13/07/12

De Higgs a la humanidad: descubrimientos para bien común

Los radios de transistores fueron desarrollados a partir de descubrimientos en el campo de la mecánica cuántica Crédito de la imagen: Flickr/Internews network

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Existe un reconocimiento general de que el anuncio del CERN acerca de que ya se cuenta con evidencia convincente del bosón de Higgs —la partícula elemental que, de acuerdo a la teoría, permite que otras partículas obtengan su masa— es una contribución significativa a nuestro entendimiento del universo.

Sin embargo, la reflexión ha pasado rápidamente a las implicancias de este trascendental descubrimiento, y al valor de la inversión del dinero público especialmente en una época de austeridad.

¿Qué podría ofrecer a nuestra calidad de vida aquí en la Tierra la llamada partícula de Dios? ¿Proporcionará la benevolencia que asociamos a una deidad para contribuir a la salud o reducir los trabajos pesados?

Realmente es demasiado pronto para saber lo que seremos capaces de lograr. Los científicos lo han comparado con encontrar la puerta de una habitación a la que nunca nadie ha entrado anteriormente. Esto puede ser solamente el comienzo de una nueva cadena de ideas que mantendrá ocupadas a generaciones de científicos.

Desde esta perspectiva, pedirle a la partícula de Dios credenciales de alivio a la pobreza puede parecer de mala educación. No obstante, aplicaciones como los transistores provinieron del campo de la mecánica cuántica, por lo que la pregunta importante sigue siendo: ¿cómo maximizamos las oportunidades presentadas por descubrimientos como éste para responder a los desafíos que enfrentan las comunidades en los países en desarrollo en el mediano y largo plazos?

Conflictos en agendas de investigación

La experiencia sugiere que las agendas de investigación y desarrollo (I+D) que se derivan de descubrimientos importantes no favorecen las prioridades de los pobres.

Generalmente, los países en desarrollo terminan participando en innovaciones solo en la medida en que responden a las necesidades del mercado. Nuestro más reciente Especial analiza las barreras que los innovadores locales de esos países enfrentan cuando tratan de llegar a los mercados internacionales de I+D de alta tecnología. Y también hay barreras para los innovadores de esos países que trabajan en sistemas más convencionales de I+D, como los institutos científicos.

Hay una mezcla de factores que socavan los logros éticos e inteligentes de la investigación. Incluye las agendas geopolíticas de seguridad, como los presupuestos para la defensa que demandan muchos recursos de investigación; la competencia internacional por los recursos de investigación, que alimenta la fuga de cerebros; y, por supuesto, los fines de lucro, que impulsan la mayor parte de la inversión de capital, y que ha generado un ejército de cabilderos corporativos en busca de financiamiento estatal.

Por ejemplo, las agendas militares se impusieron rápidamente después del descubrimiento de la fisión nuclear, e incluso países en desarrollo con la infraestructura para explotar la energía nuclear como una fuente de energía limpia, la han usado más bien para satisfacer ambiciones militares.

Filantropía y ciudadanos unidos

Pero hay esperanzas. Tomemos la malaria, que ha sido un azote para millones de personas en el mundo en desarrollo durante generaciones; incluso hoy en día se estima que un niño muere cada 45 segundos en África debido a la enfermedad. Investigadores y activistas se quejan de la falta de compromisos sostenibles para hacer frente a la enfermedad.

Pero en los últimos siete años hemos sido testigos de un crecimiento significativo en el financiamiento para la investigación de la vacuna. El año pasado, Bill Gates dijo durante una reunión informal en Londres que en el mundo en desarrollo los filántropos pueden elegir entre varias enfermedades que están desfinanciadas.

La propia fundación de Gates, que hizo de la malaria una de sus primeras prioridades, e iniciativas humanitarias similares en las economías emergentes y en línea (Kiva, un sitio web de microfinanzas, tiene un potencial interesante), proporcionan importantes impulsos de cambio.

La filantropía ciudadana ha duplicado la financiación para el desarrollo internacional en la última década, ofreciendo nuevas oportunidades para que la comunidad internacional establezca la agenda de las necesidades de investigación. Está ayudando a resistir —al menos por ahora— la presión ejercida sobre las fuentes de recursos por parte de los lobistas militares y corporativos.

Otra área de oportunidades radica en la revitalización de las alianzas público-privadas. Muchos activistas que trabajan con la malaria, por ejemplo, reconocen la importancia de operar con modelos empresariales para mantener la entrega de intervenciones como los mosquiteros; los derechos de propiedad intelectual por la investigación en vacunas, y de la investigación de sistemas de salud para mejorar el cuidado sanitario.

El modelo del Reino Unido

El Departamento del Reino Unido para el Desarrollo Internacional (DFID por sus siglas en inglés) es propietario del instituto de desarrollo financiero más antiguo del mundo, el CDC, que ha tenido una tasa de retorno de beneficios de £1.8 mil millones (US$2.8 mil millones), monto reinvertido en su totalidad en el instituto desde 2004.

Esto lo ha logrado invirtiendo en negocios promisorios y trabajando con gestores de fondos locales para optimizar los retornos, tomando en cuenta el impacto social y ambiental. El instituto trabaja en una amplia gama de sectores, desde el farmacéutico, pasando por tecnologías de la información, hasta bienes raíces, y con frecuencia con complejas comunidades de partes interesadas que podríamos asociar con los activistas que trabajan en malaria, por ejemplo.

Como mecanismo de capital de riesgo, el CDC brinda una experiencia valiosa de reconciliación entre la agenda de desarrollo con los instintos capitalistas y adaptando el financiamiento a la demanda. Seguramente ha llegado el momento de pensar cómo podríamos aplicar esta experiencia a la investigación.

Y esto nos lleva a la primera implicancia del descubrimiento del bosón de Higgs. Es una lección de imperativo moral. Esta partícula de Dios nos recuerda nuestra humanidad compartida, capaz de conseguir ideas aplicadas para aliviar los problemas de pobreza y de lo que somos capaces.

Nick Ishmael Perkins
Director, SciDev.Net