Hombre y el Ambiente de la Amazonia (Imazon), 44 por ciento de la madera tropical recolectada en el estado de Pará entre 2015 y 2016 fue ilegal. En vez de provenir de áreas autorizadas, procedían de zonas ambientalmente sensibles, como lugares de conservación o reservas indígenas.
“Por lo general [los madereros] sobreestiman los números y así pueden explotar cantidad extra de madera en áreas no autorizadas y las autoridades creen que se obtuvieron de parcelas aprobadas. Las autoridades ambientales locales no tienen suficientes recursos humanos o tecnología para comprobar si esos estimados son ciertos”, advierte Brancalion.
Las expediciones de campo confirmaron la falsedad de la documentación presentada, que incluía la identificación incorrecta y deliberada de los árboles. “No parece ser una coincidencia que las especies cuyos volúmenes fueron regularmente sobrestimadas por los madereros sean exactamente las de mayor valor comercial”, anota.
El ejemplo más notable es el ipê (Tabebuia spp.), un tipo de madera muy usado en construcción en muchos países. “El volumen adicional de ipê obtenido mediante identificación incorrecta se puede usar para enmascarar los ipês de origen ilegal”, escribieron los autores en el artículo.
En marzo, Greenpeace publicó un informe señalando que estos fraudes son mucho más comunes de lo que se pensaba anteriormente. Otro informe, publicado por la Interpol y el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, estima que entre 15 a 30 por ciento del volumen de madera comercializado a nivel mundial es obtenido ilegalmente. En los países tropicales estas cifras oscilan entre 50 y 90 por ciento. La cuenca del Amazonas, junto con África central y el sudeste de Asia, son las regiones donde se concentra la gran mayoría de los casos de tala ilegal.
La bióloga Joice Ferreira, que trabaja en la Amazonía para la Corporación Brasileña de Investigación Agrícola (EMBRAPA) está entusiasmada con el estudio. “Es la primera vez que una investigación analiza hasta qué punto la tala ilegal puede amenazar aún más la frágil gobernanza ambiental en la región”, comenta a SciDev.Net.
Indica que en la pasada década Brasil avanzó significativamente en la reducción de la deforestación.
La degradación forestal —de la cual la tala ilegal es un componente— también está aumentando. "La tala ilegal es una grave amenaza para la biodiversidad", advirtió Ferreyra en un artículo publicado por Nature en 2016. A diferencia de la deforestación, la extracción irresponsable de madera aún mantiene la mayor parte del bosque en pie, pero limita sus funciones ecológicas.
“Los procedimientos ilegales mencionados en el estudio son comunes en las diferentes regiones del bosque amazónico”, subraya por su parte el ingeniero forestal André Vianna, del Instituto de Conservación y Desarrollo Sostenible de la Amazonía. Él cree, sin embargo, que la mejor manera de abordar el problema es con tecnología y buenas prácticas de gobernanza.
Brancalion tiene una sugerencia en ese sentido: “lo que necesitamos son procesos de autorización más inteligentes. Con un software simple, basado en los datos de los inventarios forestales nacionales, se podría averiguar fácilmente si la información proporcionada por los madereros es precisa o sospechosa”, expresa.
Actualmente, toda la documentación proporcionada por los madereros y evaluada por las entidades ambientales de Pará está basada en papel, careciendo de precisión, consistencia y estandarización en la terminología.
Los entrevistados concuerdan en que los sistemas de aplicación de la ley ambiental aún son débiles en Brasil. En el estado de Pará, la secretaría de medio ambiente tiene menos de 60 trabajadores, una fracción de los cuales en teoría es responsable de monitorear un área equivalente al tamaño del Perú. Según Brancalion “a fin de cuentas la tala ilegal es fundamentalmente una cuestión de gobernanza”.
El proyecto coordinado por Pedro Brancalion es apoyado por FAPESP, donante de SciDev.Net.
> Enlace al artículo completo en Science Advances
> Vea un video de Mongabay.org sobre la tala ilegal en la Amazonia (en inglés y portugués)