19/11/14

Argentina y México: buscando a los ‘desaparecidos’

Skull forensics
Flickr/NCSSM

De un vistazo

  • México se suma a la lista de países con muchas personas ‘desaparecidas’
  • Genética forense, pionera en Argentina, es vital para encontrar a personas muertas y desaparecidas
  • La experiencia de crear bases de datos y laboratorios para pruebas, funciona en varios países

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La historia de 43 estudiantes que fueron secuestrados en Iguala, México — y se presume que ya están muertos—mantuvo en vilo al país durante semanas. Sin embargo, es solo una de muchas historias de familias en duelo, indignación y fosas comunes llenas de docenas de cadáveres, muchos de ellos calcinados. La ola de violencia en México continúa dando pie a titulares en todo el mundo.
 
La identificación de las víctimas —para ayudar a la policía y darle un cierre a los padres— sería una tarea prácticamente imposible de no ser por los científicos forenses. Un grupo que viene proporcionando una ayuda invaluable tiene su sede a unos 7.000 kilómetros del lugar de los hechos: el Equipo de Antropología Forense de Argentina (EAFA).

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Victor Penchaszadeh, Columbia University. Crédito: Ministerio de Ciencia 

Creado con el fin de investigar los crímenes de la dictadura militar argentina en la década de los años setenta, el equipo ha identificado restos óseos de “personas desaparecidas” encontradas generalmente en tumbas anónimas. Desde entonces el grupo ha viajado a muchas de las zonas de conflicto del mundo, ayudando a identificar a las víctimas de masacres en más de 50 países, desde El Salvador, Guatemala y Colombia, hasta la ex Yugoslavia, Filipinas y la República Democrática del Congo.
 
En Argentina, el EAFA ha encontrado los restos de 1.300 personas e identificado a 650 de ellas. Muchos de esos asesinados eran los padres de criaturas que fueron arrebatadas por los militares a los críticos del régimen durante la Guerra Sucia de 1976-1983. Los llamados ‘bebés robados’ están siendo ahora activamente rastreados por la organización de derechos humanos Abuelas de la Plaza de Mayo, con apoyo de genetistas como Víctor Penchaszadeh, un ex profesor de genética y salud pública en la Universidad de Columbia y miembro del Panel de Expertos en Genética Humana de la Organización Mundial de la Salud. 

Penchaszadeh fue uno de los creadores del denominado “Índice de abuelidad”, que por primera vez hizo posible la identificación, mediante técnicas genéticas, de los ‘bebés robados’, incluso cuando no se podía rastrear a los padres. Actualmente es asesor en identificación genética humana del Ministerio de Ciencia y Tecnología de Argentina.

Penchaszadeh habló con SciDev.Net sobre genética forense y cómo ayuda a los países en desarrollo a encontrar a los desaparecidos e identificar a sus muertos.  

En Argentina su trabajo es reconocido por los esfuerzos para encontrar a los denominados niños perdidos. ¿Cuándo comenzaron estos trabajos?

Esta iniciativa comenzó cuando retornó la democracia a la Argentina, en diciembre de 1983. Precedió a lo que fueron nueve años de una de las dictaduras más brutales que el mundo haya conocido, con aproximadamente 30.000 personas desaparecidas, y unos 500 bebés nacidos en cautiverio de mujeres que estaban embarazadas al momento de los secuestros y desapariciones, y que fueron asesinadas después de dar a luz.

Una campaña para encontrarlos liderada por las Abuelas de la Plaza de Mayo se inició en 1977 en medio de la dictadura. Cada abuela de la campaña es también una madre de hijos desaparecidos.


¿Cómo identifican los genetistas a los niños perdidos si sus padres están muertos?

Entre 1982 y 1983 desarrollamos una forma de identificar a los niños sin tener a sus padres para hacerles las pruebas, llamado el “Índice de la abuelidad”. En aquel entonces, la mayoría de identificaciones genéticas se hacían para pruebas de paternidad: se sometía a pruebas al niño, a su madre y al supuesto padre. Pero aquí en la Argentina teníamos cientos de personas que habían sido asesinadas y cientos de niños secuestrados, cuyos padres presumiblemente habían muerto. Esto requería un enfoque diferente. Estábamos en una era pre ADN. Lo primero que se necesitaba eran estadísticas apropiadas de la probabilidad de paternidad por abuelos.

Un grupo de genetistas americanos lo logró. Yo estaba en los Estados Unidos en ese tiempo y recibí un pedido de las abuelas para examinarlo, así que creamos un grupo de trabajo dirigido por Mary-Claire King, una genetista muy conocida allá. En 1984 probamos el enfoque e identificamos por primera vez a una niña secuestrada, Paula Logares.

Pero la tecnología se desarrolló rápidamente y pronto fuimos capaces de analizar el ADN. Hubo mucha investigación pero esencialmente fue un trabajo detectivesco; el principal problema siempre ha sido localizar a los niños. Y aquí las abuelas ayudaron muchísimo al buscar las partidas de nacimiento sospechosas. Los nombres de los doctores vinculados a la dictadura eran conocidos, de modo que una vez que se miraban los certificados de nacimiento y se encontraba que ellos los habían firmado, inmediatamente esos individuos se ponían en la mira, porque la mayoría de los certificados eran falsos.

En Argentina, los partos en casa son muy raros, especialmente en las ciudades. Pero la mayoría de los bebés nacidos en cautiverio estaban registrados como nacidos en casa, lo que era una alerta.

Con el retorno de la democracia, esta investigación se amplió de manera exponencial porque teníamos un gobierno que apoyaba la investigación y que finalmente llevó a la creación de una base nacional de datos genéticos en 1987.

¿Qué diferencia a la genética forense argentina?

La diferencia es el tamaño de la tarea; nos enfrentábamos a un plan sistemático de una dictadura que no solo mataba a los disidentes, sino que también les robaba sus niños a ellos y a sus familias, supuestamente para tener a esos niños educados por ‘buenas’ familias, lo que significaba familias de militares. Esto es lo mismo que hizo Franco en España después de su victoria contra los republicanos.

¿Cuándo aparece en escena la identificación de los restos?

Algunos padres desaparecidos de los bebés robados fueron identificados por el EAFA al comparar los perfiles de ADN obtenidos de los restos con los perfiles de ADN enlistados en una base de datos de parientes de los desaparecidos. Ese fue el caso del último bebé robado hallado en agosto pasado, presentado con el nombre de Ignacio Hurban. Los restos de su padre desaparecido fueron identificados el pasado verano. Ignacio, ahora de 30 años, es el nieto de Estela de Carlotto, la lideresa de las Madres de la Plaza de Mayo.

Se rumoraba que el padre y la madre de Ignacio eran compañeros. El equipo forense argentino buscó una serie de tumbas sin nombre en un cementerio y una de ellas resultó ser la del padre de Ignacio.

¿Qué hay de nuevo en la ciencia de las pruebas genéticas?

La genética forense de vez en cuando elabora nuevos tipos de marcadores genéticos útiles para la identificación humana. Hoy usamos principalmente microsatélites, también llamados repeticiones de secuencia única (SSR por sus siglas en inglés) o repeticiones cortas en tándem (STR por sus siglas en inglés). Son secuencias de repetición de dos a cinco pares de base de ADN. Pero lo nuevo en el campo son los polimorfismos de un solo nucleótido o SNP por sus siglas en inglés, que se pronuncian ‘snips’. Son variaciones en la secuencia de los pares de base que componen un filamento de ADN humano, y secuencias donde hay inserciones y supresiones, llamadas ‘indels’.

El uso de ‘snips’ e ‘indels’ para la identificación genética forense está siendo probado actualmente para determinar si ayuda a distinguir mejor a una persona de otra.

¿Cómo están ayudando los genetistas argentinos a otros países?

El equipo de antropología forense de Argentina es famoso por haber estado en todos los lugares donde se ha escuchado o leído de masacres: desde la ex Yugoslavia a las Filipinas, al Congo o El Salvador han descubierto masacres. La experiencia del equipo no tiene parangón en el mundo.

En El Salvador se perdieron más de 100.000 personas y muchos niños quedaron atrapados en el medio. De algunos se apropiaron los militares, otros fueron a parar a orfanatos y muchos fueron adoptados legalmente en esa época por extranjeros. Están dispersos en Europa y los Estados Unidos.

Las Abuelas de la Plaza de Mayo proporcionaron su experiencia a una organización no gubernamental llamada Pro Búsqueda, que busca a las personas desaparecidas en El Salvador y ayudó a crear un laboratorio de genética forense. Estamos hablando de un país con uno de los ingresos más bajos del mundo. Tienen problemas surrealistas para otorgar un presupuesto a un laboratorio de este tipo, y una red de genetistas americanos los está ayudando.

A pesar de que no cuentan con un laboratorio de genética forense de su propiedad, sí manejan su base de datos. Se las arreglaron para identificar a muchas personas, principalmente gente joven, que sabía que sus orígenes estaban en El Salvador, han sido criados por familias adoptivas en Italia, España y Estados Unidos y ahora buscan sus orígenes. Es más que nada un asunto de reuniones familiares para aprender sobre sus raíces. Hasta ahora ha habido al menos 150 reuniones.

En Guatemala, hubo una dictadura genocida. El dictador acaba de ser condenado por genocidio, especialmente de los pueblos indígenas, con aproximadamente 100.000 muertos. Hubo niños que fueron secuestrados y pueblos enteros destrozados, reducidos a cenizas. Hay un equipo forense allí y el equipo forense de Argentina los está ayudando.

En Colombia, la guerra civil dura ya 60 años. Hay decenas de miles de personas desaparecidas. Estamos colaborando con el Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses, capacitando a sus científicos. Hay miles de restos que podrían ser víctimas de los paramilitares, del ejército, de las FARC o de otros grupos guerrilleros. Es una tarea muy difícil, porque no se conoce nada excepto la ubicación de una fosa común. Argentina creó su equipo de antropología forense en 1984, y los colombianos comenzaron solo hace unos pocos años; hay una colaboración en curso entre estos dos países.

¿Y México?

Y luego está México. Es terrible. Está el estigma de los delitos relacionados con las drogas y de tener una frontera con los Estados Unidos. Solía haber solo unos cuantos coyotes (traficantes de personas) ayudando a alguien a cruzar la frontera, pero ahora esto está en manos de los narcotraficantes. Ellos matan inocentes y los entierran en cualquier lugar. El equipo forense argentino está trabajando en la región fronteriza, que es donde ocurre la mayor parte de las masacres de inocentes, y donde 43 estudiantes desaparecieron recientemente, y que ahora se presume fueron asesinados por una banda de narcotraficantes.

Es un escenario diferente ya que muchos de estos crímenes están relacionados con las drogas. Y, por supuesto, con descubrir solo una fosa común no se llega a ninguna parte. Se necesita por lo menos tener una idea de dónde provenían las víctimas y quiénes son sus parientes, por lo que la ampliación de las bases de datos de México es clave.

La versión original de este artículo se publicó en la edición global de SciDev.Net