05/12/19

El derecho a la ciencia potencia todos los derechos humanos

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Por su 70 aniversario, UNESCO para América Latina y el Caribe realizó un evento dedicado a la ciencia, donde participaron investigadores y comunicadores científicos. Crédito de la imagen: Oficina Regional de Ciencias de la UNESCO para América Latina y el Caribe.

De un vistazo

  • Derecho a participar y usar progreso científico es parte de Declaración Universal de Derechos Humanos
  • Actualmente, debido a la gran generación de conocimientos, este derecho cobra especial relevancia
  • Panel de Unesco para América Latina y el Caribe, abordó el tema en reunión por su 70° aniversario

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De la ciencia se ha dicho mucho: que es el motor de las sociedades, que facilita la vida a la población, que es esencial para entender el mundo que nos rodea. Pero con mucho menos frecuencia se ha dicho algo que tiene que ver con todo lo demás: que toda persona tiene “derecho a la ciencia”.
 
Este concepto no es solo una frase atractiva, es también uno de los 30 derechos humanos consignados en la Declaración Universal aprobada hace 71 años (1948) por 58 estados miembros de las Naciones Unidas.
 
En este conjunto de derechos civiles, políticos, económicos, sociales —establecidos como fundamentales para todo el planeta—, el número 27 detalla que “toda persona tiene derecho a (…) participar en el progreso científico y en los beneficios que de él resulten”. Y para honrar este concepto —resumido como “derecho a la ciencia”—, la Oficina para América Latina y el Caribe de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) le dedicó una de las charlas que organizó con motivo de su 70° aniversario.

“Los videojuegos tienen mucho que ofrecerle al derecho a la ciencia, transformando la forma en la que hoy se aprende ciencia”.

Lara Pizzarro – Fundadora de Hexar Educación.

 
El segundo día de las jornadas realizadas el 2 y 3 de diciembre en Montevideo (Uruguay), donde funciona la sede regional de Unesco, comenzó con la sesión plenaria integrada por cuatro representantes de la región.
 
El científico Rafael Radi, presidente de la Academia de Ciencias de Uruguay (ANCiU), sacudió al auditorio cuando dijo: “Yo no creo que exista el cambio climático”.
 
La frase, sin embargo, fue solo un ejemplo que dio el científico para afirmar que “esa no puede ser una expresión usada por políticos”. Puede haber dudas, puede pedirse más información, pero los tomadores de decisiones no pueden apelar a palabras como “creo o no creo”. “Tienen la obligación de usar el conocimiento científico”, precisó.
 
Radi señaló que el derecho a la ciencia “se ha mantenido en un segundo plano para los gobiernos” pero desde hace un tiempo hay organizaciones que buscan acercarlo a la sociedad.

Mesa Daniela UNESCO
Leandro Africano, Rafael Radi, Lara Pizarro, Sandra López y Ben Petrazzini en la sesión sobre derecho a la ciencia y al conocimiento.
Crédito de la imagen: Daniela Hirschfeld.

 
El científico uruguayo, que también es miembro de la Academia de Ciencias de EEUU., subrayó tres planos del derecho a la ciencia: el derecho a producir conocimientos, a acceder a ellos y a usar sus beneficios. Y agregó que estos planos integran a científicos, la sociedad en general y tomadores de decisiones.
 
Sobre estos últimos, Radi hizo especial énfasis. Recordó que “deben desarrollarse políticas basadas en conocimiento y evidencia” y citó algunos temas actuales en los que el conocimiento debe ser clave para tomar sus decisiones. Para terminar su introducción, muy aplaudida por el público dijo: “La ciencia puede potenciar todos los otros derechos humanos”.
 
Moderada por el periodista argentino Leonardo Africano, la charla continuó con la más joven del panel. Lara Pizzarro no supera los 20 años, y a los 17 decidió que quería transformar la educación de su país, Argentina, a través de juego.
 
Así fundó Hexar Educación, empresa social que desarrolla videojuegos educativos pensados en ofrecer al estudiante una experiencia de aprendizaje permanente, ayudándole a sorprenderse con el conocimiento y a usarlo como una herramienta de transformación social.

 
Lara hoy estudia Sociología pero en su empresa se aboca al diseño de programas para la democratización y difusión del conocimiento, en las áreas de ciencia y habilidades blandas. Fomentar el pensamiento científico mientras se juega es el principio de la app Jugando con la ciencia, disponible gratuitamente en Play Store, dijo en la charla de Unesco.
 
Con esa experiencia pese a sus pocos años, Lara comenzó su oratoria contando su experiencia personal, de cómo sus padres —ambos científicos— la acercaron al conocimiento a través del asombro. Por eso, enfatizó ante una audiencia que la doblaba en edad: “el derecho a la ciencia empieza transformando la educación”.
 
Para ella, actualmente el sistema educativo “no garantiza el acceso a la ciencia” porque tiene prácticas y modos de aprendizajes que no atraen y no llevan a que los jóvenes se apropien del conocimiento. En esa línea opinó que “los videojuegos tienen mucho que ofrecerle al derecho a la ciencia, transformando la forma en la que hoy se aprende ciencia”.

Sobre este papel de la educación en el acceso a la ciencia también habló otra de las panelistas, Sandra López, que a diferencia de Lara ya lleva transitado algunos años de carrera científica.
 
López, investigadora del Instituto Gorgas de Panamá, integrante de la Global Young Academy y premio L’Oreál Unesco a las Mujeres Jóvenes en la Ciencia en 2014, también hizo hincapié en que “para que las sociedades puedan utilizar el conocimiento generado es indispensable la educación”. “Sino, el conocimiento que se libera, en vez de permitir un desarrollo de la sociedad, puede provocar miedos” o dejar espacios para el mal uso de la información.
 
Finalmente, Ben Petrazzini, especialista del Centro Internacional de Investigaciones para el Desarrollo (IDRC – Canadá) con sede regional en Uruguay, dijo que “el acceso al conocimiento ha crecido enormemente, y ahora uno de los grandes desafíos es (combatir) la desigualdad”.
 
Para Petrazzini, los científicos avanzan en la generación de conocimientos a una velocidad muy grande, pero hay que considerar que existen implicancias sociales, efectos en red, derivados de ese progreso. “Eso nos plantea temas éticos y gran parte de la sociedad puede quedar al margen”, opinó. Uno de los esfuerzos del IDRC, dijo, es unir a científicos, políticos y sociedad civil para que estén siempre vinculados.