18/11/20

Celulares, clave para seguimiento de salud en zonas vulnerables

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El uso de teléfonos celulares en zonas de difícil acceso y en el contexto de la actual pandemia es una alternativa eficiente para supervisar la salud de madres e hijos menores de dos años, sugiere un estudio con foco en Guatemala. Crédito de la imagen: Pikrepo, bajo dominio público.

De un vistazo

  • Monitoreo a distancia mediante celular ayuda a combatir la desnutrición crónica
  • En Guatemala, estudio halló que llamadas telefónicas son más efectivas que mensajes de texto
  • En Argentina, una ONG se valió de WhatsApp como una alternativa adicional

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El uso de teléfonos celulares en zonas de difícil acceso y en el contexto de la actual pandemia es una alternativa eficiente para supervisar la salud de madres e hijos menores de dos años, sugiere un estudio con foco en Guatemala pero implicancias para toda la región.

El trabajo precisa que ese país tiene “la tasa de desnutrición crónica más alta entre niños de 0 a 5 años [46,5 por ciento] y está ubicado sexto en el mundo”.

En ese contexto, cuatro investigadores evaluaron la factibilidad de supervisar la provisión de vacunas y medicamentos en centros de salud estatales durante el período más crítico de desarrollo infantil.

“Monitorear estas intervenciones es altamente relevante en una zona donde la inseguridad alimentaria y la malnutrición crónica son problemas serios”, advierte el reporte publicado en la revista PLOS ONE.

La investigación se desarrolló en Quiche, una región rural del Altiplano Occidental de Guatemala, con índices de desnutrición mayores a 68 por ciento, geografía accidentada y conectividad intermitente.

Durante cuatro meses durante 2019, ocho tele-operadores preguntaron a 1.542 familias sobre la recepción de 13 servicios de salud y nutrición calendarizados según edades, un mes después de estar programados.

Las llamadas “parecen habilitar un contacto más franco y personalizado en los hogares, disminuyendo la desconfianza relativa a, por ejemplo, responder un SMS de un número desconocido”.

Para los niños menores de dos años, las consultas se centraron en lactancia, micro-nutrientes y vacunas. Para las embarazadas, en la incorporación de ácido fólico y sulfato ferroso, además de las visitas de control a los centros de salud.

Como Quiche tiene una población de origen mayoritariamente maya, el monitoreo se hizo en diferentes lenguas. La tasa de respuestas a las llamadas telefónicas —realizadas en el idioma de cada hogar— fue de 75,8 por ciento, mientras que la de mensajes de texto (SMS) —en español, que tiende a usarse para leer y escribir— cayó a 14,4 por ciento.

Las llamadas “parecen habilitar un contacto más franco y personalizado en los hogares, disminuyendo la desconfianza relativa a, por ejemplo, responder un SMS de un número desconocido”, plantea el trabajo.

Esas comunicaciones permitían resolver dudas e incrementar la confianza. A diferencia de los SMS, responderlas era gratuito.

“Los resultados se podrían replicar en contextos rurales de Honduras y El Salvador, así como en otros países de Latinoamérica”, opinó vía email a SciDev.Net Manuel Hernández, uno de los responsables del trabajo e integrante de la División Mercados, Comercio e Instituciones del Instituto Internacional en Investigación en Política Alimentaria (IFPRI, en inglés), con sede en Washington DC, EE.UU.

Su equipo presentó estas conclusiones al gobierno de Guatemala con el objetivo de promover un sistema de monitoreo que permita supervisar la provisión de servicios agrícolas, educativos y asistenciales, “tanto en el contexto actual como a futuro, sobre todo en zonas de difícil acceso”, detalló Hernández.

Haciendo Camino, una ONG que busca mejorar la calidad de vida de familias vulnerables en el norte argentino, también apela al uso de celulares para el seguimiento de niños y embarazadas, pero con las restricciones de movilidad que impuso la pandemia debió suspender los controles de peso y talla presenciales que hacía a sus beneficiarios.

“Pasamos de una atención dentro de la institución a un abordaje con visitas domiciliarias y el envío de material audiovisual por celular”, explicó por teléfono Natalia Fernández, que coordinó el monitoreo sobre más de 400 familias en las provincias de Chaco y Santiago del Estero.

El seguimiento por WhatsApp habilitó una comunicación verbal y audiovisual, con intercambios de fotos y videos. “Fue lo único que nos permitió estar en contacto con las familias”, agregó Fernández, que reconoció que no todas tienen un teléfono multimedia ni señal permanente, porque algunas viven en parajes alejados.

Con ventajas y dificultades similares tanto en Guatemala como en Argentina, los desafíos más urgentes para estas iniciativas parecen centrarse en las cuestiones de infraestructura, con la provisión de dispositivos y la ampliación de la cobertura como necesidades prioritarias.