05/01/15

Innovación responsable: un marco aún demasiado europeo

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Crédito de la imagen: Concytec - Perú

De un vistazo

  • Concepto de Innovación Responsable plantea instituir mecanismos previos de gobernanza
  • Objetivo es prever controversias potenciales y mejorar aceptación social de tecnologías emergentes
  • Pero riesgo es imitar conceptos e instrumentos que no se adecúan a las realidades locales

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Recientemente, la Unión Europea ha puesto en el centro de su política de ciencia, tecnología e innovación (CTI) la noción de Innovación Responsable (IR). Este nuevo concepto ocupa un lugar transversal en el programa Horizonte 2020 y las actividades relacionadas con él cuentan con un presupuesto total de €91 millones para 2014 y 2015. 
 
El marco de la IR surge en el contexto de la discusión sobre el desarrollo de la nanotecnología en los Estados Unidos y responde al interés de evitar que se repita el fuerte rechazo que tuvieron las biotecnologías, particularmente los organismos genéticamente modificados (OGM), por parte del público en Europa.
 
La IR plantea que es importante instituir mecanismos anticipatorios de gobernanza que permitan prever las áreas de controversias potenciales y responder a tiempo con acciones políticas y regulatorias para mejorar la aceptación social de las tecnologías emergentes. Las consultas ciudadanas y la participación pública en la evaluación de tecnologías son algunos de los instrumentos que podrían utilizarse para este fin.
 

“En cada sociedad puede darse una interacción diferente entre tecnología y valores, que debe ser recogida por el concepto de innovación responsable”.

Federico Vasen

Sin embargo, este concepto —que algunos plantean con vocación global— no toma en cuenta las necesidades y características de la ciencia y la tecnología en los países en desarrollo. La inclusión acrítica del marco de la IR en las políticas de CTI de los países en desarrollo podría conducir al error —ya ocurrido en otras oportunidades— de adoptar en forma imitativa conceptos e instrumentos originados en los países desarrollados que no se adecúan a las realidades locales.
 
Para que no se repita este error con la innovación responsable es importante señalar qué particularidades deberían tomarse en cuenta al momento de darle un alcance geográfico más amplio a este marco, lo que algunas iniciativas académicas [1] han comenzado a explorar muy recientemente.
 
En primer lugar, el marco de la innovación responsable está pensado para economías avanzadas, como la europea, que tienen sectores de punta en tecnologías emergentes. Si bien en algunos países en desarrollo existen importantes investigaciones sobre temas como nanotecnología o robótica, la mayoría de estos países acceden a estos desarrollos “como producto terminado”.
 
Los actores situados en la periferia ven reducida su capacidad de participar en el proceso de diseño, pues este sucede fuera de su alcance. Difícilmente entonces podrían funcionar en un país en desarrollo los modelos de participación ciudadana planteados por el marco de la innovación responsable, los cuales requieren de una interacción cercana entre los diseñadores y las necesidades y preocupaciones de los potenciales usuarios.
 
Un concepto adecuado de innovación responsable debería, en consecuencia, incorporar mecanismos que den cuenta de estas asimetrías.
 
Por otra parte, el marco de IR parte de la experiencia “traumática” del rechazo público a los OGM y el consecuente aprendizaje respecto a la importancia de considerar las creencias y valores del público en general.
 
En el contexto del mundo en desarrollo, la visión “iluminista” del avance de la ciencia y la tecnología como vía para el desarrollo socioeconómico todavía está extendida [2]. A diferencia de los países desarrollados, donde el recelo es mayor frente a las tecnologías emergentes, en el mundo en desarrollo el foco de potenciales controversias está más asociado a conflictos distributivos vinculados con la explotación de los recursos naturales y las injusticias ambientales y sociales que esto genera.
 
Un último factor a tener en cuenta es que los valores que la visión de la innovación responsable impulsada desde Europa propone incorporar al desarrollo tecnológico son los valores europeos.
 
La diversidad cultural del mundo en desarrollo es muy amplia y no hay que menospreciar el riesgo de una definición eurocéntrica del concepto. En cada sociedad puede darse una interacción diferente entre tecnología y valores, que debe ser recogida por el concepto de innovación responsable. En este sentido, aunque puede haber coincidencias parciales, no debe abrazarse la idea de un único marco normativo global para la “innovación responsable”.
 
En consecuencia, si se avanza en el diseño de políticas para el mundo en desarrollo que incorporen la idea de innovación responsable, deben tenerse en cuenta los valores y expectativas del público local y las características de la gobernanza de la ciencia y la tecnología en ese contexto.
 
A su vez, debe considerarse la inserción periférica o subsidiaria del sector productivo de los países en desarrollo en las cadenas globales de valor.
 
No hay duda de que el principio planteado por la innovación responsable de incorporar mayor cantidad de actores en la discusión del diseño tecnológico es positivo, pero es importante que este proceso considere desde el principio las prioridades locales en materia de desarrollo económico, inclusión social y justicia ambiental.
 
 
Federico Vasen es investigador posdoctoral en el Instituto de Estudios sobre la Ciencia y la Tecnología de la Universidad Nacional de Quilmes, Argentina. Se especializa en políticas de CTI y educación superior. Se le puede escribir a: [email protected]  

References

[1] P. Macnaghten, R. Owen, J. Stilgoe et al.   Responsible Innovation Across Borders: tensions, paradoxes and possibilities. Journal of Responsible Innovation, doi: 10.1080/23299460.2014.922249, http://www.tandfonline.com/doi/pdf/10.1080/23299460.2014.922249
 
[2] Phil Macnaghten, Julia Guivant (2010) Converging citizens? Nanotechnology and the political imaginary of public engagement in Brazil and the United Kingdom, Public Understanding of Science, 20, 207-220.