15/02/14

Radar Latinoamericano: Carrera de obstáculos

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Crédito de la imagen: Deshmukh Lab, UNC-Chapel Hill

De un vistazo

  • Aunque países de América Latina se destacan en el campo de las células madre, no logran ingresar a las grandes ligas de la investigación.
  • Si bien en la región las células madre son una prioridad, los fondos aún son restringidos.
  • La comunidad científica regional debe comprometerse aún más, y sobre todo atreverse a dar su salto innovador.

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Latinoamérica debe enfrentar retos en diversos niveles para ganar visibilidad y competitividad en el área de células madre, dice Carla Almeida.
 
Las célebres células madre acaban de acaparar nuevamente la atención. Investigadores de Japón descubrieron una forma más simple, rápida y barata de obtener células madre pluripotentes, aquellas capaces de crear diferentes tejidos del cuerpo. Mientras que el método más común —desarrollado por otro grupo japonés en 2006 y galardonado con el Premio Nobel en 2012— requiere dos meses y complejos procedimientos de ingeniería genética para inducir la pluripotencialidad en las células adultas, los científicos obtuvieron resultados similares en solo 25 minutos de exposición de las mismas células a un medio más ácido.
 
El estudio, publicado en la revista Nature, tuvo amplia repercusión en los medios de comunicación. “Revolucionaria”, “sorprendente” y “radical”, fueron algunos de los términos usados para describir la nueva técnica. ¡Y no es para menos! Si el método es de verdad replicable —lo que es posible, pero no está garantizado— y sirve también para células humanas —los estudios en cuestión fueron hechos en ratones—, las condiciones de búsqueda mejorarían mucho y las posibilidades de desarrollar aplicaciones médicas a mediano plazo, aumentarían. La consolidación del nuevo método también aumentaría las posibilidades de que los países menos desarrollados, pero que vienen apostando fuertemente al sector, conquisten un lugar bajo el sol.
 
Esfuerzos latinoamericanos

En América Latina, México y Brasil son algunos de los países que se destacan en el campo de las células madre. Los dos fueron los primeros en la región en reglamentar el uso de este tipo de células.

En Brasil, la Ley de Bioseguridad permite el uso de embriones para estudios científicos —bajo determinadas condiciones—, pero prohíbe la clonación terapéutica. Sancionada en 2005, la ley, que también reglamenta los controvertidos organismos genéticamente modificados, tuvo algunos cambios, y está vigente con más estabilidad a partir de 2008.
 
El mismo año, una década después de que el estadounidense James Thomson lo hiciera por primera vez, investigadores de la Universidad de Sao Paulo crearon la primera línea de células madre embrionarias (CME) de Brasil, un gran logro para el país, que, hasta entonces, dependía 100 por ciento de CME importadas.

“En América Latina, México y Brasil son algunos de los países que se destacan en el campo de las células madre”.

Carla Almeida

 
Desde ese momento hubo un significativo crecimiento del área, impulsado por edictos, grandes proyectos, cooperaciones regionales y la creación de laboratorios especializados, centros y redes que reúnen diferentes iniciativas de campo. Trabajos con importantes reconocimiento, publicados en revistas internacionales, resultaron de esos esfuerzos.
 
Nada de eso, sin embargo, fue suficiente para que el país entrara en el salón internacional de las investigaciones con células madre. ¿Por qué?
 
Dificultades y desafíos

No hay una única y objetiva respuesta que explique esta situación, pero cabe reflexionar sobre algunas de las razones posibles. La justificación más obvia siempre recae en la falta de recursos financieros. Aunque la investigación con células madre ha sido tratada como una prioridad, los fondos aún son restringidos y muy disputados.
 
Y a pesar de las promesas de aplicaciones médicas, todavía hay muy poca inversión privada dirigida a los estudios de campo. De hecho, hay una resistencia de los empresarios brasileños a invertir en investigación y desarrollo en general. Hay varias iniciativas en marcha que apuntan a cambiar esa imagen, pero sus resultados todavía demorarán. A corto plazo, la nueva técnica japonesa para obtener células pluripotentes, si es comprobada, ahorrará alrededor de US$ 8.500 por reprogramación celular realizada en laboratorios nacionales, una cantidad nada despreciable.
 
Pero el dinero no lo es todo. La masa crítica que el país dispone para los estudios con células madre es aún relativamente pequeña en comparación con la cantidad de científicos, laboratorios e instituciones dirigidas al área en los países desarrollados.
 
Aunque nuestros investigadores tengan reconocida experiencia, la competencia es desleal. En este caso, ayuda tener más inversión, pero no resuelve. Se requiere un gran esfuerzo para captar más jóvenes en esa área. La organización de congresos y la divulgación científica de calidad sobre el tema tienen un papel importante que desempeñar en ese sentido.
 
Los obstáculos burocráticos que enfrentan los investigadores —tema de la columna de enero— también tienen la culpa. La investigación con células madre avanza a pasos agigantados, lo que hace que el tiempo sea un factor determinante de éxito.
 
Si un grupo demora tres meses para obtener los materiales para probar sus ideas y otro lo consigue de un día para otro, ¿quién tendrá ventaja? “A veces, cuando llega el material, ya hemos cambiado de idea, o el experimento que queremos hacer es otro”, relata Bruna Paulsen, estudiante de doctorado en el Laboratorio Nacional de Células Madre Embrionarias de la Universidad Federal de Río de Janeiro.
 
Su orientador, el biólogo Stevens Rehen, ha dedicado parte importante de su tiempo a tratar de mejorar esta situación, pero el retorno también demora en aparecer. Por otro lado, la posibilidad de transformar células adultas en pluripotentes en 25 minutos estimula su energía para seguir en busca de los grandes descubrimientos.
 
Un sistema educativo que atrofia la creatividad, una postura general poco audaz en términos de riesgos y un tímido hábito de lectura y seguimiento de la literatura científica también puede contribuir a que nuestra ciencia —y no solo en el caso de las células madre—, siga las huellas de la “ciencia normal” —en la concepción de Thomas Kuhn— en lugar de abrir nuevos caminos para la ciencia revolucionaria.
 
Estas y otras cuestiones no se refieren solo a Brasil, sino a América Latina como un todo, cuyos países lidian, de muchas maneras, con realidades y desafíos similares. A excepción de algunas iniciativas de colaboración e intentos con malos resultados para la creación de redes en la región, aún hay poco intercambio y esfuerzo conjunto en pro del fortalecimiento de la investigación con las células madre en América Latina.
 
Los emergente asiáticos ya tienen una mayor visibilidad en esa área. Juntarse con ellos también es una posibilidad. Al mismo tiempo que necesita sortear las dificultades y luchar por mejores condiciones para la investigación, la comunidad científica latinoamericana debe comprometerse aún más, y sobre todo atreverse a dar un salto innovador, igual que hizo la gimnasta brasilera Daiane dos Santos, consagrada en la arena mundial de la gimnasia olímpica con su Doble Twist Carpado.

Carla Almeida es periodista brasileña especializada en ciencia e investigadora en las áreas de divulgación científica y comprensión pública de la ciencia. Ha colaborado con SciDev.Net desde 2005.