17/08/18

Infantes y adolescentes: más indefensos ante cambio climático

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En septiembre de 2017, en Haití, niños y mujeres caminan por una calle inundada mientras se acerca el Huracán Irma. Crédito de la imagen: © UNICEF / Daniel

De un vistazo

  • Cambio climático ya propicia deshidratación, gastroenteritis y otras enfermedades entre infantes
  • Necesidades de la infancia deben priorizarse en planes gubernamentales contra cambio climático
  • Discusiones sobre cambio climático debe incluir a niños y adolescentes como agentes de cambio

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[CIUDAD DE MÉXICO] Niñas, niños y adolescentes son los más vulnerables a desastres relacionados con el clima debido a que no tienen control directo sobre el entorno en el que viven, afirman en un reporte investigadores de la Universidad de Columbia, Estados Unidos.

“No pueden controlar la calidad del aire que respiran, los líquidos que beben, los alimentos que consumen o su exposición a contaminantes o enfermedades infecciosas”, advierten los autores.

Además, el hecho de que sean distintos a los adultos en su forma anatómica, cognitiva, inmunológica, fisiológica y psicológica, hace que sea más complicado protegerlos ante los impactos del cambio de la temperatura.

En un informe de UNICEF de 2014, el director ejecutivo Anthony Lake afirmaba que “el 99 por ciento de muertes atribuibles a cambios relacionados con el clima ocurren en los países en desarrollo, y 80 por ciento de ellas son muertes de infantes”.

Los niños están más sensibilizados al tema de cambio climático que los adultos. Lo viven, lo ven en su entorno y son más observadores que los adultos, que dan por sentado muchas cosas”.

Érika Marce, Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático

De acuerdo con la investigación, publicada en Plos Medicine, se ha demostrado que las olas de calor, por ejemplo, exacerban los efectos de los alérgenos y la contaminación del aire (incluyendo partículas, óxido nitroso y ozono), que afectan a los niños más severamente que a los adultos debido a que sus sistemas respiratorio e inmunológico están poco desarrollados.

Las olas de calor, advierten, “también aumentan su vulnerabilidad a padecer deshidratación, enfermedades respiratorias, enfermedades renales, desequilibrio electrolítico y fiebre”.

En el reporte, Lawrence Stanberry, principal autor del artículo, muestra como ejemplo el caso de las lluvias extremas y las consecuentes inundaciones que azotaron a Pakistán en 2010, que propiciaron un aumento de enfermedades diarreicas, infecciones de la piel y ojos en niños; además, algunos de los que perdieron a sus padres se vieron obligados a recurrir a la mendicidad, el trabajo infantil y la prostitución.

“En total, 2,8 millones de niños menores de 5 años se vieron afectados, de ellos 1,4 millones sufrió severamente, y la mortalidad aumentó de 94 a 110-120 muertes por cada 1.000 nacimientos vivos”, afirma el autor.

América Latina y el Caribe es una región en la que también se incrementará la vulnerabilidad infantil a causa del cambio climático. Ocurrió desde 2015, con la epidemia de virus del Zika, que afectó sustancialmente las vidas de los niños, tanto a los que padecen microcefalia como a los casos asintomáticos que desarrollarán problemas más adelante.

Stanberry y sus colegas proponen tres acciones para responder a las necesidades de este sector de la población frente al cambio climático: establecer agendas de investigación para identificar y abordar sus necesidades específicas; incorporar la salud y el cuidado de los niños en  cualquier plan de acción relacionado con cambio climático; y dirigir el financiamiento para que los países más vulnerables se prepararen para los desastres climáticos, incluyendo las necesidades de la infancia.

“El cambio climático es un fenómeno multifactorial que afecta a poblaciones de manera diferenciada. Pero lo que vemos es que los niños y jóvenes suelen enfrentar más retos para adaptarse y mitigar esos impactos”, confirmó a SciDev.Net la bióloga Érika Marce, Subdirectora de Difusión del Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático (INECC) de México.

Tras trabajar en un encuentro con más de 100 niños de Tabasco, un estado mexicano altamente vulnerable a eventos climáticos extremos, los representantes del INECC concluyeron  que las niñas, niños y jóvenes deben ser incluidos en las discusiones sobre cambio climático como agentes de cambio.

“Si consideramos que las principales razones del cambio climático son nuestras formas de consumir y de producir, los niños, niñas y adolescentes son primordiales para generar una nueva cultura, una nueva cultura climática, en la que el clima sea un elemento presente en las decisiones de consumo  y producción de las personas”, dice Marce.

“Los niños no son únicamente víctimas del cambio climático, son también consumidores”, afirma Arcelia Tánori, consultora del INECC. “Y como tales son especialmente sensibles a conocer su entorno y cuál es su responsabilidad frente a los efectos del cambio climático”.

Marce coincide: “los niños están más sensibilizados al tema de cambio climático que los adultos. Lo viven, lo ven en su entorno y son más observadores que los adultos, que dan por sentado muchas cosas”.

En su reporte de 2014, la UNICEF advirtió que las evaluaciones y políticas de impacto climático generalmente se desarrollan sin poner atención a los problemas de los derechos del niño, así como a los riesgos únicos y las respuestas específicas que requiere esta población.

> Enlace al artículo en Plos Medicine