23/08/14

Científicas colombianas, todavía invisibles en ciencia

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Crédito de la imagen: Academia Colombiana de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales (ACCEFyN)

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[BOGOTÀ] En el Simposio “Ciencia, Mujer y Educación” (agosto 20) me hicieron falta los hombres —los científicos—; no creo que los temas de género sean femeninos exclusivamente.

El género, como construcción social, tiene que ver con las relaciones de poder y la institucionalidad, parafraseando a la investigadora colombiana en temas de género Patricia Tovar.

Quise saber qué había pasado en casi tres años, luego de que en noviembre de 2011 unos cien científicos —10 hombres entre ellos— crearan la Red de Mujeres en Ciencia. En mi intervención —también fui invitada como panelista— enumeré las actividades que se habían propuesto en aquella ocasión.

Fue en realidad un llamado de atención porque se impusieron muchas metas que no han logrado; hacerlo requiere dedicación y… tiempo no ha habido. Muy pocas están jubiladas y las más entusiastas están en plena producción científica.

Han organizado reuniones, dijeron, en las cuales varias de las universidades donde trabajan han decidido incidir en la educación básica y secundaria.

Invitan a niñas de colegios públicos a visitar sus laboratorios para que ellas mismas vivan los experimentos, y sus estudiantes de pregrado les cuentan historias de ciencia, porque están convencidas que así hay más comunicación.

Les hablan de proyectos sobre agua, minería, bicicletas inteligentes, reciclaje de energía y nanotecnología.

¿Tienen ahora más oportunidades? Parece que no. Aunque hubo quienes afirmaron que nunca habían sentido discriminación.

La química Sonia Moreno, por ejemplo, cuenta que estudió durante diez años en el exterior, logró su doctorado, se casó, tuvo hijos y aplicó a una convocatoria de la Universidad Nacional a finales del siglo XX para regresar a Colombia.

Desde entonces dirige un grupo de investigación en catálisis con un investigador. Ni un sí, ni un no; todo es equitativo entre ellos. Al final de su intervención le confesó al público que su codirector era también su esposo y padre de sus hijas. “Olvidé contarles ese pequeño detalle”.

Pero Alba Ávila, ingeniera e investigadora de la Universidad de los Andes, demostró con cifras que la situación no ha mejorado. En el programa de ingeniería eléctrica, este año recibieron a siete hombres y una mujer, mientras en electrónica, 35 hombres y cuatro mujeres.

“Cuando hablamos de la perspectiva de la mujer tenemos que vernos dentro de un formato político y dentro de una sociedad”, dijo Ávila y contó cómo un grupo de mujeres de su universidad ha estado visitando a los congresistas. “No podemos quedarnos haciendo experimentos; tenemos que comunicarnos con los altos mandos”, dijo.

La Red de Mujeres en Ciencia de Colombia, apoyada por la Academia Colombiana de Ciencias, se prepara para ocupar un lugar decisivo en el proyecto de escribir la historia de la ciencia en el país: cuál ha sido el aporte de la mujer en la investigación colombiana.